El sello del Espíritu Santo.

El sello del Espíritu Santo.

La palabra de Dios compara al Espíritu Santo con muchos elementos diferentes, cada uno con una simbología diferente que nos describe lo maravilloso que es poder contar cada día con su presencia en nuestras vidas.

EL ESPÍRITU SANTO ES:

*FUEGO: Para quemar lo que no sirve, para llenarte de valor para testificar, para darte poder e iluminar tu vida. Mt. 3:11.

*VIENTO: Para empujarte suavemente en la dirección correcta con su silbido apacible. Jn. 3:8.

*AGUA: Para limpiar tu alma, para saciar tu sed espiritual, para refrescarte. Jn. 7:37-39.

*ACEITE: Para sanar tus heridas, para perfumarte. Lc. 4:18; Heb. 1:9.

*PALOMA: Para tratarte en forma delicada y sensible, pero es fácilmente contristado. Mt. 3:16.

*VINO: Para alegrar tu corazón. Hch. 2:4, 12-13; Ef. 5:18.Salmo 104:15

Todas éstas características del Espíritu Santo tienen que llenarnos de alegría porque ese es el Espíritu Santo que cuida de nosotros cada día con amor y paciencia. Sin embargo quiero centrarme en una comparación que acabo de descubrir. Y es que el Espíritu Santo es sello. Ef. 1:13, 2ª Corintios 1.22,Daniel 6.17.

El símbolo del sello simboliza varias cosas:

  • El sello denota una transacción terminada, en los tiempos de la Biblia el sello demostraba la propiedad. El Espíritu mismo es el sello que Dios el Padre pone en el corazón del creyente a fin de asegurarle la certeza de una transacción completa. Hemos sido comprados y el Espíritu Santo es EVIDENCIA de nuestro nuevo dueño y de nuestro nuevo estado.
  • El sello es puesto sobre una cosa de valor y demuestra que algo es genuino, incambiable y de gran valor. Comprar un chicle no requiere de sello alguno, pero los objetos valiosos necesitan de certificados de autenticidad sellados. Somos valiosos ante Dios, Él nos tiene bien localizados y certificados.
  • El sello también daba autoridad, y prometía seguridad. Dios con su autoridad ha autorizado nuestra compra, nos ha garantizado que le pertenecemos y que estamos autorizados a ejercer como sus hijos con todo lo que ello implica. Ante los ataques del enemigo podemos mostrarle nuestras «escrituras de propiedad» selladas y él pierde automáticamente su poder. Está indefenso ante la autoridad de Dios.

Cuando compras una casa la acomodas a tu gusto, la reformas, limpias, traes muebles nuevos, pintas y un largo etc. Haces todo eso porque quieres que la casa esté bonita y poder disfrutar tu nuevo hogar. Cuando el Espíritu Santo nos corrige, nos enseña, nos cambia y nos limpia, a veces nos duele. Sin embargo esas «reformas de propietario» que Él hace son evidencia de que 1- Somos suyos 2- Él nos ama 3- Él va a quedarse con nosotros para siempre.

LAS REFORMAS DOLOROSAS QUE DIOS HACE EN NUESTRA VIDA SON EVIDENCIA DE SU AMOR

 

 

 

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 2

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 2

«YO YA DEBERÍA SABER ÉSTO»

Cuando la profesora de escuela dominical pregunta el versículo de memorizar al hijo de pastor porque «él ya debería saberlo ya que es el hijo de pastor». Cuando los niños pelean en el templo mientras juegan y un adulto regaña al hijo de pastor porque «ya debería saber que no está bien pelear». Cuando la gente se sorprende de que el hijo de pastor no haya leído aún la Biblia entera aunque sea un adolescente aún. Cuando la gente te mira raro si no sabes orar en público, los libros de la Biblia, manejar el sonido o vete a saber qué más cosas que ellos piensan que un hijo de pastor debería controlar aunque nunca la haya hecho. Cuando tus padres te regañan por no saber algo en vez de enseñarte a a hacerlo…

Cuando se espera mucho de alguien, la persona intenta estar a la altura. Intenta mejorar, intenta responder a las expectativas y no defraudar. Cuando ésta clase de expectativas se repiten con frecuencia, ésto puede arraigar en tu mente la mentira de que tu ya deberías saber hacerlo todo. Cuando ésta mentira se instaura en el corazón puede crear desembocar en cuatro diferentes tipos de problemáticas, de las que hablaremos ahora. Antes de decir «ésto no va conmigo», examínate sinceramente con ésta lista.

1. Fingir. Ya que esperan que seas perfecto, pues lo finges. Ocultas a todo el mundo tus problemas, tus tristezas, tu dolor y te escondes tras la máscara de hijo de pastor. Ésta mentira se mezcla muy fácilmente con la primera mentira «TENGO QUE SER PERFECTO» lee más aquí: MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1. Ésta falta de autenticidad lastima tu crecimiento emocional y espiritual. Puedes volverte tan bueno fingiendo que comienzas a creértelo.

2. No pides ayuda. No recibes el apoyo espiritual que necesitas, porque para los demás aparentas estar bien, saber todo y no necesitar nada. No recibes contestación a las grandes preguntas en tu interior porque si preguntas cae tu máscara de autosuficiencia y perfección. Dentro lloras, gritas desesperado por contestación, por aliento, por respuestas, pero fuera, eres un hijo de pastor sonriente que siempre va a la Iglesia.

3. Te cuesta muchísimo abrirte y hablar de tus problemas. No hablas con nadie de tus cosas y tampoco otros te la ofrecen normalmente. ¿Alguna vez alguien se ofreció a enseñarte o animarte? Si alguno hubo fue enviado por el Espíritu Santo seguramente, pero quizá no te atreviste a hablar. Te sientes aislado, solo y diferente (más de esto en otro capítulo).

4. Te cuesta reconocer que en realidad, no lo sabes todo. Nos aferramos a ésta mentira porque nos gusta que nos respeten y al ver nuestra apariencia estén satisfechos con nosotros. Decir «no lo sé» es bajarse de ese pedestal y no nos gusta. El pensamiento «debería saber.. pero no sé» te paraliza y te hace sentir fracasado.

Te das una «paliza mental» para hacerte actuar como deberías, insultándote y recordándote que eres un fracaso, aunque no sirve para nada porque no tienes ni idea de cómo hacer «lo que se supone que deberías ya saber hacer». Hay hijos de pastor que han llegado a golpearse a si mismos físicamente porque se sienten incompetentes y estúpidos. Obviamente no de forma que otros lo vean porque hay que mantener las apariencias, eso sería un escándalo. Algunos se hacen cortes en lugares tapados por la ropa, hacen ejercicio físico extremo, comen demasiado o no comen nada.

Esta herejía, como otras, tiene un poco de verdad. Tenemos que ser sabios y competentes. Tenemos que esforzarnos por no repetir nuestros errores. Pero eso es diferente de la herejía que dice que ya tendrías que saberlo todo. Eso es rotundamente falso. Tú sabes lo que sabes hoy, y eso es aceptable para hoy. Aprenderás más, estarás más adelantado mañana, pero por hoy está bien. Es suficiente. Basta para cada día su propio afán.

Mantenernos tras una máscara hace que nos encerremos en nosotros mismos, nuestros pensamientos vuelan y nos atormentan, se convierten en la verdad. En esa prisión de la mente pueden aparecer muchas formas de encerrarte en ti mismo.

Si te encierras en ti mismo en el área emocional aparecen la autocompasión, el rencor, la amargura, depresión, etc.

Si te encierras en ti mismo en el área social aparecen los sentimientos de soledad, el aislamiento, la desesperanza, los pensamientos de suicidio.

Si te encierras en ti mismo en el área del pensamiento aparecen las «santas herejías», una larga lista de mentiras como las que estamos tratando.

Si te encierras en ti mismo en el área sexual aparece la masturbación y la pornografía.

Es cierto que como hijos de pastor somos fácilmente juzgados, por tanto ten sabiduría a quien abres lo más profundo de tu ser. Pero si dejas que alguien sabio «entre» y te muestre la verdad de la palabra podrás ser libre. Si te atreves a reconocer las cosas que no sabes, si te atreves a preguntar tus dudas, si te atreves a quitarte poco a poco la máscara descubrirás que puedes llegar a ser lo que aparentabas ser. Quizá alguien se ofrezca a ayudarte. Pruébalo, cuéntale una cosita de tu corazón, examina si es digno de confianza. Y poco a poco sal de tras la máscara.

Si tiendes a pensar «ya debería yo saber» comienza a cambiar tu forma de hablar. Quita esas expectativas ajenas y reconoce con valor quien eres y que sabes. Cuando alguien se presente ante ti pidiendo o exigiendo que les soluciones algo prueba a reencaminar su forma de pensar con frases como éstas:

«No, la verdad que no tengo ni idea de la respuesta, ¿tu cual crees que es?»
«No sé cómo hacerlo ¿podrías enseñarme?»
«Creo que Fulano sabe cómo hacer esto»
«Nunca he enfrentado una situación como ésta ¿y tu?»

Dios no te pide más de lo que su Espíritu Santo te va enseñando a cada paso del camino, date tu tiempo, si Él es paciente contigo y con tus faltas, sélo tu también.

Basado y modificado del libro «Tengo que ser perfecto» por Timothy L. Sanford. Disponible en Amazon (busca en el amazon de tu país, el precio varía según la moneda del país).

Si no eres hijo de pastor y estás leyendo esto, te ruego que examines la forma en la que nos tratas. Necesitamos amor, amistad, consejo, ánimo, igual que tu. Ayúdanos a aprender antes de exigirnos saber enseñar.

 

 

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1

TENGO QUE SER PERFECTO

Algunos hijos de pastor no son conscientes de que esta mentira está instaurada en su corazón, pero muy probablemente lo esté. ¿Alguna vez pensaste cosas como?:

«tengo que ser el ejemplo de lo que mi papá predica»
«no quiero defraudar a mis padres»
«si no soy perfecto estaré defraudando a Dios»
«no quiero ser tropiezo para que se comparta a alguien el mensaje de salvación»
«conozco la verdad, se me exigirá mucho, tengo que ponerlo TODO en práctica»
«tenemos que dar un buen testimonio, una buena imagen como familia pastoral»
«la congregación amará más a mi papá si soy perfecto»
«si no sonrío y digo que va todo bien, todos pensarán que mi papá es un mal pastor»

Lo curioso del perfeccionismo de los hijos de pastor es que no le exigimos a los demás lo que nos exigimos a nosotros mismos. Ellos no tienen porqué ser perfectos, pero nosotros sí. Los demás pueden ser humanos y cometer errores pero nosotros no. Los demás merecen gracia pero nosotros…

Las personas en la Iglesia toman el derecho de «opinar casualmente» sobre lo que decimos y hacemos. Ellos no se atreven a acercarse a nuestros padres para comentarles nuestros fallos como harían en el caso de otros niños. «Eres hijo de pastor, no puedes hacer eso» (aunque todos los demás niños lo están haciendo), «¡pastorcito silencio!» (mientras que todos los niños gritan). Personas bienintencionadas con pequeñas frases que sumadas ejercen una influencia grande, instaurando la mentira de que TÚ tienes que ser perfecto, TÚ no puedes fallar.

La perfección humana es inalcanzable, sólo Cristo fue perfecto. Nosotros lo expresamos en agradables términos cristianos como si eso lo hiciera posible. «Con Dios se puede», «es que no tengo suficiente fe», «si tan solo me esforzase más», «si tan solo no hubiera dicho eso», «si yo fuera más paciente o más amoroso!».

Obviamente la vida Cristiana es una santificación progresiva que debemos trabajar y desear. Obviamente tenemos que examinarnos delante de Dios y tratar de ser mejores cada día. Nuestro corazón tiene que estar como el de David, perfectamente entregado a Dios (aunque pecó en algunos momentos). Tenemos que tratar de alcanzar la rectitud de Job (aunque él tampoco estuvo exento de pecado). La meta de perfección en nosotros debe ser «fallar lo menos posible». Pero la mentira que llega a los hijos de pastor es «tu no puedes fallar». Y ésto es imposible porque «todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios».

Entonces nos volvemos perfeccionistas. El perfeccionismo crea una meta inalcanzable, de la cual deriva una laaaaaaarga lista de puntos que debes cumplir. Nunca serás suficientemente espiritual, nunca orarás lo suficiente, nunca tendrás suficiente discernimiento o experiencia o amor o quien sabe que más.

Cuando eres perfeccionista piensas «o lo hice perfecto, o lo hice mal». Haberlo intentado no sirve. Trabajaste todo el año con los jóvenes con amor y dedicación, pero una vez gritaste a un joven, así que eres un mal líder. Predicaste con unción y autoridad pero citaste mal un versículo, así que no vales para predicar. Esto te susurra la mentira que se ha colado en tu interior. Comienzas a tener miedo al rechazo, miedo a fracasar, miedo a lo que otros pensarán, miedo a no saber algo, miedo a defraudar a Dios, miedo, miedo, miedo…

La necesidad de ser perfecto no solo genera un torbellino de ansiedad y frustración, también destruye tu confianza en ti mismo.
Cuando todo lo que haces no es perfecto, es un fracaso, tú te conviertes en un fracasado (o eso es lo que piensas), lo que te convierte en un estúpido sin remedio, lo que te quita todo el valor y la confianza en ti mismo.

Llegados a éste punto, tienes cuatro opciones.
Opción 1. Morir intentando,,,, intentando,,,, intentando ser perfecto.
Opción 2. Distorsionar la realidad para poder al menos sentirte exitoso. Mentirte a ti mismo. Auto engañarte diciendo, de vez en cuando consigo esa perfección, por tanto solo tengo que seguir intentándolo con más fuerzas.
Opción 3. Muchos hijos de pastor optan por renunciar e irse. Renuncian a la Iglesia y a Dios y al ministerio porque nunca podrán alcanzar el nivel que se auto exigen y sienten que los demás les exigen.
Opción 4: conocer la verdad que te hace libre. «tengo que ser perfecto» es una «santa» herejía que te destruye.

Aplicas estos versículos a los demás, pero, ¿los aplicas a ti mismo?
Romanos 3:23 «todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios»
A DIOS NO LE PILLA POR SORPRESA QUE SEAS PECADOR E IMPERFECTO. CREEME, LO SABE
Juan 3:16 «De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda»
DIOS TE AMA!! TE AMA Y TE AMA Y TE VUELVE A AMAR!! MURIÓ POR TI.
Romanos 8:38-39 «ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.»
TU IMPERFECCION NO HACE QUE DIOS DEJE DE AMARTE. NI TU MISMO PUEDES SEPARARTE DEL AMOR DE DIOS.
Juan 6:37 «al que a mi viene, no le echo fuera»
AUNQUE HAYAS FALLADO MIL VECES LOS BRAZOS DEL PADRE SIEMPRE ESTÁN ABIERTOS PARA TI.

Dios no nos obliga a seguirle, ni a servirle, ni espera nuestra perfección. Él podía habernos obligado a servirle, habernos doblegado como títeres sin voluntad, pero Él nos creó por amor, porque deseaba una relación íntima y de amor con nosotros. Todo lo que Él desea de nosotros es amor, y frutos de ese amor. Si estás haciendo cosas porque se supone que es lo de deberías hacer como hijo de pastor o como cristiano, no está bien.

Ese diálogo interno que mantienes diciendo «tengo que ser mejor, tengo que hacer esto, no puedo hacer aquello» tiene que cambiar. Dios no te impone nada. Él te da a elegir. Por supuesto que desea nuestra santidad y entrega total, pero desea que ese sea el fruto de una relación de amor entre los dos y no de una imposición religiosa.

Prueba a cambiar el «tengo que» por «quiero» «deseo» «elijo».
«deseo amar más a Dios»
«elijo orar más»
«amo tanto a Dios que quiero servir a mis hermanos»

Resumiendo: Debemos tratar de mejorar y conservarnos íntegros ante Dios. Debemos tratar de aprender más y aplicar más la palabra de Dios. PERO, si fallamos, eso no echa por tierra toda nuestra vida espiritual anterior. Es una debilidad en la que Dios puede hacerse fuerte en nosotros y mostrar su gloria. Hijo de pastor, Dios te ama como eres.

Basado y modificado del libro «Tengo que ser perfecto» por Timothy L. Sanford. Disponible en Amazon (busca en el amazon de tu país, el precio varía según la moneda del país.

Si no eres hijo de pastor y estás leyendo esto, te ruego que examines la forma en la que nos tratas. No nos exijas una perfección que no existe, que tu mismo no puedes lograr y que nos pone un peso que nos mata.
Hijos de pastor, espero que os sea de bendición.

 

Pecadores Anónimos

Pecadores Anónimos

¿Alguna vez habéis visto una reunión de Alcohólicos Anónimos (A.A.)? ¿Aunque sea en una película o una serie?. Existen otras clases de éstos grupos de apoyo, narcóticos anónimos, ludópatas anónimos, etc. En éstas reuniones hay una parte en la que cada uno habla de su situación, y es obligatorio comenzar de la siguiente manera:  «Hola, me llamo _____ y soy alcohólico.» A continuación cuentan cuánto tiempo llevan sin beber, si han recaído, y su situación desde la última reunión. En éstas reuniones todas las personas asistentes tienen el mismo problema, el alcohol, y aunque lleven mucho tiempo sin beber siguen asistiendo y confesando «soy alcohólico». Esa su forma de confesar que aunque en éste momento se encuentren fuertes, no están exentos de caer. Es un grupo de iguales en el que se animan, apoyan y aconsejan unos a otros con sus experiencias. Es un grupo en el que está prohibido juzgar, porque nadie está libre de pecado, nadie puede tirar la primera piedra (1). Cuando llegas al grupo se te asigna una persona de contacto a la que llamar cuando estás a punto de caer en la bebida de nuevo y que va a hacer todo lo posible por verte, distraerte, animarte, y que pase ese momento de bajón, de tentación.

Durante mucho tiempo he pensado que la Iglesia debería parecerse a Alcohólicos Anónimos en algunas cosas. Debería ser «Pecadores Anónimos».

1- Creo que deberíamos aprender a ser más abiertos acerca de nuestras debilidades y pecados, sin necesidad de entrar en detalles. Pablo habló muy abiertamente acerca de su vida pasada (2) y de su aguijón en la carne(3).  Aún sin especificar cuál era, habló muy claramente de que él no estaba exento de tentación y debilidad (4). Conozco personas cristianas que hablan de su pasado pecaminoso y se ríen, les causa gracia recordar ese pasado que debería avergonzarles. No debemos llegar a éste extremo tampoco, ni  hablar de ello de forma liviana, pero creo que es necesario mostrar nuestra humanidad a los demás, mostrar que no somos perfectos. Parece que cuando llevas unos cuantos años en el evangelio ya no puedes hablar mucho de tus luchas porque te sientes juzgado. En demasiadas iglesias se crea un aparente halo de perfección  alrededor de los miembros, los líderes o el pastor. Hay Iglesias que exigen perfección a sus líderes, lo cual los somete a un peso muy pesado que sólo Cristo pudo llevar. Hay líderes que aman tener una apariencia de santidad y perfección:  jamás piden oración por sus problemas, jamás hablan de los errores que cometieron y lo que aprendieron de ellos, etc. En algunos casos ésto provoca que las personas a su alrededor se avergüencen de hablar de sus debilidades y no reciban restauración.

Jesús declaró la guerra a la religiosidad y la hipocresía. Abiertamente criticó y condenó a los religiosos de aquella época.

En Mateo 23 tenemos algunas de las cosas que les echó en cara:

– Que mantenían una apariencia de perfección pero por dentro estaban llenos de corrupción.

– Que inventaban normas y leyes que cargaban a los demás.

– Que eran hipócritas, predicaban cosas que no cumplían.

– Que buscaban la aprobación y el aplauso de los hombres pero no el de Dios.

– Que impedían a muchos entrar al reino de los cielos.

– Que justificaban sus malas obras «teológicamente» con engaños sin entender la ley de Dios.

– Que daban más valor a los símbolos religiosos y las tradiciones que a la presencia de Dios.

Lamentablemente  muchos cristianos, predicadores  e incluso corrientes teológicas de hoy en día hacen éstas mismas cosas. Piensan cosas como:

«Si muestro tristeza por mi circunstancia es que no tengo suficiente fe»

«Si hablo de mi debilidad voy a ser juzgado, porque nadie más habla de sus debilidades»

«Para que la gente me respete tengo que mostrar una apariencia de perfección»

Si los líderes no somos humanos, seremos difícilmente accesibles para que los creyentes puedan acercarse, confesar sus pecados como dice la palabra(5), y ¡ser libres!. Creo que ésta es la razón de que haya tantas personas atadas por el pecado aún dentro de las Iglesias.

Según una estadística alrededor del 68% de los hombres que asisten a las iglesias accede a algún tipo de pornografía con regularidad. El 76% de éstos tiene entre 18 a 24 años de edad, y además, el 49% afirma conocer en totalidad o a la mayor parte de sus amigos que hacen lo mismo (6).

2- La Iglesia debería ser un lugar donde hay personas que cuando escuchan tu pecado no se escandalizan ni te acusan, sino que te llevan a la restauración. Escribí un poco acerca de ésto en el post de la semana pasada, leelo aquí: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/03/20/13-el-hijo-prodigo-se-queda-en-casa-parte-2/

Cuando la Biblia habla de nosotros como jueces, por un lado habla de que debemos juzgar, y por otro lado de que no.

Por un lado dice que juzgaremos al mundo, que debemos juzgar el pecado y expulsarlo de la Iglesia. (7)

Por otro lado nos dice que no debemos juzgar para no ser juzgados y que no tenemos excusa para juzgar. (8)

Si lees en detalle éstos pasajes, (por favor, hazlo), verás que cuando habla de no juzgar, pone un gran énfasis en la hipocresía, «no quites la paja del ojo de tu hermano si tienes una viga en el tuyo». Pero cuando habla de juzgar el pecado es tajante, no debemos permitir que se practique el pecado en la Iglesia, pero nuestra intención siempre debe ser la restauración de la persona. Debemos confrontar el pecado, con amor, pero confrontarlo. Sobre éste tema te recomiendo el estudio de Josué Barrios. (9) También debemos tomar medidas cuando una persona es confrontada de su pecado y no quiere arrepentirse.

Ahora bien, creo que hay personas que emplean una forma incorrecta de juzgar. Juzgar es señalar algo y decir «eso es bueno» o «eso es malo». Algunos piensan que juzgar significa hacer lo que hizo Jesús en el templo con las mesas de los cambistas. Jesús juzgó el pecado y a los hipócritas en muchas ocasiones usando muchos tipos de discurso oral: parábolas, sermones, preguntas, desafíos prácticos,  mandamientos y más formas. Jesús juzgó con sus palabras llamando a los fariseos «generación de víboras»,  y más. Pero solamente una vez se expresó en una forma.. digamos violenta. Por tanto debemos exhortar y enseñar a las personas de muchas formas, con paciencia, con sabiduría, y con discernimiento del Espíritu Santo.

Lo que podemos aplicar de A.A. es la humildad con la que corrigen y enseñan. ¿Has escuchado ésta frase? «predicar el evangelio es como cuando un ciego le dice a otro ciego dónde encontró pan». Hemos encontrado pan, hemos encontrado vida, hemos sido rescatados del lodo cenagoso y hecho nueva criatura y real sacerdocio en Cristo. Sin embargo no dejamos de ser ciegos= humanos, imperfectos.

Cuando un cristiano confiesa «hace 10 años que no consumo pornografía», «hace tres años que no bebo alcohol», «hoy he tomado la decisión de dejar la fornicación», está dando gloria a Cristo y se está convirtiendo en un testimonio vivo del poder de Dios para otros. El error que comenten muchos cristianos es negar que esa parte existió.

Un matiz, que creo que es obvio pero prefiero que quede reflejado, es que la ministración al pecador y  la confesión de los pecados es mejor que sean en un círculo cerrado y reducido de personas, que propicie la confianza y la restauración. Sin embargo el testimonio de nuestra lucha con el pecado y la victoria en Cristo, es sano que se haga de una forma pública cuando la persona está preparada= se siente libre, perdonada, y tiene la madurez suficiente para afrontar preguntas y ayudar a otros.

3- Cuando entras en A.A. te asignan una sombra, un apoyo, una persona a la que acudir. Sé que ese asistente es el Espíritu Santo para los creyentes. Sin embargo creo que, en especial durante esos primeros pasos en la fe,  se hace necesario tener una persona que te dirija. No se puede dar a luz un bebé y dejarlo a su suerte. Igualmente no se puede dejar un nuevo convertido sin el apoyo de decirle: «mira, aquí tienes ésta persona a quien llamar para lo que necesites».

Creo que se pueden extraer más enseñanzas pero lo dejaré aquí para que reflexiones por ti mismo. Dios te bendiga.

________________________________________________________________

1- Juan 8:1-11

2- Gálatas 1:13, 1ª Timoteo 1:13, Filipenses 3:6, 1ª Corintios 15:9

3-2ª Corintios 12:7-11, Romanos 7-8

4- Filipenses 3:12-14

5- Santiago 5:16

6- http://www.noticiacristiana.com/ciencia_tecnologia/estudios/2016/04/68-hombres-iglesias-pornografia.html

7- 1ª Corintios 6:2, Mateo 18:15-17, 1ª Timoteo 1:20

8- Mateo 7:1-5, Romanos 2:1

9- http://josuebarrios.com/biblia-sobre-juzgar/

13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

En el primer artículo sobre hijos pródigos os conté el testimonio de mi padre: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/01/30/7-el-hijo-prodigo-se-va-de-casa/

Mi padre vivió unos cuantos años de hijo pródigo lejos de sus padres, pero el amor de su familia y el llamado de Dios lo trajeron de vuelta a los pies de Cristo.

La semana pasada os compartí el testimonio de mi primo Samuel, que durante muchos años vivió cerca de sus padres pero alejado de Dios y metido en grandes problemas. yoymicasablog.wordpress.com/…/12-el-hijo-prodigo-se-queda-en-casa-parte-1

Hoy os quiero compartir la perspectiva de mi tía, madre de Samuel. Os dejo con su testimonio primeramente.

_____________

La historia comenzó hace 17 años aproximadamente. Mi hijo se juntó con malas compañías, cambió de imagen, llegaron los excesos y la vida desordenada. Lo peor de todo para mí fue ver cómo dejó los estudios en dos ocasiones. Yo le imaginaba debajo de un puente haciendo nada.

Dios utilizó los problemas con mi hijo para empezar a obrar en mi vida. Como hija de creyentes sabía las cosas, tenía la teoría, pero no la vivía. Hasta ese momento había sido una religiosa. Iba a la iglesia, poco más. 

Pero el Señor sabe perfectamente cómo tratar con nosotros, y le utilizó a él con una sencilla fórmula: ¿qué no haría una madre por su hijo? Me sentía impotente. Es por ello que me agarré a Dios y empecé a clamar, a orar. No había otra. Oraba y lloraba, lloraba y oraba.

En la Iglesia encontré una amiga sabia y madura. Ella me apoyaba y me aconsejaba. Dios la puso en mi camino. Qué importante es tener una amiga de verdad, con esa sabiduría especial que dan los años  caminando con Dios. Y me sigue ayudando a día de hoy.

No empleé ninguna estrategia concreta, simplemente me dediqué a amar a mi hijo. No había nada que él pudiera hacer o decir, que provocase que yo dejara de amarle.

Mi consuelo esos años de lucha fue saber que Dios está al mando. Que alguien poderoso y más grande que yo lo tenía todo bajo control. Saber que Él se iba a ocupar de que todo se arreglase. En el fondo siempre tuve el sentimiento de que mi hijo sería para Dios.

Hubo más de una respuesta a las oraciones. La más importante fue ver cómo retomó los estudios y acabó la universidad. Y así fueron pasando los años hasta que llegó esa “bendita” noche.

¡Qué puedo decir! ¡Dios es grande! poderoso… ¡Todopoderoso! Dios oye las oraciones. Doy fe de ello. No sólo eso, sino que te sorprende. Él responde cuando quiere y como quiere.

Para ser sincera debo decir que la petición primera por la que clamaba al Señor no era la salvación de mis hijos. Cuando pedía por ello, era con la esperanza de que le conociesen a Él, no una religión. No quería eso. Oraba por sus estudios, más tarde por sus trabajos; por su lugar en la vida, y sobre todo, por sus futuras mujeres. (A estas alturas entiendo la vital importancia que tiene con quién te casas). En fin, pedía por cosas terrenales, cosa de la que ahora me avergüenzo. Pero sí había un asunto personal por el que clamaba con mucha más fuerza.

Es entonces cuando de pronto, sin esperarlo, interviene Dios y en su infinita misericordia toca la vida de mi hijo de esta forma tan increíble y milagrosa. Es ahí cuando se produce la revolución en mi casa. Todo cambia, ya nada es igual. Dios ha entrado con fuerza en mi hogar.

Esa fue la respuesta a mi oración. No como yo pensaba, ni en el orden que yo esperaba con mi lógica humana. Pero Dios es PERFECTO y las cosas que Él hace simplemente son ¡perfectas! Mucho mejor de lo que nosotros siquiera podemos imaginar. Después fui consciente de la realidad oculta en la vida de mi hijo. Pero eso ya no me importaba, todo había cambiado. Ya no importaba lo que yo había hecho mal, tampoco lo que él había hecho mal. Llegó Dios y enderezó lo torcido. Obró un milagro.Impactado por el testimonio de su hermano, ahora mi segundo hijo también camina con el Señor.

Los problemas de mi hijo me acercaron a Dios y la respuesta vino con él. Curioso ¿no? Alabado sea Dios!! Yo no puedo más que alabarle y darle gracias. Infinitas gracias.

____________

La historia de ambos hijos pródigos ha sido muy diferente pero veo dos cosas muy claras en común.

La primera es el amor. Un hijo pródigo no tendrá deseos de volver a un hogar del que guarda un mal recuerdo. Ésto es válido tanto en el ámbito espiritual como el familiar. Si en la familia o en la Iglesia es despreciado o rechazado, va a ser más difícil que vuelva. Por supuesto debemos predicar la verdad y señalar el pecado. Sin embargo, ¿cúal es el objetivo? ¿Eliminar el pecado o restaurar a la persona? A veces en nuestro afán de eliminar el pecado eliminamos a la persona. Si tu único deseo es eliminar el pecado, dañar a la persona seconvierte en algo legítimo. Habrás sacado el pecado de la Iglesia o la familia pero habrás sacado también al pecador de forma que probablemente no quiera volver. Ahora bien, si tu objetivo es restaurar a la persona, siempre tienes que dejar una puerta abierta para que pueda volver. Señalar el problema pero también la solución. «Estás en pecado pero en Cristo hay restauración, vamos a orar juntos» en vez de «¡¡¡estás en pecado, fuera de la casa/Iglesia!!!» Conozco varios pastores con don de discernimiento. Cuando ellos ministran a personas de la Iglesia lo hacen con amor y paciencia, ahora bien, cuando disciernen algo acerca de sus hijos lo usan como un arma contra ellos, machacándoles. Que triste. Están usando su don sin sabiduría. Uno de los hijos de éstos pastores está incluso con pensamientos de suicidio porque no sabe ya cómo salir de esa lucha entre el pecado y la exigencia de su padre.

Sé que no es agradable ver a tu hijo desperdiciar su vida en el pecado. Sé que no es posible sonreír siempre cuando su alma eterna está en juego. Sin embargo el amor cubre multitud de faltas. Éste pasaje lo entiendo de varias maneras. Entiendo que el amor de Dios es suficientemente grande para perdonar cualquier pecado. Que si su amor está en nosotros podremos perdonar de la misma forma. Pero también entiendo que se puede amar a pesar de las muchas faltas. Que se puede seguir teniendo esperanza, exhortando con amor, y permaneciendo al lado de nuestros hijos (y de las personas) a pesar de lo que hagan, si es que el amor de Dios está en nosotros. Amar es como ponerse unas gafas de color, ves la realidad, pero está teñida del color de las gafas. Así el amor cambia nuestra actitud hacia las personas.

La segunda cosa que aprendo de éstos testimonios es que Dios tiene su tiempo para encontrarse con cada persona. Mi primo me dijo tras su conversión, que durante esos años de vida loca intentó acercarse a Dios en un par de ocasiones pero «no era el momento» y dijo: «ha sido ahora porque Dios lo ha querido así». Al principio rechacé ésta idea de pleno. ¿Cómo que ha tenido que ser ahora? ¡¡Dios hubiera querido que te convirtieses mucho antes!! Cuando yo leía en la palabra «escogeos hoy a quien sirvais» y «éste es el día de salvación» y «hoy ha llegado la salvación a ésta casa», interpretaba eso, que Dios te dice «¡¡¡conviertete ya!!!». Sin embargo recordé la historia de la mujer que lavaba los pies de Jesús con gran quebranto, con sus lágrimas, sus cabellos y su perfume: todo lo que ella era y tenía entregado a los pies de Jesús. Y Jesús diciéndole a los fariseos «al que mucho se le perdona, mucho ama». Y entendí. Incluso el momento de nuestra conversión entra dentro de las cosas que suceden en el tiempo kairos, el tiempo de Dios. Él orquesta las circunstancias a nuestro alrededor de forma que nos llevan al momento de decisión.  Dios sabe en qué momento se producirá en nosotros ese momento en el que veamos nuestra situación espiritual y estamos realmente dispuestos a entregarle a Él todo lo que somos, lo que sentimos y lo que tenemos. Si hubiera sido en otro momento hubiera sido una «conversión parcial», que quizá no hubiera durado en el tiempo.

Creo que ésta es la lección más importante para padres de hijos pródigos: Ama, ora y espera.

Recientemente escuché una predicación que hablaba de éste tema. Hablaba de hijos que viven en tu casa pero están lejos de Dios. Precisamente aconsejaba que el amor debe ser lo primero, pero mencionaba un tema que me pareció muy interesante y os lo quiero compartir. Hablaba de que si tus hijos viven bajo tu techo, no debes permitirles practicar el pecado bajo tu techo. No me refiero a echarlos de casa, hablo de no permitir que fumen, duerman con su novio/a, se droguen, etc. en tu casa. Si lo hacen, que sea fuera de tu casa. Es importante por dos factores. El primero que tus hijos vean la gravedad de lo que están haciendo, que no tengan esa facilidad por nuestra parte para pecar. El segundo es espiritual. Los tripulantes del barco donde Jonás viajaba a Tarsis no habían hecho nada malo. Pero la desobediencia de Jonás afectó a los del barco de forma que perdieron su carga y casi pierden la vida. Ésto no significa apartarlos de ti, todo lo contrario, significa tenerlos cerca pero marcarles un límite. Dios nos ama pero aborrece nuestro pecado, aunque pecamos, Él nos muestra su amor y misericordia. Pues nosotros debemos hacer lo mismo.

12- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 1)

Hoy os quiero compartir algo muy especial que Dios ha hecho en mi familia. Es el testimonio de conversión de mi primo. Nadie mejor que él para relatarlo asi que aquí os dejo su historia. Os advierto que es impactante.

31 de Octubre de 2016, noche de Halloween.

Salgo con un amigo a pasarlo bien como tantas otras veces. El plan: simple, beber una aquí, otra allí…el de la mayoría de la gente. Así está montado. Vuelve a suceder algo que me venía molestando desde hace tiempo, y es que, siempre que salía lo primero que oía por un lado u otro era algo sobre mi exnovia, una chica maravillosa a la que me estaba costando olvidar más de lo que imaginé. Y ese algo siempre era dañino. Para mí esto dejó de ser más tarde una mera casualidad. Sobre todo porque yo nunca preguntaba por ella. Solo quería olvidarla.

El caso es que empiezo la noche contento, pero este asunto me la agría al poco de empezar. Acaba siendo una noche de excesos en la que bebo mucho y consumo cocaína, ketamina y speed. Nada de lo que me sintiese orgulloso luego. Los acontecimientos que se suceden esa noche-mañana no son todos positivos, no entraré en detalles.

El caso es que acabo sobre las doce del mediodía en casa de otro amigo consumiendo speed, aunque lo aborrezco, no queda cocaína. Esta última era la droga a la que siempre volvía y que no era capaz de apartar de mi vida, incluso sabiendo que me estaba destrozando física y mentalmente. (Quiero aclarar que yo no era consumidor diario. La droga si había formado parte de mi vida desde los 17 años. Con etapas de grandes consumos y otras muy tranquilas. Tengo 34 en el momento en que escribo esto).

Sobre las cuatro de la tarde vuelvo a mi casa en “buenas condiciones”, un poco tocado obviamente después de los excesos, pero bien. A esas alturas, en mi cuerpo ya no queda ninguna sustancia salvo anfetamina. Suficiente como para no dormir en un par de días.
Los colegas me han llamado loco muchas veces. Y yo siempre reía para mis adentros y contestaba: que tenía una cabeza dura como el acero, que para verme perder el juicio a mí hacían falta un par de kilos y estupideces así. La verdad es que tenía un cerebro duro, los hechos hasta ese día así lo habían demostrado. A lo largo de los años vi a mucha gente perder el juicio durante juergas interminables. Si, tenía un cerebro duro. Hasta ese día.

Mientras espero a mi madre para cenar, en algún momento de la tarde le doy unas caladas a un porro de marihuana porque se me ha acabado el tabaco y no tengo ninguna moneda para comprar. (Me había regalado el colega unos canutos porque sabía que no me iba a poder dormir). Mantengo contacto por teléfono con algún amigo porque me aburro tremendamente y no puedo dormir. Una de las personas con las que hablo es con mi ex. Es ahí cuando empiezo a notar la marihuana haciendo daño en mi cabeza. No puedo hablar ni expresarme correctamente, no me salen las palabras, me pongo extremadamente nervioso, y me doy cuenta que esa basura está haciendo su trabajo. Aquel por el que la dejé años atrás. (Yo fui consumidor habitual de esa planta hasta que sentí claramente que o la dejaba, o me iba a quedar loco. Tal cual. Los efectos y pensamientos en mi cabeza después de consumirla empezaban a ser enfermizos, siniestros, algunos realmente turbios. También quiero apuntar con esto que conozco de sobra los malos viajes que puede provocar. Solo para matizar antes de lo que voy a contar).

Al fin mi madre llega, hablamos un poco y ceno con ella, se da cuenta que la noche ha sido larga pero como tantas otras veces. No nota nada especial. Después de ver un rato la tele se va a la cama. Me quedo solo y viendo que no me voy a dormir me termino el porro, al menos para relajarme, dormir va a ser complicado. Ese porro no tarda en hacer efecto y me acaba mandando al baño a vomitar. Creo que entre otras cosas me provocó un bajón de tensión como nunca antes había sufrido. Voy en busca de azúcar, me meto una cucharada entera en la boca y la trago como puedo (me doy cuenta de la tontería que acabo de hacer) pero nada. No va a haber mejora.

Empiezo vomitando en el lavabo, continúo en la taza y cuando ya la he dejado suficientemente fea paso a vomitar en la ducha. Ya no queda nada en el estómago y aun así sigo vomitando. Pasa el rato, y no dejo de vomitar. Me voy quedando sin fuerzas poco a poco, por minutos, hasta que acabo completamente incapacitado para moverme. Es ahí cuando pienso: “como aparezca tu madre y te vea así….vaya cuadro, pobrecita”. El hijo tirado en el suelo medio desnudo, sudado, todo el baño potado…debía ser una bella estampa. Un Van Gogh.

Pero la cosa se va torciendo, pasa el rato y sigue sin haber ningún indicio de mejora, eso me preocupa, empiezo a encontrarme realmente mal. Deja de hacerme gracia la situación. Empiezo a pensar que necesito una ambulancia, o que ojalá mi madre me haya oído tirar de la cadena, encender la ducha o algo y aparezca. Sigo empeorando, llega el momento en que pienso que si viene la diría que le pida a Dios por mí. Pero hay un problema y es que no tengo fuerzas para moverme, y ya tampoco para hablar, ni pedir ayuda claro. Ahí me doy cuenta realmente de mi situación. De que esa vez es distinta a otras.

Entonces en mi interior siento y pienso: “así es como me querías ver ¡eh! Teníamos que llegar a esto ¿no? Hacía falta llegar a esto” – Le estoy hablando a Dios.
(Aproximadamente dos años atrás había empezado a pedirle ayuda a Dios cuando volvía a casa después de fines de semana de gran consumo de alcohol y cocaína. Me sentía tan tremendamente mal que me ponía de rodillas delante de mi cama y le pedía ayuda, le decía que quería cambiar. Pero solo una vez noté respuesta. Fue tan inmediata, empezó como un torbellino, tan dentro, que me asusté y paré la oración. Ya no volvió a suceder. Le seguí buscando un tiempo hasta que me cansé. Sentía que si estaba, ya no estaba para mí. Me había dado una oportunidad y la rechacé).

Mi situación continúa empeorando. Noto que en mi cerebro algo malo está sucediendo, ya no solo es físico el tema. Hay algo más peligroso y está sucediendo dentro de mi cabeza. Entonces empiezo a pedir ayuda a Dios. Como no puedo hablar solo soy capaz de decir: “ A, Ú, A, E ”. Una y otra vez, una y otra vez. De pronto cuando parece que me vuelve un rayito de energía entonces soy capaz de encadenar: “AYUDA E”.

No sé si llegué a pronunciar AYÚDAME por completo y bien ni una sola vez. La otra cosa que recuerdo suplicarle es: “Sácame de aquí, sácame de aquí” Eso fue todo. Después de estar pidiéndole auxilio unos minutos, no sé cuántos exactamente, tuve la certeza que algo
cambiaba. No se cómo explicarlo muy bien. De toda la experiencia es en este tramo en el que me encontraba más confuso y débil. Pero sentí de pronto que algo o alguien estaba conmigo ahí, había entrado en escena.

Fue un breve momento de calma antes de lo que iba a venir.

No pude ver ninguna imagen clara. Mi cabeza solo era un desagüe de caos. Sentía que se estaba destrozando poco a poco mi cerebro. Veo figuras transformándose, colores: negro, marrones, oscuridad. Formas moviéndose rápidamente. Todo muy abstracto. Locura podría ser el resumen.Entonces todo eso se va transformando en un mar de sensaciones: mucho sufrimiento, dolor, angustia, desesperación y desamparo absolutos. Era tan brutal que no tardé en comprender que estaba en el infierno.

No recuerdo cuanto tiempo estuve ahí, pero sí que fue horrible. Entonces empieza a cambiar elescenario, la agonía absoluta, los colores oscuros y el torbellino esquizofrénico de movimientos y formas se va transformando en luz, en claridad, veo blanco, siento paz, gozo, cosas que no me es posible explicar con palabras de éste mundo. No existen adjetivos para describir como me sentía allí.

Es breve pero increíblemente intenso.

Me di cuenta que Dios me estaba mostrando dónde me dirigía irremediablemente y qué es lo que había esperándome al otro lado. La otra cara de la moneda. La salida. Empiezo a ver su Poder. Cómo de algo feo, sucio, corrompido como es la droga en mi cerebro, Él puede, manejándolo a su antojo, convertirlo en algo precioso.

No sé cuánto tiempo transcurrió. Había perdido la noción total del paso del tiempo. Digamos que vuelvo a la realidad después de este “viaje” y me doy cuenta que sigo tirado en el suelo. Siento que ahora es momento de levantarse. Intento incorporarme pero no me quedan fuerzas. Entonces siento como Dios me pone, literal, como unos bastones o barras de energía en los gemelos. Así que consigo apoyar por fin los pies en el suelo. Sigo agarrado a la bañera. Pero ahora al menos con mis pies apoyados y firmes. Intento incorporarme y lo consigo un poco. Pero me siguen faltando fuerzas. Entonces siento que me vuelve a poner esos “bastones”. Yo lo siento como barras de energía. Tal cual. Esta vez en el los muslos. Consigo incorporarme un poco más. Mientras lo estoy haciendo Dios me permite ver algo como desde el exterior, como en tercera persona: Veo como fuerzas ocultas me agarran desde abajo arrastrándome, tirando de mí hacia al suelo. Para que no me levante. Para que me mantenga ahí postrado, miserable. Entiendo que Dios aquí me está revelando la lucha que existe, real en este mundo y en cada uno de nosotros. Va a ser una noche de  revelaciones.

Estas fuerzas pesan, creo que llegan incluso a bajarme. Pero entonces Él entra en acción. No lo veo en ningún momento. Pero sé perfectamente que es Él. Tengo una certeza inexplicable que es Él el que tira de mí. Desde abajo tiran con fuerza pero dos o tres intervenciones suyas vencen esta resistencia y me ponen totalmente de pie. Debo decir que de pie sí, pero no erguido. Estoy un poco encorvado y tengo un poco de frío. Empiezo a
sentirme bien. Hacía no mucho rato no podía ni soñar con encontrarme en esa situación.
Este gesto que tan sencillo parece, el de incorporarse, no sé cuánto tiempo me llevó. Pero fue una ardua tarea. Solo puedo describirlo así. Una absoluta pelea.

El caso es que ya estoy ahí. De pie, encorvado, débil, pero feliz. Empiezo a sentir felicidad. Siento claramente que hay algo sobrenatural, una fuerza que me está soportando. No es mi energía, esa estaba absolutamente agotada. Me quedo ahí de pie un breve tiempo intentando asimilar eso que acaba de ocurrir. Entonces una voz me habla y me dice vete a ver a tu madre. Y de pronto quería ir corriendo ¡donde ella! Había pasado por tres fases ya. ¡Que no venga por favor!, ¡que venga a socorrerme! y ahora era yo el que iba a ir ¡a buscarla. Intento moverme pero no puedo. Como ya he visto perfectamente lo que ha hecho conmigo le digo: “Señor, no puedo moverme”. Entonces Él me da un poquito de energía.

Me muevo; justo consigo salir del baño y entrar en la cocina. Entonces me vuelven a fallar las fuerzas, me quedo seco, quieto. Vuelvo a hablarle: “Señor, no me quedan fuerzas, un poco más” le pido. El deseo es concedido. Con otro poquito de energía consigo llegar a mitad del pasillo. Se repite la historia. Me vuelvo a quedar sin fuerza. Le pido: “otro poquito más por favor Señor”. Y así 4 o 5 veces en total hasta que consigo entrar en la habitación de mi madre. Luego entendería que aquí Dios me estaba mostrando claramente, como a un niño, que pida y se me dará. Así lo promete Él en la Biblia. Tan sencillo como eso. Me podría haber dado energía de una vez para tal “gran” travesía. Del baño al dormitorio. Pero no. Él quería que fuera así.

Entro en la habitación de mi madre y cierro la puerta tras de mí. (Esto me lo recuerda ella). Dice que ve una forma tambaleante entrar y se asusta. (Son alrededor de las cuatro de la madrugada). Me tiro de rodillas al pie de su cama y entonces digo: “mama. He visto el infierno. Y el cielo. Pero tranquila, Él está haciendo algo muy bonito ahora en mí”. “Lo que he vivido ha sido muy duro, muy horrible, muy angustioso. Pero eso ya pasó. A ti te ha tocado ver lo bueno, lo malo lo he pasado solo”.

Aquí empieza una serie de acontecimientos que soy completamente incapaz de ordenar
cronológicamente. Solo sé que estoy en sus manos y que Él está empezando a hacer su obra, a transformarme, a cambiarme, a limpiarme. Siento que toda la sustancia que queda en mí sale de mi sangre. Lo siento tal cual. Sale. Es entonces cuando le digo a mi madre: “ya estoy limpio, ya no queda nada en mí”.

Siento cómo cosas que tenía agarradas en mi interior salen. Tengo un sentimiento físico de ello. Noto el arrastre al salir. Este proceso lo recuerdo bastante largo, cosa que sólo probaría algo que yo ya sabía, que estaba enterrado hasta el cuello de basura. Mientras van saliendo todas las cosas malas, sucias. Me muestra en una secuencia de imágenes toda
mi vida con todos esos momentos cruciales en los que ocurrían cosas que aparentemente no tenían sentido y que yo no entendía. Entonces Él va atando todos los cabos, mostrándome cómo nada había sido fruto del azar. Las piezas encajaban como un puzle perfecto. Una demostración absoluta de su Poder y Control. Yo solo podía alucinar. ¡Todo cobraba sentido! ¡Mi vida cobraba sentido! Comprendí que Él es Arquitecto Perfecto. Vi como hace y deshace. Cómo mueve los hilos. Vi su Poder de una manera increíble. No sólo en esto. En absolutamente todo lo que ya me había ocurrido, me estaba ocurriendo y en lo que quedaba por suceder.

En algún momento Él me dice que tiene un mensaje para mi madre. La digo: “mama. Dios me dice que tiene aquí preparado, esperándote, un sitio especial para ti”. Ella rompe a llorar. La abrazo y es entonces que siento que ahora conozco realmente a mi madre. Es una sensación preciosa de vínculo.
Difícil de explicar.
Y así se lo digo: ahora te conozco mamá. (Aquí quiero apuntar que más de una vez ella me había dicho llorando que pensaba que la odiaba).

En algún momento sentado en la cama empiezo a sentir oleadas de algo que no tengo palabras para describir. Algo como eléctrico, algo que vibra y se transmite por todo mi ser. La sensación más indescriptible e impresionante que he sentido en mi vida. Es tan fuerte que en estos momentos no puedo hablar. Me limito a resistir las sacudidas. Creo que intento gritar de agradecimiento pero solo soy capaz de abrir la boca sin pronunciar sonido alguno, y cuando parece que se está apagando la sensación viene más y más fuerte. Con tal intensidad que me siento insignificante, me siento totalmente inmerecedor de eso que me está regalando. Algo tan bueno y tan bonito.

Así estoy un tiempo. No sé cuánto. Pero es sin duda lo más espectacular que me ha pasado en la vida.Sin ningún tipo de duda. Ahí es cuando comprendo perfectamente de quien se trata. Del Dios Todopoderoso. De un Dios infinitamente increíble. Para el que no existen palabras que lo puedan describir. Un Dios que no hace oídos sordos. Un Dios de amor. Incluso en tu momento más vergonzoso Él te ama.

En estos momentos recuerdo perfectamente que ya nada me importa. Que todo aquello que hasta esemomento me preocupaba o inquietaba, ya no significaba nada para mí. Había comprendido quien era el Jefe y que Él, mi Señor, era absolutamente maravilloso. Que si estaba con Él ya nada me debía preocupar.

Esa sensación es tan fuerte que creo que si me acerco a mi madre ella va a notar ese torbellino que me está estremeciendo por dentro. Me acerco a ella y le pongo la mano en la espalda y le pido a Dios que la deje sentir a ella un poco de eso. Pero me temo que no estaba en sus planes. La pregunto: “mama ¿sientes algo?” Y me dice: no hijo. Luego entiendo que esa era una obra que estaba haciendo en mi vida. No eran 10.000 voltios de electricidad que fueran a dar calambre a mi madre por mucho que a mí me hubiera gustado.

Cuando creo que voy a morir de gozo, alegría, no sé qué palabra utilizar, descubro que tiene más sorpresas para mí. Yo padecía desde hace 10 años un problema poco conocido para la gente y que había ido degenerando con el tiempo. Sé que el causante en gran parte era la droga. Es uno de sus factores desencadenantes demostrados. Se llama síndrome de ojo seco. No tiene cura a día de hoy. Como el propio nombre indica afecta a los ojos dejándolos sin la lágrima natural que los lubrica, cuida y protege. Los efectos son varios y enormemente desagradables. Yo no tenía lágrima ninguna ya. Estaba en la fase que se denomina severa. Todo el día con molestias, ojos hinchados, muy a menudo rojos. Había afectado completamente a mi calidad de vida. Dejaba de hacer muchos planes por este tema. Me había creado una inseguridad que yo nunca había tenido. Había llegado la fecha en que simplemente hablar con una chica que me atrajese, mirándola a los ojos, me costaba enormemente por el hecho de que no sabía cómo los tendría. Porque eran como un semáforo.

Bueno, pues Dios me dice: Ya no tienes ojo seco. E inmediatamente noto un torrente de lágrimas que recorren mis párpados humedeciéndolos y dándome una sensación olvidada ya. Tan básica y tan olvidada. Poder abrir y cerrar los ojos sin trabajo ni molestia, notarlos ¡sanos! No puedo creerlo. Le digo: ¡mamá! ¡¡Tengo lágrima!! La miro y digo: ¡¡A que tengo los ojos blancos!! (Recordar que venía de fumarme un buen canuto y llevaba más de 40 horas despierto, lo normal a esas alturas es que los tuviese ya bastante rojos). Me dice: si, los tienes blancos hijo. Yo no tenía ninguna duda.

Pero todavía tenía más sorpresas. Yo padecía de insomnio, hecho que también achaco mucho a la droga, y que me torturaba. Había provocado que fuese sin dormir a multitud de citas, entrevistas importantes. Empezar cientos de días de mal humor que luego transmitía a mis parejas, familia, amigos, a cualquiera que se cruzase. Ese tema quedó solucionado como he podido comprobar hasta el día de hoy. Me dijo: “Ya no tienes
insomnio”.

No sé si realmente oía una voz, o simplemente Él mandaba un mensaje a mi cerebro. Pero yo tenía la certeza absoluta de que eso ocurría. Recibía claro el mensaje. Y según ocurría, en voz alta se lo relataba a mi madre.

Aquí no hace falta que explique cómo me podía sentir ya. Sentía que Dios era maravilloso. Que grande era Él, que inmenso era Él.Había un último regalo preparado. Con los temas que a mí más me amargaban, Él hacía preciosos regalos.

Yo tenía indicios ya de que los excesos de mi vida empezaban a manifestarse y pasar factura a mi cerebro. Como ejemplo un ligero tartamudeo que nunca había padecido y apareció como a los 32 años. Hay más. El caso es que llevaba 2 años trabajando hasta 14 horas diarias en un proyecto. Creando lo que iba a ser mi empresa, mi sueño, con suerte mi ocupación profesional para el resto de mi vida. El hecho de ver cómo siempre acababa tropezando en lo mismo y destrozando mi cabeza con droga; siendo consciente que la tarea que me ocupaba exigía el máximo rendimiento mental por mi parte; eso, eso me machacaba. Me hacía sentir impotente, un absoluto desecho, un desperdicio de hombre.
Débil.

Entonces viene el regalo. Siento cómo me escanea el cerebro por capas. Lo siento físicamente. Siento cómo repara aquellas zonas dañadas. Capa a capa. Lo puedo sentir tan claro que no voy a intentar ni describirlo. Simplemente lo vi.

Cuando yo ya creo que soy el tipo más feliz del mundo con mis regalos. Empieza la parte en la que Él me enseña qué es lo que tiene pensado para mí. Me muestra trayendo muchas almas a su presencia, apartando demonios con autoridad. Esto me lo muestra gráficamente. Miro a la gente a los ojos y se convierten. Hago un gesto con las manos y los
demonios se apartan. Son como gusanos rojos. Extiendo los brazos y simplemente se apartan.

También me muestra la chica que será mi mujer. Se lo digo a mi madre.
Por último me dice que el fin está cerca.
Recuerdo que sus revelaciones vienen a mi mente con una claridad pasmosa. Aparecen en mi cabeza como polaroids, como una imagen o una sucesión de ellas. Hablo un rato con ella. La digo que esto lo tengo que contar. ¡A todos! La digo que voy a traer a mis
hermanos a Dios, me acuerdo de mis tíos María y Samu, pienso en mis amigos también.
Y así estoy un buen rato, una hora quizá, dos. Disfrutando, saboreando el poso de esa experiencia tan maravillosa que me acaba de ocurrir.

En todo este tiempo siento una sensación increíble de hormigueo que me rodea por completo. Es como un aura. Me siento nuevo, absolutamente nuevo. No tengo ni rastro de hambre ni cansancio. Ese aura hace que me sienta como flotando. La paz y felicidad en mí es absoluta. Es algo sobrenatural. Otro regalo suyo.

Escribo a dos personas un whatsapp diciéndoles que tengo algo que contarles. Algo muy fuerte. Pasa un rato y siento que toca descansar. Pienso entonces en mi madre y me da penita. Hora de dormir. Entonces la digo: ¿sabes? tengo la sensación que aún me va a conceder un último regalo. Creo que voy a poder dormir. Cosa que a pesar de la falta de sueño se antojaba complicada. No me pasaban cosas así todos los días. Estaba bastante eufórico, me salía de mi cuerpo como se dice.

Pero como estoy convencido de ello, me tumbo, la doy las buenas noches y me caen los párpados como plomos. Empiezo a respirar fuerte. Paso las fases del sueño, la REM incluída, noto perfectamente la regeneración que produce el sueño. Sobre todo lo noto en los ojos y me despierto. Ya había dormido suficiente y tenía que contárselo a mis
amigos. ¡Me había olvidado de ellos!

Son las 7 de la mañana y empiezo a disparar whatsapps. Mi madre duda que llegase a dormir 5 minutos. Pero yo había descansado. Perfectamente. Era el primer día de mi nueva vida. Gracias mi Dios.

Hablando al día siguiente con mi madre llegamos a la conclusión por las referencias de tiempo que teníamos que toda la experiencia habría durado entre dos y tres horas.

También quiero matizar que han pasado 24 días desde aquello hasta el momento en que escribo esta línea y se ha ido todo tipo de ansiedad, ¡no necesito ninguna clase de sustancia! Me siento limpio, sano, duermo bien, ¡soy feliz! Tremendamente feliz. Y lo más importante. Él sigue conmigo.

Yo le amo con todo mi alma.

En unos días publicaré la otra cara de esta moneda, el testimonio de su madre, que vivió de cerca todo lo relatado en éste testimonio, lo bueno y lo malo. Sólo quiero añadir una cosa. Dios tiene nuestras vidasen sus manos, y Dios sabe CUÁNDO, DÓNDE y CÓMO revelarse a nosotros. Sigue orando. El día llegará.

 

11- SOBREPROTECCIÓN

11- SOBREPROTECCIÓN

TENDENCIAS INCORRECTAS DE LA EDUCACIÓN DE HOY EN DÍA 2ª PARTE

Es evidente que la educación ha cambiado. La forma en la que vemos a nuestros hijos y la forma en que les tratamos ha cambiado. Hace siglos los hijos eran poco más que una fuerza barata de trabajo. La alta mortalidad infantil y las duras condiciones de vida provocaban que tener muchos hijos fuera casi imprescindible. Hoy en día, a medida que las condiciones socioeconómicas han ido cambiando, el tener hijos se ha convertido en algo opcional. Si tenemos hijos, queremos tenerlos con unas ciertas condiciones: poder darles una economía y una atención adecuada, factores que antes no se tenían tanto en cuenta.

(Lee más sobre éste tema en éste capítulo anteriormente publicado: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/01/16/5-prioridades-ii/?iframe=true&theme_preview=true ).

Sin embargo la sociedad se ha ido completamente al otro extremo que antes.  Ahora, los hijos se consideran lo más valioso y se protegen como tal. Han tomado el primer lugar en muchas vidas y familias, incluso en ocasiones han tomado el lugar de  mando, lugar que sólo corresponde a los padres. Cuando es así las cosas no funcionan, el orden que Dios estableció se alerta y hay consecuencias en la familia. Mucha gente no es consciente de que cede su lugar a sus hijos. Bueno, excepto mi vecino, que tiene una pegatina en el coche que dice «Rafa es el jefe» (Rafa es su hijo de 7 años). Cada vez son más comunes los hijos que maltratan a sus padres. Ésto no es casualidad, ni surge de repente. No es que los niños se hayan vuelto más agresivos de repente. Hay muchos factores que han influido en esto, sobre todo la sobreprotección. En palabras del coach Pedro García Aguado: «De un padre sobreprotector sale un hijo tirano, no falla.»

Entiendo que los hijos son valiosos y deben ser amados y protegidos, sin embargo, en algunos casos ya no es una protección sana y normal, sino que han llegado al extremo insano de la sobreprotección. Constantemente veo madres y padres detrás de sus hijos preguntándoles si quieren algo, arreglándoles la ropa, limpiándoles los mocos y ayudándoles en cada paso que dan, bajo una constante supervisión. No dan lugar a que los niños se ensucien, ni se caigan, ni «sufran» en alguna manera ni por un instante. Les dan de comer con constantes distracciones y ante el mínimo síntoma de malestar corren a aliviar el “sufrimiento” de sus hijos. Parece que su mayor temor es que sus hijos lloren o no sean felices un solo segundo. Estoy segura de que estos padres lo hacen con la mejor de las intenciones, pero en realidad no se dan cuenta de que están perjudicando seriamente a sus hijos.

Proteger a tus hijos no es evitarles toda incomodidad, molestia o sufrimiento. Déjame ponerte un ejemplo. Una mariposa puede tardar largas horas en salir de su capullo ¿Pero sabes qué sucede si la ayudas a salir del capullo? Sus alas se atrofian y nunca podrá volar. El dolor y la presión de apretujarse para salir del pequeño agujero son absolutamente imprescindibles para que las alas se estiren y la mariposa adquiera la capacidad de volar. A pesar de toda la buena intención de la persona que la quiere ayudar, causa un daño irreparable.  Puedes verlo más detalladamente aquí:

Igualmente hay cosas que no puedes evitarle a tus hijos, llorarán cuando estén cansados, se quejarán cuando tengan que hacer tareas, montarán rabietas cuando no entendamos lo que quieren, pero si no les dejamos experimentar la frustración, la incomodidad y las dificultades estaremos causándoles un daño irreparable, igual que a la mariposa. Si intentas evitarles todo sufrimiento, ¿qué pasará cuando tú seas la fuente de ese «sufrimiento»? ¿Qué pasará cuando tú le prohíbas hacer algo que quiere hacer causándole frustración? Pues que no tendrá las herramientas internas, mentales y emocionales, para enfrentar y saber lidiar con la frustración, y te culpará como fuente de sus problemas. Nunca ha tenido problemas con otros niños porque tu le defiendes. Nunca ha tenido problemas con los estudios porque tu le defiendes ante el profesor. Nunca ha tenido problemas con las circunstancias porque tu solucionas todas sus necesidades. Entonces llega el día en el que tú le dices «NO». No puedes volver a casa a la hora que quieras. No voy a darte tanto dinero para salir. En su mente, el problema eres tú y la solución es que tú cambies. A gritos, a golpes, con amenazas, ignorándote, rebelándose..

Aún en el improbable caso de que puedas protegerlo de todo hasta que deje el hogar, tarde o temprano tendrá que enfrentarse a un mundo que va a presentarle todo tipo de “incomodidades” y la preparación que hayan recibido en su casa para enfrentarse a ello va a determinar qué clase de ciudadanos son.

Es fácilmente observable cómo la obediencia y el respeto casi absolutos a los padres se ha perdido en cuestión de dos generaciones. Muchos lo atribuyen a que se ha levantado una generación de padres que no entendieron la disciplina de sus propios padres como algo positivo, sino que quisieron proteger a sus hijos de ello, proveyéndoles de todo lo que ellos “no tuvieron” económica y emocionalmente.

Un niño acostumbrado a tener todas las comodidades regaladas, se convierte en un adulto que espera ese trato prioritario y preferente por parte de todas las personas a su alrededor, y se convierte: o bien en alguien narcisista y agresivo, o en alguien negativo y retraído que no entiende por qué el mundo es así. El sufrimiento existe porque las personas son imperfectas. Es imposible vivir sin experimentar dolor, temor, enfermedad, incomodidad, etc., así que tus hijos tienen que aprender a enfrentar todas esas cosas.

viñeta

Además, los niños aprenden por las consecuencias de sus actos. Si yo le digo a mi hijo que no meta un dedo en el enchufe y lo castigo si desobedece, el niño va a aprender, bien sea por el castigo que yo le ponga, o bien porque se lleve un calambrazo. En ambos casos va a ser un «sufrimiento» que va a hacer que el niño aprenda que ese es un límite (escarmiente o no).

Debemos enseñar desde la infancia a nuestros hijos las capacidades que les permitan lidiar personalmente, por si mismos, con esa frustración que inevitablemente va a haber en sus vidas. Aquí tienes algunas pistas sobre cómo hacerlo.

  • No les des a tus hijos todo lo que deseen de forma inmediata y sin que les cueste ningún tipo de esfuerzo. Es mejor reforzarles con premios después de buenas conductas (p.ej.: después de hacer los deberes bajamos a jugar al parque) y hacerles ser conscientes de ello.
  • Es importante que tengan horarios y normas; (por ejemplo: si ahora es la hora de comer, no es momento de ver dibujos.
  • Enseñarles a ser pacientes y saber esperar.
  • Potencia el cariño, la confianza y el respeto.

Cuando haces por tus hijos todo lo que podrían y deberían hacer por sí mismos, les estás robando la oportunidad de aprender y crecer. Protégelos, también de ti mismo, enseñándoles a enfrentar la vida, no puedes vivir por ellos.

Muy relacionado con éste tema tenemos el tema de la disciplina, que comenzaremos más adelante, tratándolo según las diferentes edades.

Sin título

9- NO DELEGUES TU RESPONSABILIDAD

9- NO DELEGUES TU RESPONSABILIDAD

TENDENCIAS INCORRECTAS DE LA EDUCACIÓN DE HOY EN DÍA 1ª PARTE

Soy profesora de clases extraescolares, y cada día me sorprende más cuánto tiempo y dinero invierten los padres en actividades infantiles. La variedad es infinita y los precios elevados. He calculado que algunas familias que conozco  gastan entre 60-200 euros por niño al mes, además de los materiales necesarios y el tiempo que supone llevarlos de una clase a otra. En algunos casos se percibe hasta una cierta competitividad, como si pensasen: “si mis hijos no van a todas las clases posibles, va a haber alguien  mejor que ellos en el cole”. Conozco un caso de una pareja de profesores cuyos hijos van a: ajedrez, inglés, teatro, pintura, gimnasia rítmica, natación sincronizada, música, fútbol y tenis! Nueve extraescolares para un niño de segundo de primaria y su hermana de primero. En muchas familias, aunque estén juntos en casa, simplemente la tecnología reina. No hay comunicación ni tiempo de calidad juntos. Otros casos que conozco simplemente contratan cuidadoras para los niños aunque podrían ocuparse ellos mismos, y los fines de semana los mandan a casa de los abuelos. También están los que directamente dejan los hijos viviendo con la abuela o la tía, o aunque estén presentes dejan que sus padres (los abuelos) se hagan cargo de la educación, porque ellos están demasiado ocupados con sus vidas.

Lo que me hace preguntarme esto es ¿Quién está realmente educando a esos hijos? Porque los padres no son, desde luego. ¿Cuándo ven a sus hijos? ¿Cuándo pasan tiempo con ellos disfrutando de estar juntos? ¿Cuándo tienen tiempo de enseñarles valores y principios, y de darles ejemplo con sus vidas? Educar a tus hijos no es contratar el mejor personal posible para que lo haga, ni apuntarlos a las mejores clases, ni asegurarte de que alguien los cuide. Educar a tus hijos es enseñarles a vivir, a comportarse, y enseñarles acerca de Dios. Son cosas que tienen que ser enseñadas  por ti. Esto es ejercer de padre/madre. Ser un mentor para la vida, ser un ejemplo, llevarlo de la mano al descubrimiento del mundo.No está mal que tengan aficiones y hagan deporte, es sano y natural. Ahora bien, si tienen tantas actividades que no hacemos nada con ellos, no hay un equilibrio sano.

¿Porqué hay padres/madres que prefieren pagar todo el dinero del mundo antes que pasar tiempo con sus hijos?. Creo que hay varios factores que llevan a esto.

1- MIEDO A NO HACERLO BIEN. Una persona con miedo al fracaso como progenitor enseguida está dispuesta a delegar las decisiones y el tiempo con sus hijos. Piensa: mejor que lo hagan otros, contrato profesionales porque yo no me siento capaz de ello.

El miedo no es de Dios. Si Dios te ha dado un hijo, conjuntamente te capacitará para educarlo. Si tienes temor, ya sea porque te hirieron y temes herirlos o porque estás inseguro de ti mismo, debes presentarle batalla al temor en el nombre de Jesús. El verdadero amor echa fuera el temor. (1)Todo lo puedes en Cristo que te fortalece (2). Dios no te ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio(3).

Haces bien si temes equivocarte y por tanto piensas bien tus decisiones y  tratas de hacer lo mejor para tus hijos, pero cuando el miedo te paraliza no llegas a ninguna parte. Busca tu fuerza en la presencia de Dios y levántate contra el temor. No lo harás perfecto, pero si dejas que el temor te paralice no harás nada, lo cual es mucho peor. Nada hay imposible para Dios (4).

2- EGOÍSMO. Este es un gran mal en la era moderna. Las parejas tienen hijos pero quieren seguir manteniendo sus mismas aficiones, horarios, hábitos, salidas nocturnas, amistades, etc. que cuando no tenían hijos. Y los hijos no encajan en ese plan. Los hijos estorban así que contratamos a alguien que los cuide o van con alguien de la familia. En familias así los hijos parecen una “patata caliente” que nadie quiere y la pasa a otro.

Esto tampoco es bueno. Por supuesto que tienes derecho a tener tiempo libre y hacer cosas sólo o con tu pareja. No estoy diciendo que no puedas despegarte de tus hijos. Eso tampoco es sano, necesitas tener tiempo para otras cosas también, pero va a haber cosas que antes podías hacer y que ahora vas a tener que dejar atrás. Si tienes hijos has de hacerte responsable de ellos. Son personas, ven que no estás con ellos, sienten, y a la larga te echarán en cara tu ausencia.  Ahora que eres padre/madre eres una persona irreemplazable para tus hijos.

Es difícil renunciar a lo que te gusta por otra persona, pero eso se llama amor. Si sientes que pasar tiempo con tus hijos te cuesta demasiado, pidele a Dios amor por ellos. Dios puede cambiar tu corazón.  Puede que a ti no te apetezca ir al parque pero ellos necesitan salir a jugar. Puede que prefieras ir con tus amigos pero ellos necesitan que estés en casa cuando se van a la cama. Eclesiastés dice que hay un tiempo para cada cosa, así que si te organizas y mantienes el equilibrio, tendrás  tiempo de ocio independiente, y tiempo para ocuparte de tus hijos (5).

3- ESTRÉS Y ANSIEDAD. Otro mal moderno que nos persigue en esta era son las ocupaciones de la vida. Tenemos tal preocupación por el trabajo y los quehaceres que los niños estorban siempre. “¡Sal de aquí!” “ahora no” “papi está ocupado” “¡fuera!” “¡dejadme tranquila!” “¡acaba ya eso!” son frases comunes de  progenitores estresados.

Es normal que si los niños pelean mucho o están nerviosos digamos alguna de estas cosas de vez en cuando, pero si lo decimos constantemente es hora de evaluarnos. Quizá estamos viviendo en estrés y ansiedad. Si constantemente los estamos apurando para que hagan cosas o para ir a sitios y no les prestamos atención, porque siempre hay algo más importante que ellos, esto va a pasar factura a ellos y a nosotros.  Si el estrés en tu vida se vuelve crónico  puede generar muchas enfermedades físicas y psicológicas: como depresión y urticarias. También empeora el estado general de la persona, por ejemplo en estudios de laboratorio se ha comprobado que el estrés favorece el crecimiento de tumores.

Evalúa tu vida. ¿Vives estresado? Quizá sea hora de establecer prioridades y dejar de lado algunas cosas que te llevan al límite. Pide la dirección de Dios: el cambio de trabajo que necesitas para no estar tan estresado, dejar alguna actividad de la que puedes prescindir, no hacer horas extras, etc. son cosas que pueden cambiar tu vida en gran manera. El camino de Dios es camino de Paz.  Él te aconseja, “busca la paz, y síguela”(6). Es posible encontrar paz aún en medio de esta vida moderna, pero dejar todas nuestras cargas y preocupaciones ante Él requiere un esfuerzo deliberado.

Algunos síntomas del estrés crónico son:

– Estas ansioso sin haber ningún peligro o motivo de estrés inminente.

– Tienes un momento en el que podrías relajarte y descansar pero estás ansioso por lo que te tocará hacer después.

– Te preocupan cosas que aún están lejos en el futuro.

– Te angustian cosas que no dependen de ti y que no puedes cambiar.

En un punto de mi vida viví éste estrés crónico. Las situaciones nuevas que tenía que afrontar en mi trabajo y en el ámbito personal me estresaban hasta el punto de la angustia. Tenía que aprender a hacer «malabares con muchas pelotas» manejar muchas cosas simultáneamente y el estrés paso a ser parte de mi día a día. Aún cuando llegó el verano y las vacaciones no era capaz de relajarme. Sólo pensaba en preparar todo tipo de materiales y ayudas para el curso siguiente. Mi familia disfrutaba en la piscina y aunque fuese con ellos la angustia me perseguía. Entonces exploté. Acudí a una persona de confianza en la Iglesia y hablando con ella pude aliviar esa presión y ser libre. Dios me mostró que su gracia es nueva cada mañana (7) y el estrés fue sometido a la verdad de Dios.

Si estás en una situación así quizá necesites ayuda de alguien con quien hablar o que te ayude, alguien que te de un punto de vista externo y puedas aliviar esa presión acumulada. Los niños no tienen culpa de tu estrés y preocupación, pero si tu respuesta al estrés es hablarles mal siempre, ellos pueden pensar que son los culpables de la situación, lo cual les puede llevar a depresión y toda clase de problemáticas. Recuerda también que “basta para cada día su propio afán”(8). Preocuparte por el porvenir te impide hacer lo que sí podrías hacer hoy.

4- COMPETITIVIDAD.

Como describía al principio, creo que hay padres que simplemente quieren que sus hijos sean los mejores en todo, así que les presionan a pasar por todo tipo de clases para conseguir que sean los mejores y alcancen «grandes cosas». Otros pretenden que sus hijos alcancen las vocaciones de futbolista, cantante, etc. que ellos desearon pero no lograron.

No es malo querer que tus hijos aprendan y se desarrollen, pero si los estás presionando demasiado, quizás estás intentando meterlos en un molde en el que no encajan, como intentando meter una soga por el ojo de una aguja, o un bloque cuadrado por una abertura redonda. Ésta presión puede dañarlos.

Como padres, tenemos que tener sabiduría y darnos cuenta de que ellos tienen que descubrir quien son, que saben hacer y que quieren hacer. En ocasiones nos tocará presionarlos para que aprendan constancia y perseveren, porque vemos en ellos la capacidad de alcanzar una meta. En otras ocasiones, tendremos que dar un paso atrás y dejarles escoger sus puntos de interés y su camino. Más de éste tema otro día.

En conclusión, no deleguemos el tesoro más valioso que Dios nos ha dado. No enterremos la mina que se nos entregó. Dios nos capacita si dependemos de él.

_________________________________________________________________________

  1. 1 Juan 4:18
  2. Filipenses 4:13
  3. 2ª Timoteo 1:7
  4. Lucas 1:37
  5. Eclesiastés 3:1
  6. Salmos 34:14
  7. Lamentaciones 3:22-23
  8. Mateo 6:34

8- NO SE APRENDE CON CABEZA AJENA

La segunda consecuencia de “comenzar la casa por el tejado” como hablaba en el capítulo 6 es que los hijos de creyentes caen muy fácilmente en el legalismo.

Haré una breve introducción al legalismo para que me entiendas. Un día vino una señora por primera vez a nuestra iglesia y nos comentó que acababa llegar de un país latinoamericano y que estaba buscando Iglesia. La señora venía espantada porque había visitado otra Iglesia en Orense y habían hecho una merienda y comido algo dentro del local de la Iglesia. Por supuesto le preguntamos por qué aquello le pareció tan horrible, y nos dijo que en su Iglesia de origen le habían enseñado que aquello no estaba bien, y que era pecado. Indagando en el asunto nos contó que en su Iglesia de origen había un comedor, y que allí sí se podía comer. Mi pastora muy aguda le preguntó “¿acaso el comedor no es parte de la Iglesia?”. Para mí, éste es un ejemplo muy claro de cómo funciona el legalismo. Un día, en aquella Iglesia alguien dijo: “ya que tenemos comedor, es allí donde se va a comer. No coman en el salón de culto porque se ensucia”. Bien. Es una simple norma de orden. Pero en algún momento alguien lo espiritualizó. Hizo una ley espiritual de una norma de orden. Quizá dijo desde el púlpito algo como “la casa de Dios es santa. No la contaminen con comida” o quizá lo llamó directamente pecado. Una cuestión de orden pasó a ser una ley espiritual en aquel lugar.

A esto llamamos legalismo. Al hecho de añadir leyes que no están en la palabra de Dios. Esto es lo que hacían los fariseos: se ocupaban de que su apariencia fuese de santidad impoluta sin preocuparse por lo verdaderamente importante, lo que hay en el corazón. (1) El legalismo surge cuando alguien, en vez de entender el porqué, el corazón de una recomendación o norma, la establece como ley, como en el ejemplo que he puesto antes. El legalismo es convertir en ley espiritual aquello que bíblicamente no lo es.

  • Tener un devocional diario es necesario, imprescindible, vital para nuestra vida, pero no hacerlo no es pecado.
  • Bendecir los alimentos es una buena costumbre, pero no hacerlo no es pecado.
  • En internet hay mucho contenido pecaminoso, pero usar internet como herramienta no es pecado.
  • En el cine hay películas que un cristiano no debería ver, pero ir al cine no es pecado.
  • Emborracharse sí está mal, pero tomar bebidas con alcohol con moderación no es pecado.
  • Travestirse sí es pecado, pero que una mujer lleve pantalones de mujer no es pecado. Dios vistió al hombre y a la mujer con sendas túnicas. (2) ¿Por qué no pueden el hombre y la mujer llevar sendos pantalones?

¿Sigo?

Una pausa para especificar algo relacionado. Hay cosas que se convierten en pecado según nuestras debilidades. Ejemplo: Juan tiene debilidad en el área de la pornografía. Suele verla en internet cuando todos se han ido a dormir. Juan está luchando contra ese pecado y quiere evitarlo. Para otra persona, navegar en internet por la noche no es pecado (aunque no es muy recomendable). Pero para Juan sí es pecado, porque está caminando por el camino que le lleva a pecar, SABIENDO lo que hay al final de ese camino.

Volviendo a los hijos de cristianos, somos propensos al legalismo. Desde pequeños hemos escuchado recomendaciones, normas, reglas y leyes; y cuando aún no conocemos a Cristo eso es todo lo que tenemos, normas, así que nos aferramos a ello como forma de acercarnos a Dios y hacer lo correcto. Aún después de conocer a Cristo todas esas normas siguen teniendo un gran peso en la mente. Además, a veces cristianos legalistas discipulan a su vez nuevos creyentes legalistas.

Los legalistas pueden caer en dos extremos.

El primer extremo es en el que comienzan a exigir (a ellos mismos y a los demás) el cumplimiento de todas las normas y leyes, como hacían los fariseos. Las personas que caen en este extremo se sienten fácilmente condenados, y tienen una conciencia muy sensible. Les cuesta sentirse perdonados y aceptados. Saben que Dios perdona, pero no ha llegado a hacerse carne en su corazón. No se sienten perdonados mas que a ratos. Han escuchado normas y consejos, y creen que para agradar a Dios deben cumplir todo eso. Por ejemplo, escuchan que en la Iglesia se dice “es recomendable tener un devocional diario”, e intentan cumplirlo con todas sus fuerzas, y cuando no pueden sienten que han fallado, que son los mayores pecadores y están alejados de Dios. Cuantas más normas, ¡¡más fallamos!! (3)

Somos seres humanos y es inevitable fallar, pero a los legalistas les cuesta aceptar eso. Quieren agradar a Dios sinceramente, y no admiten el fracaso ni en si mismos ni en otros, así que constantemente se sienten culpables, enojados, fracasados, desechados por Dios e incapaces de vencer a su debilidad. Esto crea un círculo vicioso del que es difícil salir: “Me siento mal porque no cumplo “las normas” y no las cumplo porque me siento mal (porque creo que he fallado ante Dios y no me atrevo a acercarme a Él)”. Pueden estar en ese círculo por años si no descubren la gracia, la verdad de que Dios les ama aunque no sean perfectos. La ley condena a muerte, pero el Espíritu de Dios da vida (4). La ley es ciertamente el ayo (maestro-yugo-guia) que  lleva a Cristo, pero el sacrificio de Cristo trae libertad del pecado y ¡del ayo también! (5). Ya no estamos bajo el peso de la ley. Cristo nos ha hecho libres.

En el segundo extremo, las normas llevan a algunos a la rebeldía y a apartarse de la fuente de esas normas. Como hay tantas normas que no comprenden, ni aceptan, ni son capaces de cumplir, se rebelan  y pasan de todo. Ésta es la razón de que muchos hijos de cristianos no quieran saber nada de Dios ni de la Iglesia. Del primer extremo pueden pasar al segundo cuando llegan a la conclusión de que no pueden cumplir la ley y deciden no seguir intentándolo.

Cuando los apóstoles tuvieron que decidir qué normas pondrían a los gentiles que se convertían, las redujeron únicamente a cuatro (6), y Jesús puso como más importantes únicamente a dos (7). Igual que los mandamientos para el pueblo de Dios eran 10, y los fariseos añadieron sobre ellos cientos de “leyes”, en la actualidad más y más normas “evangélicas” se acumulan sobre nosotros aplastándonos bajo el peso de la nueva ley. Si nos pusiéramos a analizarlas de una en una tardaríamos una eternidad, pero el punto que quiero recalcar es, ¿Cuántas de esas normas realmente son bíblicas?. La verdad nos hace libres (8), Cristo nos llamó a libertad, desea que caminemos en libertad. No debemos hacernos otra vez esclavos de la ley (9), no es voluntad de Dios.

Como padre/madre, debes ser sabio al poner normas y enseñar qué es pecado y qué no. Demasiadas normas pueden crear rebeldía, y demasiado pocas pueden llevar a que tus hijos se descarríen. Creo que debes orar mucho, muchísimo, y pedir a Dios que te enseñe dónde trazar la línea. Cómo enseñar correctamente aquello de “todo me es lícito, pero no todo conviene” (10). No basta solo con enseñar la norma. Ellos deben entender la razón por la que la pones (sobretodo niños mayores de 8 años, cuando son mas pequeños no necesitan tanta explicación). Deben conocer que hay consecuencias por pasar los límites y entender que no se debe jugar con fuego. Poner normas no es un tema que se deba tomar a la ligera. No solo debes ponerlas, sino mantenerlas en el tiempo también. Por eso más vale que tengas bien claras que normas vas a implantar.

Mi pastora (que es mi suegra también) siempre dice “no se aprende con cabeza ajena”. Y es totalmente cierto. Por mucho que uno recomiende y aconseje o incluso imponga, algunos hijos son tan cabezotas, que hasta que no experimenten en su propia carne que “si metes el dedo en el enchufe, te electrocutarás” o cosas así, no lo creerán. Afortunadamente otros toman el consejo y aprenden de la reprensión. Sin embargo, siempre habrá aquellos que necesiten comprobarlo por sí mismos. Con algunos hijos vale aquello de “un bofetón a tiempo”, pero con otros no. Ellos necesitan “un tropezón a tiempo”. Hacer su propia voluntad, tropezar, y darse cuenta de que sus padres tenían razón. Debes conocer a tus hijos y poner normas según lo que ellos necesitan, y para ello no hay fórmulas mágicas ni atajos, necesitas muchísima sabiduría de parte de Dios.

Sólo te pido una cosa, examina las enseñanzas que has recibido a la luz de la palabra de Dios, y pídele a su Espíritu Santo que te ilumine, te lleve a toda verdad y te haga libre.

______________________________________________________

  1. Mateo 23:27
  2. Deuteronomio 22:5 Génesis 3:21
  3. Romanos 5:20
  4. 2ª Corintios 3:6 DHH
  5. Gálatas 3:24-25
  6. Hechos 15:28-29
  7. Mateo 22:37-40
  8. Juan 8:32
  9. Gálatas 5:1
  10. 1 Corintios 10:23.

Creo que todos los cristianos que llevamos mucho años en el evangelio vivimos a veces o nos vemos tentados a vivir de formas legalistas. Si te has sentido identificado con el legalismo de alguna forma o quieres asegurarte de no serlo te recomiendo encarecidamente el libro de Scott Smith “Vivimos por fe”. Todas las formas de conseguirlo aquí:  http://scottmarisa.com/vivimos-por-fe/

7- EL HIJO PRÓDIGO SE VA DE CASA

7- EL HIJO PRÓDIGO SE VA DE CASA

Creo que cuando se habla del hijo pródigo a la mayoría de padres se les ponen los pelos de punta. Nadie quiere un hijo pródigo. Nadie quiere un hijo que se vaya de casa con sus cosas y malgaste su vida alejado de Dios y su familia. Pero la verdad es que aunque no se vayan de casa de sus padres, todos los hijos son pródigos (alejados de Dios) hasta que se vuelven personalmente a él. Unos hijos se alejan más de Dios que otros, pero todos necesitan volverse a él de todo su corazón y todas sus fuerzas.

Ahora bien, ¿qué hago si mi hijo no quiere saber nada de Dios?. ¿Cómo afrontarlo, cómo tratarlo?. ¿Qué solución, qué esperanza tengo?

Quisiera compartiros el testimonio de mi padre, Joel Viljanen, escrito por él mismo. Ese testimonio que tanto me impactó en la adolescencia.

Lee como me impactó aquí: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/01/02/3-el-ejemplo/

“La verdad es que viví una infancia interesante y feliz hasta donde yo recuerdo. De todos modos ser el hijo mayor de un misionero al que algunos llaman apóstol, te marca quieras o no. Desde siempre, me sentí también muy responsable de mis otros 6 hermanos porque vivíamos en un país, Uruguay, y en su capital, Montevideo, donde se nos consideraba «gringos» y por lo tanto, gente a la que muchos podían odiar y envidiar libremente aunque creo que no habían razones ni para lo uno ni para lo otro. Fuimos apedreados alguna que otra vez, e insultados muchas veces. Siempre consideré a mi padre, Altti Viljanen, como un hombre valiente, trabajador y al que movía «una sola causa»: La del Evangelio de Jesucristo. Estaba con nosotros cuando podía, pero su tiempo y sus fuerzas eran casi todas para la Obra del Señor. Dios le usó en muchas ocasiones poderosamente y – si mal no recuerdo – puedo haberme sentido incluso orgulloso por ser su primogénito. Pensándolo ahora quizás mi padre y la Iglesia esperaban de mí demasiado. No lo sé. Mi madre, Hely, siempre fue mas cercana para mí. De todos modos pude tomar mis decisiones libremente y cargué con las consecuencias también, como todo el mundo. Hoy en día aprecio y quiero mucho a mi padre ¡pero no siempre fue así!

 A los 16 años volvimos a Finlandia por unos meses y mis padres volvieron pronto a Uruguay, yo me quedé a vivir sólo por decisión propia. Creía que podía con todo pero me equivoqué. Entré en el servicio militar obligatorio con 17 años y ahí comenzaron los años en los que comencé a pensar que ya no necesitaba ni de Dios ni de mi familia. Durante el servicio militar me descarrié bastante y ya no quise aparentar más. Me alejé de Dios y de la Iglesia tanto, que pensé que jamás volvería a ser cristiano. Mi crisis llegó cuando me vi sólo en la vida y con un vacío descomunal. Esto me llevó a una depresión “de caballo” que me dejó con la autoestima y las fuerzas por los suelos. No me suicidé porque Dios no lo quiso, pues estuve a punto de hacerlo.

 Llevaba 7 años sin ver a mi familia y sin hablar con mis padres. Mi madre era la única que me escribía muy de cuando en cuando. No sé porque no me escribían más (las cartas tardaban un mes en llegar), puede que haya sido porque no sabían lo que decirme, pero esto sólo es una suposición mía. Esta situación con mi familia me había resentido mucho. Cuando oí que mi familia volvía a Finlandia, intenté mudarme a Suecia, no lo conseguí y tuve que ver a mi padre sí o sí. Después de tantos años le vi muy envejecido, y cuando me preguntó si había “huido de ellos”, algo se derritió en mis adentros. Lo supe más tarde pero mi familia tomó en esos días la decisión de NO hablarme nada de Dios ni de la Biblia sino tan solo demostrarme amor. Y eso comenzó a “amansar” a la fiera que llevaba adentro. Lo llamaron “la estrategia del amor”. ¡Sus oraciones comenzaron a surtir un efecto que – ahora lo comprendo – no lo puede hacer ninguna otra cosa en el ser humano! Sentía que me querían tal como yo era y ¡eso me “confundía” mucho! No existen armas contra la Fuerza más Grande del Universo – ¡El Amor Incondicional de Dios que obra a través de personas falibles!

 Dios me dio una inesperada oportunidad cuando me invitaron a un campamento de hijos de misioneros y quise ver a muchos amigos de infancia después de mucho tiempo. Allí vi cómo yo no era el único que estaba bastante perdido y vacío. Volví a entregarle mi vida al Señor “casi sin querer”. Dicen que “por la boca muere el pez” y exactamente eso fue lo que me pasó a mí. No entraba en mis planes, pero es que tuve que reconocer que mi orgullo me había llevado a una vida sin ningún propósito más que el de vagar sin rumbo ni sentido. Tenía un trabajo humanamente inmejorable pero me faltaba algo. Al final del campamento reconocí públicamente que había perdido “el tren de la vida abundante” y ¡estallé a llorar!, entregando mi vida de nuevo a Cristo para gran asombro de todos los asistentes.

 Conocí a mi Seija en la escuela bíblica y formamos una familia basada en el amor. Ser padre es lo más maravilloso que me ha pasado aparte de volver al Camino de la Vida Eterna. Aunque somos de trasfondos muy diferentes, y tenemos formas de ver la educación y las relaciones a veces muy opuestas, ha sido una bendición casarme con la mujer de mi vida. Las diferencias crean siempre algunas tensiones pero siempre podemos llegar a entendernos si hay voluntad y cariño. Lo más importante es tener metas en común y encontrar una solución común. No mi manera de hacer las cosas, ni la tuya, sino crear la nuestra. Creo que muchos padres pensamos que nunca haremos los mismos errores que han hecho (a nuestro juicio) con nosotros, pero si no hacemos los mismos haremos otros “errores u horrores» ¡quizás aún peores!. En mi caso por lo menos ha sido en parte así.   Sólo la Inmensa Gracia de Dios nos ayuda a mantener o recuperar el buen juicio y pedirle sabiduría en ciertos momentos de tensión y crisis.

 Pienso que no existen padres que no cometan errores, pero el reto de aprender «a la par» y crecer con ellos es algo muy valioso y enriquecedor que no cambiaría por nada. La sinceridad es algo que no es sustituible por ninguna otra cualidad espiritual o humana. Creo que no hay mayor veneno para la relación con nuestros hijos que la hipocresía. Si somos una cosa en la Iglesia y otra en casa ya podemos explicarlo como queramos que ¡no va a colar! Confesar, pedir perdón e intentar mejorar lo mejorable es indispensable para una relación amorosa con los hijos. Yo no he sido perfecto ni en esto ni en nada, pero he intentado ser lo más transparente posible! Pensaba que nunca haría los errores que me parecen “de cajón”, pero los he cometido y tenido que confesarlo e intentar de enmendarlos en lo posible.

 Ahora que ya soy abuelo, pienso que podría haber hecho las cosas mucho mejor pero seguramente también lo podría haber hecho mucho peor! Cuando se es joven se tiene muchos ideales de educación pero al llegar a viejo solo te quedan preguntas y pocas ideas fijas de cómo se deben hacer las cosas. ¡Cada niño es tan diferente! No puedes tratarles igual y al mismo tiempo no debes tener favoritos. Es difícil. El único consejo que me atrevo a dar es el de pedir mucha Sabiduría, Humildad y Gracia a Dios y de ser lo mas humildes y transparentes especialmente cuando «metemos la pata» hasta el fondo como yo lo he hecho varias veces!

 Para finalizar he de decir:

  1. a) que como padres tampoco debemos sentir culpabilidad de todas las decisiones erróneas que puedan hacer nuestros hijos porque al final «cada palo ha de aguantar su vela». ¡Si te sientes fracasado debes saber que no eres el único!. El Espíritu Santo te ha de consolar como nadie si le buscas. Y
  2. b) si Dios ha podido hacer de este “hijo pródigo” un padre dichoso como pocos y me ha dado por Gracia de tener la familia e hij@s que me ha dado, lo puede hacer en cualquier caso, por imposible que te parezca, si sólo te humillas cada día a apoyarte de todo corazón en Él y no en tu propia sabiduría, fuerza o experiencia por mucha que tengas! Dios bendiga cada padre y madre que sigue en “la bella escuela” de enseñar y aprender junto a los seres más queridos que existen sobre toda la faz de la tierra para ti! Y a los hij@s que lean esto que os voy a decir… nada que no sepáis! ¡Por lo menos eso me sigue diciendo mi hijo menor muchas veces! ¡LOL! ….

Quise incluir este testimonio al hablar de este tema, porque la estrategia que usó mi abuelo fue dada por Dios para ellos. Juntos oraron y se pusieron de acuerdo en que iban a mostrarle amor a mi papá. Aún estando en otro continente, y sin saber nada de su depresión, Dios les mostró la manera de llegar a él. Mi padre no necesitaba sermones, no necesitaba regaños o castigos. Necesitaba saber, que aunque era pródigo, aún era amado en casa. Y el amor cubrió, una vez más, multitud de faltas.

Si tienes un hijo pródigo, la estrategia para ganarlo de vuelta sólo te la puede dar el Espíritu Santo de Dios. En el caso de mi padre, Dios ya había estado obrando a través de las oraciones en su vida antes de que su familia volviera, y con el amor que le mostraron, el hijo pródigo volvió a casa. Pero cada hijo es diferente, por eso necesitas la dirección del Espíritu Santo.

Recuerdo una predicación de Yanina De Lorenzo, mi cuñada, que establecía la diferencia entre la oveja perdida y el hijo pródigo. Nos explicaba que en la parábola de la oveja perdida, la oveja simboliza las personas que nunca han conocido a Dios, y esas personas necesitan que vayamos a buscarlas y les hablemos de Cristo. Pero cuando habla del hijo pródigo, habla de alguien que ya conoce a Dios y se aparta de su camino, y esas personas necesitan arrepentirse y volver a casa, porque ya conocen el camino.

Por tanto, si tu hijo no ha escuchado el mensaje de salvación por la razón que sea, debes ir a buscarlo y hablarle sin temor. Plantar esa semilla de la fe en su corazón, y Dios, a su tiempo, traerá el crecimiento.

Asimismo, si tu hijo ya ha oído hablar toda su vida de Cristo, y aún así decide seguir otro camino, probablemente los sermones no funcionen con él. El padre del hijo pródigo lo dejó marchar, seguramente oró, y esperó. Y esperó. Y esperó. Siempre amándolo, siempre con esperanza mirando al horizonte imaginándolo venir. Siempre.

Una de las mayores pruebas que nos puede tocar en la vida es esperar por largo tiempo. Hasta los más fuertes se tambalean ante la espera prolongada. Pero debemos confiar en Dios, que es el único que puede hacer esa preciosa obra de salvación, y orar, amar y esperar. No desesperes. Dios está mucho más interesado que tú en que tu hijo le conozca porque lo ama mucho más que tú, porque su amor es perfecto. A su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Confía en Él, y Él hará. Su paz puede acompañarte cada día en esta espera. Recuerda que tú también estuviste alejado de Dios en otro tiempo y ten esperanza.