13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

En el primer artículo sobre hijos pródigos os conté el testimonio de mi padre: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/01/30/7-el-hijo-prodigo-se-va-de-casa/

Mi padre vivió unos cuantos años de hijo pródigo lejos de sus padres, pero el amor de su familia y el llamado de Dios lo trajeron de vuelta a los pies de Cristo.

La semana pasada os compartí el testimonio de mi primo Samuel, que durante muchos años vivió cerca de sus padres pero alejado de Dios y metido en grandes problemas. yoymicasablog.wordpress.com/…/12-el-hijo-prodigo-se-queda-en-casa-parte-1

Hoy os quiero compartir la perspectiva de mi tía, madre de Samuel. Os dejo con su testimonio primeramente.

_____________

La historia comenzó hace 17 años aproximadamente. Mi hijo se juntó con malas compañías, cambió de imagen, llegaron los excesos y la vida desordenada. Lo peor de todo para mí fue ver cómo dejó los estudios en dos ocasiones. Yo le imaginaba debajo de un puente haciendo nada.

Dios utilizó los problemas con mi hijo para empezar a obrar en mi vida. Como hija de creyentes sabía las cosas, tenía la teoría, pero no la vivía. Hasta ese momento había sido una religiosa. Iba a la iglesia, poco más. 

Pero el Señor sabe perfectamente cómo tratar con nosotros, y le utilizó a él con una sencilla fórmula: ¿qué no haría una madre por su hijo? Me sentía impotente. Es por ello que me agarré a Dios y empecé a clamar, a orar. No había otra. Oraba y lloraba, lloraba y oraba.

En la Iglesia encontré una amiga sabia y madura. Ella me apoyaba y me aconsejaba. Dios la puso en mi camino. Qué importante es tener una amiga de verdad, con esa sabiduría especial que dan los años  caminando con Dios. Y me sigue ayudando a día de hoy.

No empleé ninguna estrategia concreta, simplemente me dediqué a amar a mi hijo. No había nada que él pudiera hacer o decir, que provocase que yo dejara de amarle.

Mi consuelo esos años de lucha fue saber que Dios está al mando. Que alguien poderoso y más grande que yo lo tenía todo bajo control. Saber que Él se iba a ocupar de que todo se arreglase. En el fondo siempre tuve el sentimiento de que mi hijo sería para Dios.

Hubo más de una respuesta a las oraciones. La más importante fue ver cómo retomó los estudios y acabó la universidad. Y así fueron pasando los años hasta que llegó esa “bendita” noche.

¡Qué puedo decir! ¡Dios es grande! poderoso… ¡Todopoderoso! Dios oye las oraciones. Doy fe de ello. No sólo eso, sino que te sorprende. Él responde cuando quiere y como quiere.

Para ser sincera debo decir que la petición primera por la que clamaba al Señor no era la salvación de mis hijos. Cuando pedía por ello, era con la esperanza de que le conociesen a Él, no una religión. No quería eso. Oraba por sus estudios, más tarde por sus trabajos; por su lugar en la vida, y sobre todo, por sus futuras mujeres. (A estas alturas entiendo la vital importancia que tiene con quién te casas). En fin, pedía por cosas terrenales, cosa de la que ahora me avergüenzo. Pero sí había un asunto personal por el que clamaba con mucha más fuerza.

Es entonces cuando de pronto, sin esperarlo, interviene Dios y en su infinita misericordia toca la vida de mi hijo de esta forma tan increíble y milagrosa. Es ahí cuando se produce la revolución en mi casa. Todo cambia, ya nada es igual. Dios ha entrado con fuerza en mi hogar.

Esa fue la respuesta a mi oración. No como yo pensaba, ni en el orden que yo esperaba con mi lógica humana. Pero Dios es PERFECTO y las cosas que Él hace simplemente son ¡perfectas! Mucho mejor de lo que nosotros siquiera podemos imaginar. Después fui consciente de la realidad oculta en la vida de mi hijo. Pero eso ya no me importaba, todo había cambiado. Ya no importaba lo que yo había hecho mal, tampoco lo que él había hecho mal. Llegó Dios y enderezó lo torcido. Obró un milagro.Impactado por el testimonio de su hermano, ahora mi segundo hijo también camina con el Señor.

Los problemas de mi hijo me acercaron a Dios y la respuesta vino con él. Curioso ¿no? Alabado sea Dios!! Yo no puedo más que alabarle y darle gracias. Infinitas gracias.

____________

La historia de ambos hijos pródigos ha sido muy diferente pero veo dos cosas muy claras en común.

La primera es el amor. Un hijo pródigo no tendrá deseos de volver a un hogar del que guarda un mal recuerdo. Ésto es válido tanto en el ámbito espiritual como el familiar. Si en la familia o en la Iglesia es despreciado o rechazado, va a ser más difícil que vuelva. Por supuesto debemos predicar la verdad y señalar el pecado. Sin embargo, ¿cúal es el objetivo? ¿Eliminar el pecado o restaurar a la persona? A veces en nuestro afán de eliminar el pecado eliminamos a la persona. Si tu único deseo es eliminar el pecado, dañar a la persona seconvierte en algo legítimo. Habrás sacado el pecado de la Iglesia o la familia pero habrás sacado también al pecador de forma que probablemente no quiera volver. Ahora bien, si tu objetivo es restaurar a la persona, siempre tienes que dejar una puerta abierta para que pueda volver. Señalar el problema pero también la solución. «Estás en pecado pero en Cristo hay restauración, vamos a orar juntos» en vez de «¡¡¡estás en pecado, fuera de la casa/Iglesia!!!» Conozco varios pastores con don de discernimiento. Cuando ellos ministran a personas de la Iglesia lo hacen con amor y paciencia, ahora bien, cuando disciernen algo acerca de sus hijos lo usan como un arma contra ellos, machacándoles. Que triste. Están usando su don sin sabiduría. Uno de los hijos de éstos pastores está incluso con pensamientos de suicidio porque no sabe ya cómo salir de esa lucha entre el pecado y la exigencia de su padre.

Sé que no es agradable ver a tu hijo desperdiciar su vida en el pecado. Sé que no es posible sonreír siempre cuando su alma eterna está en juego. Sin embargo el amor cubre multitud de faltas. Éste pasaje lo entiendo de varias maneras. Entiendo que el amor de Dios es suficientemente grande para perdonar cualquier pecado. Que si su amor está en nosotros podremos perdonar de la misma forma. Pero también entiendo que se puede amar a pesar de las muchas faltas. Que se puede seguir teniendo esperanza, exhortando con amor, y permaneciendo al lado de nuestros hijos (y de las personas) a pesar de lo que hagan, si es que el amor de Dios está en nosotros. Amar es como ponerse unas gafas de color, ves la realidad, pero está teñida del color de las gafas. Así el amor cambia nuestra actitud hacia las personas.

La segunda cosa que aprendo de éstos testimonios es que Dios tiene su tiempo para encontrarse con cada persona. Mi primo me dijo tras su conversión, que durante esos años de vida loca intentó acercarse a Dios en un par de ocasiones pero «no era el momento» y dijo: «ha sido ahora porque Dios lo ha querido así». Al principio rechacé ésta idea de pleno. ¿Cómo que ha tenido que ser ahora? ¡¡Dios hubiera querido que te convirtieses mucho antes!! Cuando yo leía en la palabra «escogeos hoy a quien sirvais» y «éste es el día de salvación» y «hoy ha llegado la salvación a ésta casa», interpretaba eso, que Dios te dice «¡¡¡conviertete ya!!!». Sin embargo recordé la historia de la mujer que lavaba los pies de Jesús con gran quebranto, con sus lágrimas, sus cabellos y su perfume: todo lo que ella era y tenía entregado a los pies de Jesús. Y Jesús diciéndole a los fariseos «al que mucho se le perdona, mucho ama». Y entendí. Incluso el momento de nuestra conversión entra dentro de las cosas que suceden en el tiempo kairos, el tiempo de Dios. Él orquesta las circunstancias a nuestro alrededor de forma que nos llevan al momento de decisión.  Dios sabe en qué momento se producirá en nosotros ese momento en el que veamos nuestra situación espiritual y estamos realmente dispuestos a entregarle a Él todo lo que somos, lo que sentimos y lo que tenemos. Si hubiera sido en otro momento hubiera sido una «conversión parcial», que quizá no hubiera durado en el tiempo.

Creo que ésta es la lección más importante para padres de hijos pródigos: Ama, ora y espera.

Recientemente escuché una predicación que hablaba de éste tema. Hablaba de hijos que viven en tu casa pero están lejos de Dios. Precisamente aconsejaba que el amor debe ser lo primero, pero mencionaba un tema que me pareció muy interesante y os lo quiero compartir. Hablaba de que si tus hijos viven bajo tu techo, no debes permitirles practicar el pecado bajo tu techo. No me refiero a echarlos de casa, hablo de no permitir que fumen, duerman con su novio/a, se droguen, etc. en tu casa. Si lo hacen, que sea fuera de tu casa. Es importante por dos factores. El primero que tus hijos vean la gravedad de lo que están haciendo, que no tengan esa facilidad por nuestra parte para pecar. El segundo es espiritual. Los tripulantes del barco donde Jonás viajaba a Tarsis no habían hecho nada malo. Pero la desobediencia de Jonás afectó a los del barco de forma que perdieron su carga y casi pierden la vida. Ésto no significa apartarlos de ti, todo lo contrario, significa tenerlos cerca pero marcarles un límite. Dios nos ama pero aborrece nuestro pecado, aunque pecamos, Él nos muestra su amor y misericordia. Pues nosotros debemos hacer lo mismo.

Un comentario en “13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

Deja un comentario