LAS COMPARACIONES SON…

Algo que hacemos muchos cristianos, a veces sin darnos cuenta, y la mayoría de las veces en silencio, es compararnos los unos con los otros.

«Pepito es más espiritual que yo», «Lola tiene varios dones y yo no estoy segura de tener ni uno», «Pareciera que  a Juanito Dios le susurra las cosas directamente al oído, conmigo no hace lo mismo», «Margarita dijo que sintió la presencia de Dios, pero yo no sentí nada, ¿Dios me habrá abandonado, estará enfadado conmigo?» o pensamientos similares pueden cruzarse por nuestra cabeza. (También están los del extremo opuesto «gracias Dios porque no soy como ese publicano», pero hoy vamos a centrarnos en los que se comparan y siempre se ven menos que los demás.)

A veces también comparamos las «manifestaciones» del Espíritu Santo sin darnos cuenta de que cada persona se expresa de forma diferente. Por ejemplo: si a una persona muy expresiva le hacen un regalo que le encanta, puede saltar y gritar de alegría porque se expresa conforme a su carácter. Sin embargo si a una persona tranquila le regalan algo, aunque le encante igual que a la otra persona, va a expresarlo de una forma mucho más tranquila. A veces el tranquilo mira al expresivo y dice «vaya, su regalo debe ser mejor que el  mío» cuando no es cierto.

Si yo envío un email a mi madre, me tomo un café con mi padre, mando un whatsapp a mi hermana y llamo a mi hermano por teléfono:  ¿Con quién me he comunicado?. Con todos ¿Verdad?. A todos les he hecho saber que los recuerdo, que los quiero y a todos les he transmitido información.

A algunas personas Dios les habla por sueños, a otras por visiones, a otras mediante su palabra,  a otras con voz audible, a otras les hace entender mediante su razonamiento, a otras mediante palabra profética, a otras les habla en tormentas, a otras en viento apacible, a otras mediante animales, zarzas, y tantas cosas más…. Y ¿con cuántos se ha comunicado? Con todos. Entonces, ¿porqué a veces pensamos que Dios hace distinción entre unos y otros?.

Creo que Dios nos habla de diferentes formas cada día, Él no está limitado a lo que nosotros pensemos que Él es o lo que pensamos que Él tiene que hacer. A veces nos habla en silbido apacible pero como no esperamos escucharlo ahí, no prestamos atención y Él tiene que enviar un huracán para llamar nuestra atención. Creo que Dios nos habla en la forma que sabemos escuchar, pero nos toca a nosotros afinar el oído y aprender a distinguir su voz entre otras voces. Nos toca estar atentos, vigilar y orar.

Piensa en las veces que Dios te ha hablado, ¿qué forma usó la mayoría de las veces?.  Ejercítate en escuchar y discernir especialmente en esa área.

El origen de ésta clase de comparaciones y las envidias está en la baja autoestima. En el demasiado bajo concepto de uno mismo. La palabra dice que debemos amar a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. Pero muchas veces olvidamos esa última parte. Tienes que amar al prójimo como a ti mismo, y eso no es posible si no te amas a ti mismo.

La sana autoestima de un creyente está en lo que Dios dice que tú eres. Afírmate en la verdad de la palabra de Dios.

Soy la sal de la tierra, Mateo 5:13
Soy la luz del mundo, Mateo 5:14.
Soy parte de la vid verdadera y un canal de la vida de Cristo, Mateo 15:1,5
Soy amigo de Cristo, 15:159
Soy elegido por Cristo para llevar su fruto (15:16)
Soy siervo de la justicia (6:18)
Soy hecho siervo de Dios (6:22)
Soy hijo de Dios; espiritualmente, Dios es mi padre (8:14, 15; Gálatas 3:26; 4:6)
Soy coheredero de Cristo, compartiendo su herencia con él (Romanos 8:17)
Soy templo morada de Dios. Su Espíritu mora en mí (3:16, 6:19). Estoy unido con el Señor y soy
un espíritu con él (6:17). Soy miembro del cuerpo de Cristo (12:27, Efesios 5:30)
Soy una nueva creación (5:17)
Estoy reconciliado con Dios y soy ministro de reconciliación (5:18 y 19) e hijo de Dios (1:12)
Soy hijo de Dios y uno con Cristo (3:26,28)
Soy heredero de Dios, pues soy hijo de Dios (6 y 7)
Soy un santo (1:1, 1ª de Corintios 1:2; Filipenses 1:1, Colosenses 1:2)
Soy hechura de Dios, su obra especial nacido de nuevo en Cristo para ser su obra (Efesios 2:10)
Soy conciudadano del resto de la familia de Dios (2:19)
Soy prisionero de Cristo (3:1, 4:1)
Soy justo y santo (4:24)
Soy ciudadano del cielo, sentado en el cielo ahora mismo (3:20; Efesios 2:6)
Estoy escondido con Cristo en Dios (3:3)
Soy la expresión de la vida de Cristo porque él es mi vida (3:4)
Soy escogido de Dios santo y amado (3:12, 1 de tesalonicenses 1:4)
Soy hijo de Dios y no oscuridad (5:5)
Soy santo participe del llamamiento espiritual (3:1)
Soy participe de Cristo comparto su vida (3:14)
Soy una de las piedras vivas de Dios siendo edificado en Cristo como una casa espiritual (2:5)
Soy miembro del linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por
Dios (2:9 y 10)
Soy un extranjero en este mundo en el cual vivo temporalmente (2:11)
Soy enemigo del diablo (5:8)
Soy hijo de Dios, y seré como Cristo cuando él regrese (3:1 y 2)
Soy nacido de Dios, y el maligno o diablo no puede tocarme (5:18)

En palabras de Rick Warren:

«Tu fe se fortalecerá tanto como centres tu identidad en Cristo (Gálatas 2).

Lo que esto significa es que tú abandonas cualquier imagen de ti mismo que no provenga de Dios. Tú dejas de aceptar lo que otros han dicho sobre ti, cómo otros te han etiquetado, y cómo otros te han definido.

Comienzas a creer lo que Dios dice acerca de ti, que Él está satisfecho con la forma en que te ha creado, y como Dios te define. Tú no estás definido por tus sentimientos. Tú no estás definido por las opiniones de los demás o por tus circunstancias. Tú no estás definido por tus éxitos o fracasos. Tú no estás definido por el auto que conduces, el dinero que ganas, o la casa que dices que posees cuando en verdad el dueño es el banco.

Tú estás definido por Dios y sólo Dios. Él te identifica como propio. (2 Corintios 1:22)

La cosa es, si tú no sabes quién eres, entonces eres vulnerable a lo que otras personas dicen que quien tú eres. Pero en concreto, lo sólido, la verdad en el evangelio es que tú eres quien Dios dice que eres, y nadie más tiene un voto en el asunto. Este “problema de identidad” es una parte importante de vivir la vida abundante. Jesús fue capaz de hacer frente a las demandas increíbles de su misión, porque Él sabía exactamente quién era. Él sabía que le importaba a Dios, y eso le dio confianza para seguir el propósito de la fe.

Ahora tú estás identificado con Cristo, y tienes el poder del Espíritu Santo dentro de ti. Eres un hijo precioso de Dios, y Él te ha creado de una manera que a Él le agrada.»

La baja autoestima lleva fácilmente a la envidia. Ejercítate en ver lo que Dios hace en ti, lee cada día la lista de versículos que te recuerda quien eres en Cristo, y a medida que tu autoimagen vaya cambiando descubrirás que no tienes motivos para envidiar a nadie. Eres hijo amado de Dios y  Él te ama sin medida.

El dicho dice «las comparaciones son odiosas», y es que con el único que debemos compararnos es con Cristo, ante cuya majestad sólo podemos humillarnos. Y la única imagen con la que debemos compararnos es con lo que Él dice que somos, ante lo cual sólo podemos estar agradecidos.

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