Amar o no amar, he aquí la cuestión.

Es muy fácil decir «te quiero» o «te amo». Al fin y al cabo son sólo palabras. Pueden salir de nuestra boca con sólo articularlas. Ahora bien, como dicen aquí en España «del dicho al hecho, hay un trecho», y «las palabras se las lleva el viento».

Todas las personas necesitan amor, anhelan un amor desinteresado, perfecto, incondicional y que llene su corazón. Todos queremos recibir amor pero ¿Estamos dispuestos a darlo?.

Decir palabras bonitas es relativamente fácil. Pero amar no es fácil . Requiere esfuerzo, paciencia, generosidad, tiempo, enfocarse en la otra persona, ser abnegado. Amar requiere entregar un pedazo de ti mismo. Cuando amas entregas todo lo que eres y lo que tienes sin esperar nada a cambio, pero es fácil, porque amas.

Fue facilísimo enamorarme de mi esposo, Dios me confirmó que él era el hombre para mí, y eso le dio alas a mis emociones. Viví el noviazgo posada en una nube en forma de corazón. Sin embargo no fue fácil trabajar con las diferencias en el matrimonio. En las pruebas y dificultades he comprobado que Dios es fiel y que el amor verdaderamente cubre multitud de defectos (faltas). El amor es como el menisco en la rodilla. Si no lo hay, la rodilla igual funciona, pero notas un gran dolor a cada paso. Es como el protector solar, puedes tomar el sol sin ponértelo, pero después.. ¡ay!. Es como el aceite en el motor del coche, como el aceite al freír huevos, como.. bueno, te haces una idea ¿no?

Ahora bien, no todas las demás personas han sido tan fáciles de amar. Últimamente hemos tenido un gran desafío como familia: aprender a amar a dos niñas de acogida. Pensé que sería casi automático, pero no es así. Dos niñas pequeñas que vienen de circunstancias difíciles. Sí, inspiran compasión, les tengo cariño, pero el amor es otra cosa. Cuidar de ellas no me ha hecho amarlas. Llevabamos más de un año en la lista de acogedores hasta que salió la opción de éste acogimiento. De una semana para otra eramos 6 en casa. Lo afrontamos con ilusión y ganas, pero se fueron desvaneciendo. La primera semana rompieron varios juguetes de los más caros de nuestra hija Emma y revolvieron la casa entera. Cambió nuestra rutina, el orden de los muebles y los armarios, las normas de la casa, el nivel de ruido, el menú, las tareas de cada uno y sobre todo los horarios.

Las carencias de las niñas se convirtieron en un trabajo a jornada completa. Repetirles una y otra vez las mismas cosas sin que parecieran aprender nada me fue pasando factura. Poco a poco la ilusión y las ganas se fueron sustituyendo por cansancio y frustración. Cuando buscaba la razón para ésto me di cuenta de algo. Algún día volverán a su casa así que en algún momento tomé la decisión inconsciente de «no amarlas demasiado», ya que (como no para de repetirme todo el mundo) cuando se vayan puedo pasarlo muy mal. Sin embargo, no amarlas hace que lo pase mal ahora, porque no hay amor para suavizar el desgaste de la situación.

Si no amas puedes ahorrarte algún tipo de sufrimiento futuro ante el abandono o las decepciones, pero si no amas, sin duda se incrementa el sufrimiento del presente porque comienzas a acumular frustración, que a su vez trae ira, que a su vez trae rencor, el cual es pecado. Así que he decidido amarlas. Aunque algún dia cuando se vayan duela, el amor de Dios también sanará esa herida. Poco a poco esas cosas malas que recogí por el camino van desvaneciéndose, la carga se va haciendo más ligera, aunque sigue siendo un desafío y algo en lo que tengo que trabajar.

El amor es una decisión por encima de un sentimiento. Nuestras decisiones afectan directamente a lo que pensamos y lo que pensamos afecta directamente a lo que sentimos.

Jesús dijo que su yugo era fácil y su carga ligera, y no creo que hablara metafóricamente. Sé que llenos del amor y del poder del Espíritu Santo nada pesa porque su amor es el bálsamo de gozo, como esas gafas color de rosa que parecen ponerse los enamorados. ¿Que locuras has hecho por tu amad@? ¿Te costó? ¿Fué un gran sacrificio para ti? ¿O más bien se te hicieron cortos los años de trabajo por él/ella ya que l@ amabas?. Así deberíamos ser servir a Dios (y por tanto a los demás, ya que ese es nuestro servicio a Dios). Un amor que no cuesta, que no pesa, que es un gozo y un privilegio cada día. Podemos amar a los demás porque Dios nos amó primero. Si cuesta, es que aún falta amor.  ->Señor perfecciónanos en tu amor<-

¿Hay alguien en tu entorno a quien sea difícil de amar? ¿Quizá en tu familia?. ¿Alguien  que te ha hecho daño?. ¿Alguien de la Iglesia que piensas que «no durará mucho aquí», o «seguro que éste es de los que se enfadan por tonterías y se van»?.  ¿Alguien con quien parece que no encajas aunque lo intentes?. ¿Alguien que, sepas o no el porqué, simplemente te repele como persona?.

Recuerda que eres amado:

  • Porque de tal manera te amó Dios que ha dado a su hijo unigénito por ti. ❤
  • Yo los he amado a ustedes tanto como el Padre me ha amado a mí. Permanezcan en mi amor. Juan 15:9 NTV
  • Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.
    1 Juan 4:1
  • En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.1 Juan 4:9-10
  • Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.  1 Juan 4:16 NVI
  • Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8: 38-39
  • Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Salmos 103:13 NVI
  • Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) Efesios 2:4-5.

Recuerda el llamado:

  • «Amad a vuestros enemigos» Lucas 6:27
  • «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo» 1 Juan 4:18
  • «El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.» 1 Juan 4:8 NTV
  • «Si alguno dice: yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso.» Juan 4:20
  • «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros». Juan 13:34
  • Hagan todo con amor. 1 Corintios 16:14 NVI

No es tu amor, es el de Dios. y Todo lo puedes en Él que te fotalece

El sello del Espíritu Santo.

El sello del Espíritu Santo.

La palabra de Dios compara al Espíritu Santo con muchos elementos diferentes, cada uno con una simbología diferente que nos describe lo maravilloso que es poder contar cada día con su presencia en nuestras vidas.

EL ESPÍRITU SANTO ES:

*FUEGO: Para quemar lo que no sirve, para llenarte de valor para testificar, para darte poder e iluminar tu vida. Mt. 3:11.

*VIENTO: Para empujarte suavemente en la dirección correcta con su silbido apacible. Jn. 3:8.

*AGUA: Para limpiar tu alma, para saciar tu sed espiritual, para refrescarte. Jn. 7:37-39.

*ACEITE: Para sanar tus heridas, para perfumarte. Lc. 4:18; Heb. 1:9.

*PALOMA: Para tratarte en forma delicada y sensible, pero es fácilmente contristado. Mt. 3:16.

*VINO: Para alegrar tu corazón. Hch. 2:4, 12-13; Ef. 5:18.Salmo 104:15

Todas éstas características del Espíritu Santo tienen que llenarnos de alegría porque ese es el Espíritu Santo que cuida de nosotros cada día con amor y paciencia. Sin embargo quiero centrarme en una comparación que acabo de descubrir. Y es que el Espíritu Santo es sello. Ef. 1:13, 2ª Corintios 1.22,Daniel 6.17.

El símbolo del sello simboliza varias cosas:

  • El sello denota una transacción terminada, en los tiempos de la Biblia el sello demostraba la propiedad. El Espíritu mismo es el sello que Dios el Padre pone en el corazón del creyente a fin de asegurarle la certeza de una transacción completa. Hemos sido comprados y el Espíritu Santo es EVIDENCIA de nuestro nuevo dueño y de nuestro nuevo estado.
  • El sello es puesto sobre una cosa de valor y demuestra que algo es genuino, incambiable y de gran valor. Comprar un chicle no requiere de sello alguno, pero los objetos valiosos necesitan de certificados de autenticidad sellados. Somos valiosos ante Dios, Él nos tiene bien localizados y certificados.
  • El sello también daba autoridad, y prometía seguridad. Dios con su autoridad ha autorizado nuestra compra, nos ha garantizado que le pertenecemos y que estamos autorizados a ejercer como sus hijos con todo lo que ello implica. Ante los ataques del enemigo podemos mostrarle nuestras «escrituras de propiedad» selladas y él pierde automáticamente su poder. Está indefenso ante la autoridad de Dios.

Cuando compras una casa la acomodas a tu gusto, la reformas, limpias, traes muebles nuevos, pintas y un largo etc. Haces todo eso porque quieres que la casa esté bonita y poder disfrutar tu nuevo hogar. Cuando el Espíritu Santo nos corrige, nos enseña, nos cambia y nos limpia, a veces nos duele. Sin embargo esas «reformas de propietario» que Él hace son evidencia de que 1- Somos suyos 2- Él nos ama 3- Él va a quedarse con nosotros para siempre.

LAS REFORMAS DOLOROSAS QUE DIOS HACE EN NUESTRA VIDA SON EVIDENCIA DE SU AMOR

 

 

 

LAS COMPARACIONES SON…

Algo que hacemos muchos cristianos, a veces sin darnos cuenta, y la mayoría de las veces en silencio, es compararnos los unos con los otros.

«Pepito es más espiritual que yo», «Lola tiene varios dones y yo no estoy segura de tener ni uno», «Pareciera que  a Juanito Dios le susurra las cosas directamente al oído, conmigo no hace lo mismo», «Margarita dijo que sintió la presencia de Dios, pero yo no sentí nada, ¿Dios me habrá abandonado, estará enfadado conmigo?» o pensamientos similares pueden cruzarse por nuestra cabeza. (También están los del extremo opuesto «gracias Dios porque no soy como ese publicano», pero hoy vamos a centrarnos en los que se comparan y siempre se ven menos que los demás.)

A veces también comparamos las «manifestaciones» del Espíritu Santo sin darnos cuenta de que cada persona se expresa de forma diferente. Por ejemplo: si a una persona muy expresiva le hacen un regalo que le encanta, puede saltar y gritar de alegría porque se expresa conforme a su carácter. Sin embargo si a una persona tranquila le regalan algo, aunque le encante igual que a la otra persona, va a expresarlo de una forma mucho más tranquila. A veces el tranquilo mira al expresivo y dice «vaya, su regalo debe ser mejor que el  mío» cuando no es cierto.

Si yo envío un email a mi madre, me tomo un café con mi padre, mando un whatsapp a mi hermana y llamo a mi hermano por teléfono:  ¿Con quién me he comunicado?. Con todos ¿Verdad?. A todos les he hecho saber que los recuerdo, que los quiero y a todos les he transmitido información.

A algunas personas Dios les habla por sueños, a otras por visiones, a otras mediante su palabra,  a otras con voz audible, a otras les hace entender mediante su razonamiento, a otras mediante palabra profética, a otras les habla en tormentas, a otras en viento apacible, a otras mediante animales, zarzas, y tantas cosas más…. Y ¿con cuántos se ha comunicado? Con todos. Entonces, ¿porqué a veces pensamos que Dios hace distinción entre unos y otros?.

Creo que Dios nos habla de diferentes formas cada día, Él no está limitado a lo que nosotros pensemos que Él es o lo que pensamos que Él tiene que hacer. A veces nos habla en silbido apacible pero como no esperamos escucharlo ahí, no prestamos atención y Él tiene que enviar un huracán para llamar nuestra atención. Creo que Dios nos habla en la forma que sabemos escuchar, pero nos toca a nosotros afinar el oído y aprender a distinguir su voz entre otras voces. Nos toca estar atentos, vigilar y orar.

Piensa en las veces que Dios te ha hablado, ¿qué forma usó la mayoría de las veces?.  Ejercítate en escuchar y discernir especialmente en esa área.

El origen de ésta clase de comparaciones y las envidias está en la baja autoestima. En el demasiado bajo concepto de uno mismo. La palabra dice que debemos amar a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. Pero muchas veces olvidamos esa última parte. Tienes que amar al prójimo como a ti mismo, y eso no es posible si no te amas a ti mismo.

La sana autoestima de un creyente está en lo que Dios dice que tú eres. Afírmate en la verdad de la palabra de Dios.

Soy la sal de la tierra, Mateo 5:13
Soy la luz del mundo, Mateo 5:14.
Soy parte de la vid verdadera y un canal de la vida de Cristo, Mateo 15:1,5
Soy amigo de Cristo, 15:159
Soy elegido por Cristo para llevar su fruto (15:16)
Soy siervo de la justicia (6:18)
Soy hecho siervo de Dios (6:22)
Soy hijo de Dios; espiritualmente, Dios es mi padre (8:14, 15; Gálatas 3:26; 4:6)
Soy coheredero de Cristo, compartiendo su herencia con él (Romanos 8:17)
Soy templo morada de Dios. Su Espíritu mora en mí (3:16, 6:19). Estoy unido con el Señor y soy
un espíritu con él (6:17). Soy miembro del cuerpo de Cristo (12:27, Efesios 5:30)
Soy una nueva creación (5:17)
Estoy reconciliado con Dios y soy ministro de reconciliación (5:18 y 19) e hijo de Dios (1:12)
Soy hijo de Dios y uno con Cristo (3:26,28)
Soy heredero de Dios, pues soy hijo de Dios (6 y 7)
Soy un santo (1:1, 1ª de Corintios 1:2; Filipenses 1:1, Colosenses 1:2)
Soy hechura de Dios, su obra especial nacido de nuevo en Cristo para ser su obra (Efesios 2:10)
Soy conciudadano del resto de la familia de Dios (2:19)
Soy prisionero de Cristo (3:1, 4:1)
Soy justo y santo (4:24)
Soy ciudadano del cielo, sentado en el cielo ahora mismo (3:20; Efesios 2:6)
Estoy escondido con Cristo en Dios (3:3)
Soy la expresión de la vida de Cristo porque él es mi vida (3:4)
Soy escogido de Dios santo y amado (3:12, 1 de tesalonicenses 1:4)
Soy hijo de Dios y no oscuridad (5:5)
Soy santo participe del llamamiento espiritual (3:1)
Soy participe de Cristo comparto su vida (3:14)
Soy una de las piedras vivas de Dios siendo edificado en Cristo como una casa espiritual (2:5)
Soy miembro del linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por
Dios (2:9 y 10)
Soy un extranjero en este mundo en el cual vivo temporalmente (2:11)
Soy enemigo del diablo (5:8)
Soy hijo de Dios, y seré como Cristo cuando él regrese (3:1 y 2)
Soy nacido de Dios, y el maligno o diablo no puede tocarme (5:18)

En palabras de Rick Warren:

«Tu fe se fortalecerá tanto como centres tu identidad en Cristo (Gálatas 2).

Lo que esto significa es que tú abandonas cualquier imagen de ti mismo que no provenga de Dios. Tú dejas de aceptar lo que otros han dicho sobre ti, cómo otros te han etiquetado, y cómo otros te han definido.

Comienzas a creer lo que Dios dice acerca de ti, que Él está satisfecho con la forma en que te ha creado, y como Dios te define. Tú no estás definido por tus sentimientos. Tú no estás definido por las opiniones de los demás o por tus circunstancias. Tú no estás definido por tus éxitos o fracasos. Tú no estás definido por el auto que conduces, el dinero que ganas, o la casa que dices que posees cuando en verdad el dueño es el banco.

Tú estás definido por Dios y sólo Dios. Él te identifica como propio. (2 Corintios 1:22)

La cosa es, si tú no sabes quién eres, entonces eres vulnerable a lo que otras personas dicen que quien tú eres. Pero en concreto, lo sólido, la verdad en el evangelio es que tú eres quien Dios dice que eres, y nadie más tiene un voto en el asunto. Este “problema de identidad” es una parte importante de vivir la vida abundante. Jesús fue capaz de hacer frente a las demandas increíbles de su misión, porque Él sabía exactamente quién era. Él sabía que le importaba a Dios, y eso le dio confianza para seguir el propósito de la fe.

Ahora tú estás identificado con Cristo, y tienes el poder del Espíritu Santo dentro de ti. Eres un hijo precioso de Dios, y Él te ha creado de una manera que a Él le agrada.»

La baja autoestima lleva fácilmente a la envidia. Ejercítate en ver lo que Dios hace en ti, lee cada día la lista de versículos que te recuerda quien eres en Cristo, y a medida que tu autoimagen vaya cambiando descubrirás que no tienes motivos para envidiar a nadie. Eres hijo amado de Dios y  Él te ama sin medida.

El dicho dice «las comparaciones son odiosas», y es que con el único que debemos compararnos es con Cristo, ante cuya majestad sólo podemos humillarnos. Y la única imagen con la que debemos compararnos es con lo que Él dice que somos, ante lo cual sólo podemos estar agradecidos.

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 4

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 4

SOY DIFERENTE

No hay dos personas iguales. Ni siquiera los gemelos idénticos. Sin embargo, los seres humanos necesitamos esa sensación de ser aceptados dentro de un grupo de «iguales», de personas con las que tenemos cosas en común y que nos aceptan como somos. Sin embargo, ésta necesidad puede ser muy difícil de cubrir para un hijo de pastor.

Es normal que al ser cristiano, en el colegio a veces te vean como un «bicho raro», pero dentro de la Iglesia, uno debería poder encontrar gente con la que tener cosas en común ¿no?. Pues no siempre es así.

Por un lado los hijos de pastor recibimos un trato ligeramente diferente desde la infancia. Pueden ser grandes diferencias o cosas sutiles pero que sumadas son una gran diferencia.

Recibimos diferente trato, diferentes expectativas sobre nuestra vida, e incluso se nos aplican diferentes reglas. Por ejemplo mis hijos reciben regalos de navidad y cumpleaños de personas que no regalan nada a otros niños de la Iglesia. Personas de mi iglesia regañaban a otros niños pero a mí solo me miraban con desaprobación sin llegar a regañarme. Hay otros casos totalmente opuestos en los que los hijos de pastor son regañados con la cantinela de «tenía que ser el hijo del pastor» o «tú eres el hijo del pastor, ya deberías saber que eso no se hace» o simplemente reciben reprimendas más severas que los demás. A pesar de que lo nieguen o no se den cuenta,  los feligreses suelen tratarnos de forma diferente. Esto se acentúa especialmente en los hijos de misioneros ya que además se encuentran en una cultura diferente, y a veces hasta los demás niños les tratan diferente. Por ejemplo a mí en España me decían «la finlandesa» y en Finlandia me llamaban «la española». Así que fuera donde fuera tenía el sello de «diferente».

A veces son diferencias más sutiles pero son cosas que nos hacen llegar a la conclusión de que algo en nosotros es diferente (a veces con connotación positiva -soy especial- y otras negativa -algo en mi está mal).

Recibimos un trato diferente que cuando se suma con otras de las mentiras que ya hemos tratado en semanas anteriores, puede tener un gran poder destructor en la vida de un hijo de pastor.

«Soy diferente» puede hacerte sentir sólo en medio de la multitud, no tengo amigos porque soy diferente, no me entienden porque soy diferente… Eso se convierte en una tendencia a aislarse que te puede llevar dos extremos: a la depresión («no puedo contar con nadie») o al orgullo («yo no necesito a nadie»). Ésta mentira puede incluso interferir en tu capacidad  de desarrollar una amistad íntima con tu cónyuge. Llegas a pensar que no puedes abrirte con nadie, ya que no te entenderían porque eres diferente a ellos.

«Soy diferente» y aunque los demás no tengan que ser perfectos, yo sí. (MENTIRA 1)

«Soy diferente» y aunque los de mi edad no sepan, yo ya tendría que saber (MENTIRA 2)

«Soy diferente», existo para los demás (MENTIRA 3)

«Soy diferente», y por eso no encajo en ningún grupo ni puedo tener amigos de verdad (MENTIRA 4)

Es cierto que para un hijo de pastor puede ser más difícil hacer amigos. Puede que no te dejen tener amigos fuera de la Iglesia, y puede que los jóvenes de la Iglesia te traten de forma diferente, impidiendo que te muestres como realmente eres. Mi experiencia es que se puede, pero no es sencillo. Lo voy a resumir en unas recomendaciones:

1- El que quiera tener amigos ha de mostrarse amigo. Busca alguien en tu situación: que le cueste hacer amigos. Ofrécele tu amistad, tu compañia y tu ayuda. Puede que coseches un amigo genuino para toda la vida.

2- Prueba a las personas antes de confiar en ellas completamente. Hay personas que se acercarán por ti por tu «posición», comprueba su fiabilidad antes de abrir todo tu corazón.

3- Dios es el mejor amigo que puedes tener. Lo sé. Lo has escuchado un millón de veces. Pero pruébalo. Dios puede ayudarte a encontrar amigos también.

4- Date cuenta que hay muchos tipos de amistades, no esperes siempre lo mismo. Hay amistades en las que tú eres el paño de lágrimas y hay otras en las que es al revés. Hay amistades de ver a diario y hay amistades en las que no pasó el tiempo aunque lleveis años sin veros. Acepta cada persona tal y como es y acepta también que clase de relación puedes tener con ella.

5- Por confiable y maravillosa que sea una persona no puedes poner toda tu confianza y fe en ella. Solamente Dios merece esa clase de confianza, porque las personas fallan y dañan.

6- Por mi experiencia diría que es más fácil para un hijo de pastor encontrar amistad verdadera en la juventud que en la adolescencia. Pero todo pasa por saber quien eres. Cuando sabes quien eres es más fácil relacionarte con los demás y conectar. Normalmente eso se averigua en esas relaciones con tus amigos en la adolescencia, pero los tengas o no los tengas, el que mejor te conoce y mejor te puede ayudar en esa tarea es Cristo.

7- A veces «soy diferente» impide que dejes a la gente acercarse. Creeme, hay mucha gente que ha pasado circunstancias similares a las tuyas y que puede entenderte. No dejes que «soy diferente» te aísle y no te permita descubrir a esas personas.

La verdad te hace libre. Y la verdad es que aunque hayas tenido más privilegios y más luchas que otros cristianos eres simplemente un hijo de Dios. Dios no mira lo que ven los hombres, a Dios no le interesa tu status social. Dios no te exige más por ser hijo de tal o de cual. Ante Dios estás al mismo nivel que cualquiera y a la vez te ama como nadie. No eres especial por ser hijo de pastor, eres especial por el precio de sangre que Cristo pagó por ti, por nada más. Necesitas ministración, ánimo, oración y consejo como los demás. Necesitas ser discipulado. Necesitas amigos de confianza y maduros. Pídele a Dios que ponga a tu alrededor personas maduras de confianza y también renuncia en voz alta a la mentira de que «soy diferente» para que nada impida que puedas confiar en esas personas que Dios pone en tu camino.

Basado y modificado del libro «Tengo que ser perfecto» por Timothy L. Sanford. Usado con permiso del autor. Disponible en Amazon.

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 3 (y los pastores)

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 3 (y los pastores)

«EXISTO PARA OTROS»

Ésta mentira, o media verdad, que es lo mismo, es pareja de hecho con otra muy parecida «las necesidades de los demás son más importantes que las mías». Y la creemos porque tiene una laaaarga justificación bíblica y práctica.

Crecer con la mente fija en el ministerio puede fácilmente programarte para pensar en pensamientos como:

– «Estoy aquí para ser una manguera espiritual en éste jardín, para pasar el agua de vida hacia otros. Pero ya sabes, la manguera no es importante»

– «Fui creado para servir»

– «Se me ha dado mucho, se me demandará mucho, tengo que dar todo lo que tengo y soy».

– «La necesidad de apoyo del hermano de la Iglesia que va a ser operado, es más grande que la mía de tener vacaciones aunque hace tres años que no las tenemos».

– «La necesidad de la denominación de tener un predicador para jóvenes es más importante que la mia de que mi papá me arrope por las noches».

– «El mundo necesita más un evangelista de lo que yo necesitas un padre».

– «La necesidad de papá de descansar o estudiar la palabra es más importante que mi necesidad de ayuda con mis deberes de matemáticas».

– «La necesidad de mamá de mantener una buena apariencia es más importante que mi necesidad de ser un niño»

Puedes pensar que es tu trabajo, tu obligación, hacer que los demás se sientan cómodos y sean felices. Después de todo es a ellos a quien hay que ministrar ¿verdad? Es egoísta por tu parte «estorbar el trabajo de Dios» con tus propias necesidades ¿o no?. Recuerdas todas las predicaciones sobre el servicio y todas las veces que alguien citó Filipenses 2:4 «no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.» olvidando que dice TAMBIÉN. De alguna forma cada tarea de servicio en la Iglesia es parte de tus tareas.

MENTIRA! MENTIRA! MENTIRA! Pero nunca una mentirá sonó tan.. espiritual.

¿Debemos servir? SI ¿Debemos servir aunque no nos sintamos bien? NO ¿Debemos servir sin importar el costo personal? NO.

Dios desea que su obra sea hecha, desde luego, pero para Él  ni la obra ni las actividades son tan importantes como que tu vida se mantenga sana y en equilibrio. Su obra será hecha con o sin ti, no te preocupes. Tienes derecho a bajar el ritmo cuanod estás cansadpo. Tienes derecho a delegar tareas. ¡¡¡Tienes derecho a tener necesidades propias y que sean satisfechas!!!

Si tus necesidades legítimas no son fatisfechas terminas deprimido, pierdes el valor como persona porque piensas «no valgo, no merezco, estoy para los demás». Pierdes conexión con la realidad y vives una mentira.

¿Cómo terminamos pensando que nuestras necesidades no son importantes?

El apego en el ser humano se desarrolla de la siguiente manera:

 Tengo una necesidad – expreso esa necesidad – suplen la necesidad – mi confianza crece.

Pero a veces es disfuncional y va así:

Tengo una necesidad – expreso esa necesidad – pero mi necesidad no es suplida o es suplida de forma inconsistente- soy defraudado herido y confundido – no hay confianza – pedir y no recibir lastima, así que dejo de pedir – con el tiempo incluso puedo olvidar necesitar nada de nadie.

 Algunos padres te explican «cariño no puedo jugar contigo porque a la hermana Felisa se le murió el hijo y está muy triste», y claro, tú entiendes que eso es muy triste y ves tu necesidad pero eliges ignorarla porque es «lo correcto». Otras personas pueden incluso llamarte egoísta o inmaduro, así que aprendes a no necesitar. Las herejías van de la mano así que el «tengo que ser perfecto» te dice que si no necesitas nada eres perfecto y además «ya deberías saber» cómo manejar tus propios problemas y no necesitar nada de nadie. Léelo en los capítulos anteriores:

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1     

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 2

(Papás: obviamente hay veces que no puedes atender la necesidad de tu hijo en ese momento exactamente pero asegúrate de decirle cuándo le vas a ayudar y cumplirlo)

La verdad es que suena muy espiritual pensar que te estás «desgastando por el evangelio», pero Dios te hizo una persona con necesidades y por tanto tienen que ser suplidas de una forma correcta. Una vez leí en un libro cuyo título no recuerdo, que los siervos de Dios son como zarzas. Decía que el fuego de Dios arde sobre la zarza pero no la consume (Éxodo 3:1-6). La zarza sigue reverdeciendo pero el fuego de Dios brilla sobre su vida iluminando. Ahora bien, hablaba de kamikazes espirituales que con tal de arder, se inmolan, prendiéndose fuego y consumiéndose en la obra en medio de demasiadas actividades y  necesidades de otras personas.

Recuerda, si es fuego de Dios, es equilibrado. No te consumirá, sino que reverdecerás, crecerás y serás de bendición a otros. Si estás quemándote, desgastándote, menguando, por mucha «bendición» que otros estén recibiendo a través de ti.. ¿por cuánto tiempo puede durar? ¿De que le sirve al hombre si ganase el mundo pero perdiese su alma? ¿De qué te sirve bendecir a otros y perder tu gozo? ¿De qué te sirve restaurar otras familias y descuidar la tuya? ¿De qué te sirve brillar para acabar como un montón de cenizas?

A Dios le importaba la zarza. No la dejó quemarse. A Dios le importa no sólo lo que logres, le importa cómo termines la batalla y que llegues a la meta.

A veces me parece que hay ministerios que operan bajo el lema «the show must go on»= «el show debe continuar». Al borde del divorcio, continuas peleas familiares, apatía espiritual, pero hay que ir a la Iglesia y sonreír.

Tienes necesidades. Tu familia las tiene. Y tienes el derecho de suplirlas y que sean suplidas. Rompe el ciclo. No esperes a que sea demasiado tarde y de tu vida sólo quede un montón de cenizas. Acostúmbrate a pedir ayuda. Acostúmbrate a recibir ayuda. Acostúmbrate a pedir oración por tu vida espiritual y personal. Acostúmbrate a buscar consejo. Bájate del pedestal de la perfección y no dejes que nadie te vuelva a subir.

Cristo puede cubrir todas tus necesidades, pero tu tienes una parte que cumplir. Primero que todo, aparta tus tiempos de descanso y pon límites que no dejen que nada te distraiga (apaga el móvil…). Segundo, busca apoyo, «mejores son dos que uno, porque si uno cae, el otro lo levantará», y «confesaos vuestros pecados los unos a los otros», «edificándoos los unos a los otros en amor». Nadie queda fuera de éstos pasajes bíblicos, no dice «todos menos el pastor o el hijo del pastor». Tercero, vela, vigila, cuando veas en tu vida síntomas de estrés y depresión toma medidas y frena. Puede que te parezca que faltas todo se desmoronará, pero créeme. No es así.

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 2

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 2

«YO YA DEBERÍA SABER ÉSTO»

Cuando la profesora de escuela dominical pregunta el versículo de memorizar al hijo de pastor porque «él ya debería saberlo ya que es el hijo de pastor». Cuando los niños pelean en el templo mientras juegan y un adulto regaña al hijo de pastor porque «ya debería saber que no está bien pelear». Cuando la gente se sorprende de que el hijo de pastor no haya leído aún la Biblia entera aunque sea un adolescente aún. Cuando la gente te mira raro si no sabes orar en público, los libros de la Biblia, manejar el sonido o vete a saber qué más cosas que ellos piensan que un hijo de pastor debería controlar aunque nunca la haya hecho. Cuando tus padres te regañan por no saber algo en vez de enseñarte a a hacerlo…

Cuando se espera mucho de alguien, la persona intenta estar a la altura. Intenta mejorar, intenta responder a las expectativas y no defraudar. Cuando ésta clase de expectativas se repiten con frecuencia, ésto puede arraigar en tu mente la mentira de que tu ya deberías saber hacerlo todo. Cuando ésta mentira se instaura en el corazón puede crear desembocar en cuatro diferentes tipos de problemáticas, de las que hablaremos ahora. Antes de decir «ésto no va conmigo», examínate sinceramente con ésta lista.

1. Fingir. Ya que esperan que seas perfecto, pues lo finges. Ocultas a todo el mundo tus problemas, tus tristezas, tu dolor y te escondes tras la máscara de hijo de pastor. Ésta mentira se mezcla muy fácilmente con la primera mentira «TENGO QUE SER PERFECTO» lee más aquí: MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1. Ésta falta de autenticidad lastima tu crecimiento emocional y espiritual. Puedes volverte tan bueno fingiendo que comienzas a creértelo.

2. No pides ayuda. No recibes el apoyo espiritual que necesitas, porque para los demás aparentas estar bien, saber todo y no necesitar nada. No recibes contestación a las grandes preguntas en tu interior porque si preguntas cae tu máscara de autosuficiencia y perfección. Dentro lloras, gritas desesperado por contestación, por aliento, por respuestas, pero fuera, eres un hijo de pastor sonriente que siempre va a la Iglesia.

3. Te cuesta muchísimo abrirte y hablar de tus problemas. No hablas con nadie de tus cosas y tampoco otros te la ofrecen normalmente. ¿Alguna vez alguien se ofreció a enseñarte o animarte? Si alguno hubo fue enviado por el Espíritu Santo seguramente, pero quizá no te atreviste a hablar. Te sientes aislado, solo y diferente (más de esto en otro capítulo).

4. Te cuesta reconocer que en realidad, no lo sabes todo. Nos aferramos a ésta mentira porque nos gusta que nos respeten y al ver nuestra apariencia estén satisfechos con nosotros. Decir «no lo sé» es bajarse de ese pedestal y no nos gusta. El pensamiento «debería saber.. pero no sé» te paraliza y te hace sentir fracasado.

Te das una «paliza mental» para hacerte actuar como deberías, insultándote y recordándote que eres un fracaso, aunque no sirve para nada porque no tienes ni idea de cómo hacer «lo que se supone que deberías ya saber hacer». Hay hijos de pastor que han llegado a golpearse a si mismos físicamente porque se sienten incompetentes y estúpidos. Obviamente no de forma que otros lo vean porque hay que mantener las apariencias, eso sería un escándalo. Algunos se hacen cortes en lugares tapados por la ropa, hacen ejercicio físico extremo, comen demasiado o no comen nada.

Esta herejía, como otras, tiene un poco de verdad. Tenemos que ser sabios y competentes. Tenemos que esforzarnos por no repetir nuestros errores. Pero eso es diferente de la herejía que dice que ya tendrías que saberlo todo. Eso es rotundamente falso. Tú sabes lo que sabes hoy, y eso es aceptable para hoy. Aprenderás más, estarás más adelantado mañana, pero por hoy está bien. Es suficiente. Basta para cada día su propio afán.

Mantenernos tras una máscara hace que nos encerremos en nosotros mismos, nuestros pensamientos vuelan y nos atormentan, se convierten en la verdad. En esa prisión de la mente pueden aparecer muchas formas de encerrarte en ti mismo.

Si te encierras en ti mismo en el área emocional aparecen la autocompasión, el rencor, la amargura, depresión, etc.

Si te encierras en ti mismo en el área social aparecen los sentimientos de soledad, el aislamiento, la desesperanza, los pensamientos de suicidio.

Si te encierras en ti mismo en el área del pensamiento aparecen las «santas herejías», una larga lista de mentiras como las que estamos tratando.

Si te encierras en ti mismo en el área sexual aparece la masturbación y la pornografía.

Es cierto que como hijos de pastor somos fácilmente juzgados, por tanto ten sabiduría a quien abres lo más profundo de tu ser. Pero si dejas que alguien sabio «entre» y te muestre la verdad de la palabra podrás ser libre. Si te atreves a reconocer las cosas que no sabes, si te atreves a preguntar tus dudas, si te atreves a quitarte poco a poco la máscara descubrirás que puedes llegar a ser lo que aparentabas ser. Quizá alguien se ofrezca a ayudarte. Pruébalo, cuéntale una cosita de tu corazón, examina si es digno de confianza. Y poco a poco sal de tras la máscara.

Si tiendes a pensar «ya debería yo saber» comienza a cambiar tu forma de hablar. Quita esas expectativas ajenas y reconoce con valor quien eres y que sabes. Cuando alguien se presente ante ti pidiendo o exigiendo que les soluciones algo prueba a reencaminar su forma de pensar con frases como éstas:

«No, la verdad que no tengo ni idea de la respuesta, ¿tu cual crees que es?»
«No sé cómo hacerlo ¿podrías enseñarme?»
«Creo que Fulano sabe cómo hacer esto»
«Nunca he enfrentado una situación como ésta ¿y tu?»

Dios no te pide más de lo que su Espíritu Santo te va enseñando a cada paso del camino, date tu tiempo, si Él es paciente contigo y con tus faltas, sélo tu también.

Basado y modificado del libro «Tengo que ser perfecto» por Timothy L. Sanford. Disponible en Amazon (busca en el amazon de tu país, el precio varía según la moneda del país).

Si no eres hijo de pastor y estás leyendo esto, te ruego que examines la forma en la que nos tratas. Necesitamos amor, amistad, consejo, ánimo, igual que tu. Ayúdanos a aprender antes de exigirnos saber enseñar.

 

 

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1

TENGO QUE SER PERFECTO

Algunos hijos de pastor no son conscientes de que esta mentira está instaurada en su corazón, pero muy probablemente lo esté. ¿Alguna vez pensaste cosas como?:

«tengo que ser el ejemplo de lo que mi papá predica»
«no quiero defraudar a mis padres»
«si no soy perfecto estaré defraudando a Dios»
«no quiero ser tropiezo para que se comparta a alguien el mensaje de salvación»
«conozco la verdad, se me exigirá mucho, tengo que ponerlo TODO en práctica»
«tenemos que dar un buen testimonio, una buena imagen como familia pastoral»
«la congregación amará más a mi papá si soy perfecto»
«si no sonrío y digo que va todo bien, todos pensarán que mi papá es un mal pastor»

Lo curioso del perfeccionismo de los hijos de pastor es que no le exigimos a los demás lo que nos exigimos a nosotros mismos. Ellos no tienen porqué ser perfectos, pero nosotros sí. Los demás pueden ser humanos y cometer errores pero nosotros no. Los demás merecen gracia pero nosotros…

Las personas en la Iglesia toman el derecho de «opinar casualmente» sobre lo que decimos y hacemos. Ellos no se atreven a acercarse a nuestros padres para comentarles nuestros fallos como harían en el caso de otros niños. «Eres hijo de pastor, no puedes hacer eso» (aunque todos los demás niños lo están haciendo), «¡pastorcito silencio!» (mientras que todos los niños gritan). Personas bienintencionadas con pequeñas frases que sumadas ejercen una influencia grande, instaurando la mentira de que TÚ tienes que ser perfecto, TÚ no puedes fallar.

La perfección humana es inalcanzable, sólo Cristo fue perfecto. Nosotros lo expresamos en agradables términos cristianos como si eso lo hiciera posible. «Con Dios se puede», «es que no tengo suficiente fe», «si tan solo me esforzase más», «si tan solo no hubiera dicho eso», «si yo fuera más paciente o más amoroso!».

Obviamente la vida Cristiana es una santificación progresiva que debemos trabajar y desear. Obviamente tenemos que examinarnos delante de Dios y tratar de ser mejores cada día. Nuestro corazón tiene que estar como el de David, perfectamente entregado a Dios (aunque pecó en algunos momentos). Tenemos que tratar de alcanzar la rectitud de Job (aunque él tampoco estuvo exento de pecado). La meta de perfección en nosotros debe ser «fallar lo menos posible». Pero la mentira que llega a los hijos de pastor es «tu no puedes fallar». Y ésto es imposible porque «todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios».

Entonces nos volvemos perfeccionistas. El perfeccionismo crea una meta inalcanzable, de la cual deriva una laaaaaaarga lista de puntos que debes cumplir. Nunca serás suficientemente espiritual, nunca orarás lo suficiente, nunca tendrás suficiente discernimiento o experiencia o amor o quien sabe que más.

Cuando eres perfeccionista piensas «o lo hice perfecto, o lo hice mal». Haberlo intentado no sirve. Trabajaste todo el año con los jóvenes con amor y dedicación, pero una vez gritaste a un joven, así que eres un mal líder. Predicaste con unción y autoridad pero citaste mal un versículo, así que no vales para predicar. Esto te susurra la mentira que se ha colado en tu interior. Comienzas a tener miedo al rechazo, miedo a fracasar, miedo a lo que otros pensarán, miedo a no saber algo, miedo a defraudar a Dios, miedo, miedo, miedo…

La necesidad de ser perfecto no solo genera un torbellino de ansiedad y frustración, también destruye tu confianza en ti mismo.
Cuando todo lo que haces no es perfecto, es un fracaso, tú te conviertes en un fracasado (o eso es lo que piensas), lo que te convierte en un estúpido sin remedio, lo que te quita todo el valor y la confianza en ti mismo.

Llegados a éste punto, tienes cuatro opciones.
Opción 1. Morir intentando,,,, intentando,,,, intentando ser perfecto.
Opción 2. Distorsionar la realidad para poder al menos sentirte exitoso. Mentirte a ti mismo. Auto engañarte diciendo, de vez en cuando consigo esa perfección, por tanto solo tengo que seguir intentándolo con más fuerzas.
Opción 3. Muchos hijos de pastor optan por renunciar e irse. Renuncian a la Iglesia y a Dios y al ministerio porque nunca podrán alcanzar el nivel que se auto exigen y sienten que los demás les exigen.
Opción 4: conocer la verdad que te hace libre. «tengo que ser perfecto» es una «santa» herejía que te destruye.

Aplicas estos versículos a los demás, pero, ¿los aplicas a ti mismo?
Romanos 3:23 «todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios»
A DIOS NO LE PILLA POR SORPRESA QUE SEAS PECADOR E IMPERFECTO. CREEME, LO SABE
Juan 3:16 «De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda»
DIOS TE AMA!! TE AMA Y TE AMA Y TE VUELVE A AMAR!! MURIÓ POR TI.
Romanos 8:38-39 «ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.»
TU IMPERFECCION NO HACE QUE DIOS DEJE DE AMARTE. NI TU MISMO PUEDES SEPARARTE DEL AMOR DE DIOS.
Juan 6:37 «al que a mi viene, no le echo fuera»
AUNQUE HAYAS FALLADO MIL VECES LOS BRAZOS DEL PADRE SIEMPRE ESTÁN ABIERTOS PARA TI.

Dios no nos obliga a seguirle, ni a servirle, ni espera nuestra perfección. Él podía habernos obligado a servirle, habernos doblegado como títeres sin voluntad, pero Él nos creó por amor, porque deseaba una relación íntima y de amor con nosotros. Todo lo que Él desea de nosotros es amor, y frutos de ese amor. Si estás haciendo cosas porque se supone que es lo de deberías hacer como hijo de pastor o como cristiano, no está bien.

Ese diálogo interno que mantienes diciendo «tengo que ser mejor, tengo que hacer esto, no puedo hacer aquello» tiene que cambiar. Dios no te impone nada. Él te da a elegir. Por supuesto que desea nuestra santidad y entrega total, pero desea que ese sea el fruto de una relación de amor entre los dos y no de una imposición religiosa.

Prueba a cambiar el «tengo que» por «quiero» «deseo» «elijo».
«deseo amar más a Dios»
«elijo orar más»
«amo tanto a Dios que quiero servir a mis hermanos»

Resumiendo: Debemos tratar de mejorar y conservarnos íntegros ante Dios. Debemos tratar de aprender más y aplicar más la palabra de Dios. PERO, si fallamos, eso no echa por tierra toda nuestra vida espiritual anterior. Es una debilidad en la que Dios puede hacerse fuerte en nosotros y mostrar su gloria. Hijo de pastor, Dios te ama como eres.

Basado y modificado del libro «Tengo que ser perfecto» por Timothy L. Sanford. Disponible en Amazon (busca en el amazon de tu país, el precio varía según la moneda del país.

Si no eres hijo de pastor y estás leyendo esto, te ruego que examines la forma en la que nos tratas. No nos exijas una perfección que no existe, que tu mismo no puedes lograr y que nos pone un peso que nos mata.
Hijos de pastor, espero que os sea de bendición.

 

HIJOS DE PASTOR

HIJOS DE PASTOR

Hijos de pastor, esa especie talentosa y privilegiada, pero a veces muy observada, criticada, envidiada y acomplejada. Ser hijo de pastor no es fácil.

Hay una parte buena por supuesto, tienes acceso a lugares, información y personas que los demás niños no tienen. Viajas y vives experiencias que otros no pueden ni soñar. Ves de cerca el ejemplo de tus padres y de otros siervos de Dios teniendo la oportunidad de aprender de ellos muchas cosas. Escuchas muchas predicaciones de muchas personas y muchos puntos de vista que pueden enriquecer tu vida. Ves testimonios del poder de Dios en tu familia y en la Iglesia.

Pero no es todo color de rosa. Un pastor elige serlo, pero un hijo de pastor no.

Por una parte los hijos de pastor viven en una familia con ciertas peculiaridades comunes a muchas familias pastorales, y que afectan su vida. Por ejemplo:

  • Viajar mucho, asistir a muchas conferencias, conocer a muchos pastores o ministros.
  • Compartir tu comida, tu habitación y hasta tu ropa con invitados y feligreses.
  • Que tu padre o padres estén bastante ocupados y ausentes de casa muchas horas, o si están en casa, hablan mucho por teléfono, o tienen visita o están orando/estudiando la palabra y no se les puede interrumpir.
  • Tener pocas o ningunas vacaciones en familia.
  • Que las actividades de la Iglesia sean siempre lo primero.
  • Que el teléfono suene a cualquier hora del día o de la noche.
  • Al igual que los pastores ponen su vida al servicio de la Iglesia, piden el mismo compromiso a sus hijos.

Por otra parte hay feligreses que en ocasiones exigen ciertas cosas a los hijos de pastores aún desde muy pequeños. Observan con lupa todo lo que hacen y ponen de manifiesto su opinión sobre ello con sus actitudes, sus palabras y sus hechos. Hay personas que piensan que los hijos de pastor, aunque aún sean pequeños deben:

  • Conocer la Biblia perfectamente.
  • Tener un comportamiento intachable en todo momento.
  • Tener una sonrisa siempre en la cara.
  • Tener el mismo nivel de dedicación que sus padres con las actividades de la Iglesia.
  • Desarrollar el mismo ministerio de su padre al mismo nivel.

Hay personas que incluso creen que tienen el derecho (o el deber) de amonestar a los hijos de pastor por su comportamiento, o incluso a los pastores a éste respecto. Conozco algunos casos de personas especialmente crueles a la hora de expresar sus opiniones. Ésta exigencia de los feligreses a veces causa que los pastores comiencen a exigir a sus hijos ese mismo nivel de «perfección». Os cuento algunos casos que conozco:

  • Un pastor que a pesar de los grandes problemas domésticos, siempre se va a la Iglesia como si no pasase nada y no deja que sus hijos parezcan tristes jamás.
  • Un pastor con don de discernimiento que exhorta a los feligreses con paciencia, pero cuando tiene que corregir a sus propios hijos… no muestra un ápice de misericordia.
  • Un pastor que pellizca muy fuerte a sus hijos cada vez que se mueven durante el culto.

En muchos casos ésto no es así, los pastores no dejan que ésto les afecte y tienen sabiduría para tratar a sus hijos. Pero, en los casos en los que los hijos notan esa exigencia extra sobre ellos, provenga de donde provenga, son afectados siempre, en mayor o menor medida.

Por todas éstas, y más, situaciones que viven los hijos de pastores creo que necesitan una atención más específica a su caso. Por eso comenzaré a publicar algunas cosas específicas sobre el tema, Dios mediante.

Pecadores Anónimos

Pecadores Anónimos

¿Alguna vez habéis visto una reunión de Alcohólicos Anónimos (A.A.)? ¿Aunque sea en una película o una serie?. Existen otras clases de éstos grupos de apoyo, narcóticos anónimos, ludópatas anónimos, etc. En éstas reuniones hay una parte en la que cada uno habla de su situación, y es obligatorio comenzar de la siguiente manera:  «Hola, me llamo _____ y soy alcohólico.» A continuación cuentan cuánto tiempo llevan sin beber, si han recaído, y su situación desde la última reunión. En éstas reuniones todas las personas asistentes tienen el mismo problema, el alcohol, y aunque lleven mucho tiempo sin beber siguen asistiendo y confesando «soy alcohólico». Esa su forma de confesar que aunque en éste momento se encuentren fuertes, no están exentos de caer. Es un grupo de iguales en el que se animan, apoyan y aconsejan unos a otros con sus experiencias. Es un grupo en el que está prohibido juzgar, porque nadie está libre de pecado, nadie puede tirar la primera piedra (1). Cuando llegas al grupo se te asigna una persona de contacto a la que llamar cuando estás a punto de caer en la bebida de nuevo y que va a hacer todo lo posible por verte, distraerte, animarte, y que pase ese momento de bajón, de tentación.

Durante mucho tiempo he pensado que la Iglesia debería parecerse a Alcohólicos Anónimos en algunas cosas. Debería ser «Pecadores Anónimos».

1- Creo que deberíamos aprender a ser más abiertos acerca de nuestras debilidades y pecados, sin necesidad de entrar en detalles. Pablo habló muy abiertamente acerca de su vida pasada (2) y de su aguijón en la carne(3).  Aún sin especificar cuál era, habló muy claramente de que él no estaba exento de tentación y debilidad (4). Conozco personas cristianas que hablan de su pasado pecaminoso y se ríen, les causa gracia recordar ese pasado que debería avergonzarles. No debemos llegar a éste extremo tampoco, ni  hablar de ello de forma liviana, pero creo que es necesario mostrar nuestra humanidad a los demás, mostrar que no somos perfectos. Parece que cuando llevas unos cuantos años en el evangelio ya no puedes hablar mucho de tus luchas porque te sientes juzgado. En demasiadas iglesias se crea un aparente halo de perfección  alrededor de los miembros, los líderes o el pastor. Hay Iglesias que exigen perfección a sus líderes, lo cual los somete a un peso muy pesado que sólo Cristo pudo llevar. Hay líderes que aman tener una apariencia de santidad y perfección:  jamás piden oración por sus problemas, jamás hablan de los errores que cometieron y lo que aprendieron de ellos, etc. En algunos casos ésto provoca que las personas a su alrededor se avergüencen de hablar de sus debilidades y no reciban restauración.

Jesús declaró la guerra a la religiosidad y la hipocresía. Abiertamente criticó y condenó a los religiosos de aquella época.

En Mateo 23 tenemos algunas de las cosas que les echó en cara:

– Que mantenían una apariencia de perfección pero por dentro estaban llenos de corrupción.

– Que inventaban normas y leyes que cargaban a los demás.

– Que eran hipócritas, predicaban cosas que no cumplían.

– Que buscaban la aprobación y el aplauso de los hombres pero no el de Dios.

– Que impedían a muchos entrar al reino de los cielos.

– Que justificaban sus malas obras «teológicamente» con engaños sin entender la ley de Dios.

– Que daban más valor a los símbolos religiosos y las tradiciones que a la presencia de Dios.

Lamentablemente  muchos cristianos, predicadores  e incluso corrientes teológicas de hoy en día hacen éstas mismas cosas. Piensan cosas como:

«Si muestro tristeza por mi circunstancia es que no tengo suficiente fe»

«Si hablo de mi debilidad voy a ser juzgado, porque nadie más habla de sus debilidades»

«Para que la gente me respete tengo que mostrar una apariencia de perfección»

Si los líderes no somos humanos, seremos difícilmente accesibles para que los creyentes puedan acercarse, confesar sus pecados como dice la palabra(5), y ¡ser libres!. Creo que ésta es la razón de que haya tantas personas atadas por el pecado aún dentro de las Iglesias.

Según una estadística alrededor del 68% de los hombres que asisten a las iglesias accede a algún tipo de pornografía con regularidad. El 76% de éstos tiene entre 18 a 24 años de edad, y además, el 49% afirma conocer en totalidad o a la mayor parte de sus amigos que hacen lo mismo (6).

2- La Iglesia debería ser un lugar donde hay personas que cuando escuchan tu pecado no se escandalizan ni te acusan, sino que te llevan a la restauración. Escribí un poco acerca de ésto en el post de la semana pasada, leelo aquí: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/03/20/13-el-hijo-prodigo-se-queda-en-casa-parte-2/

Cuando la Biblia habla de nosotros como jueces, por un lado habla de que debemos juzgar, y por otro lado de que no.

Por un lado dice que juzgaremos al mundo, que debemos juzgar el pecado y expulsarlo de la Iglesia. (7)

Por otro lado nos dice que no debemos juzgar para no ser juzgados y que no tenemos excusa para juzgar. (8)

Si lees en detalle éstos pasajes, (por favor, hazlo), verás que cuando habla de no juzgar, pone un gran énfasis en la hipocresía, «no quites la paja del ojo de tu hermano si tienes una viga en el tuyo». Pero cuando habla de juzgar el pecado es tajante, no debemos permitir que se practique el pecado en la Iglesia, pero nuestra intención siempre debe ser la restauración de la persona. Debemos confrontar el pecado, con amor, pero confrontarlo. Sobre éste tema te recomiendo el estudio de Josué Barrios. (9) También debemos tomar medidas cuando una persona es confrontada de su pecado y no quiere arrepentirse.

Ahora bien, creo que hay personas que emplean una forma incorrecta de juzgar. Juzgar es señalar algo y decir «eso es bueno» o «eso es malo». Algunos piensan que juzgar significa hacer lo que hizo Jesús en el templo con las mesas de los cambistas. Jesús juzgó el pecado y a los hipócritas en muchas ocasiones usando muchos tipos de discurso oral: parábolas, sermones, preguntas, desafíos prácticos,  mandamientos y más formas. Jesús juzgó con sus palabras llamando a los fariseos «generación de víboras»,  y más. Pero solamente una vez se expresó en una forma.. digamos violenta. Por tanto debemos exhortar y enseñar a las personas de muchas formas, con paciencia, con sabiduría, y con discernimiento del Espíritu Santo.

Lo que podemos aplicar de A.A. es la humildad con la que corrigen y enseñan. ¿Has escuchado ésta frase? «predicar el evangelio es como cuando un ciego le dice a otro ciego dónde encontró pan». Hemos encontrado pan, hemos encontrado vida, hemos sido rescatados del lodo cenagoso y hecho nueva criatura y real sacerdocio en Cristo. Sin embargo no dejamos de ser ciegos= humanos, imperfectos.

Cuando un cristiano confiesa «hace 10 años que no consumo pornografía», «hace tres años que no bebo alcohol», «hoy he tomado la decisión de dejar la fornicación», está dando gloria a Cristo y se está convirtiendo en un testimonio vivo del poder de Dios para otros. El error que comenten muchos cristianos es negar que esa parte existió.

Un matiz, que creo que es obvio pero prefiero que quede reflejado, es que la ministración al pecador y  la confesión de los pecados es mejor que sean en un círculo cerrado y reducido de personas, que propicie la confianza y la restauración. Sin embargo el testimonio de nuestra lucha con el pecado y la victoria en Cristo, es sano que se haga de una forma pública cuando la persona está preparada= se siente libre, perdonada, y tiene la madurez suficiente para afrontar preguntas y ayudar a otros.

3- Cuando entras en A.A. te asignan una sombra, un apoyo, una persona a la que acudir. Sé que ese asistente es el Espíritu Santo para los creyentes. Sin embargo creo que, en especial durante esos primeros pasos en la fe,  se hace necesario tener una persona que te dirija. No se puede dar a luz un bebé y dejarlo a su suerte. Igualmente no se puede dejar un nuevo convertido sin el apoyo de decirle: «mira, aquí tienes ésta persona a quien llamar para lo que necesites».

Creo que se pueden extraer más enseñanzas pero lo dejaré aquí para que reflexiones por ti mismo. Dios te bendiga.

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1- Juan 8:1-11

2- Gálatas 1:13, 1ª Timoteo 1:13, Filipenses 3:6, 1ª Corintios 15:9

3-2ª Corintios 12:7-11, Romanos 7-8

4- Filipenses 3:12-14

5- Santiago 5:16

6- http://www.noticiacristiana.com/ciencia_tecnologia/estudios/2016/04/68-hombres-iglesias-pornografia.html

7- 1ª Corintios 6:2, Mateo 18:15-17, 1ª Timoteo 1:20

8- Mateo 7:1-5, Romanos 2:1

9- http://josuebarrios.com/biblia-sobre-juzgar/

13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

En el primer artículo sobre hijos pródigos os conté el testimonio de mi padre: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/01/30/7-el-hijo-prodigo-se-va-de-casa/

Mi padre vivió unos cuantos años de hijo pródigo lejos de sus padres, pero el amor de su familia y el llamado de Dios lo trajeron de vuelta a los pies de Cristo.

La semana pasada os compartí el testimonio de mi primo Samuel, que durante muchos años vivió cerca de sus padres pero alejado de Dios y metido en grandes problemas. yoymicasablog.wordpress.com/…/12-el-hijo-prodigo-se-queda-en-casa-parte-1

Hoy os quiero compartir la perspectiva de mi tía, madre de Samuel. Os dejo con su testimonio primeramente.

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La historia comenzó hace 17 años aproximadamente. Mi hijo se juntó con malas compañías, cambió de imagen, llegaron los excesos y la vida desordenada. Lo peor de todo para mí fue ver cómo dejó los estudios en dos ocasiones. Yo le imaginaba debajo de un puente haciendo nada.

Dios utilizó los problemas con mi hijo para empezar a obrar en mi vida. Como hija de creyentes sabía las cosas, tenía la teoría, pero no la vivía. Hasta ese momento había sido una religiosa. Iba a la iglesia, poco más. 

Pero el Señor sabe perfectamente cómo tratar con nosotros, y le utilizó a él con una sencilla fórmula: ¿qué no haría una madre por su hijo? Me sentía impotente. Es por ello que me agarré a Dios y empecé a clamar, a orar. No había otra. Oraba y lloraba, lloraba y oraba.

En la Iglesia encontré una amiga sabia y madura. Ella me apoyaba y me aconsejaba. Dios la puso en mi camino. Qué importante es tener una amiga de verdad, con esa sabiduría especial que dan los años  caminando con Dios. Y me sigue ayudando a día de hoy.

No empleé ninguna estrategia concreta, simplemente me dediqué a amar a mi hijo. No había nada que él pudiera hacer o decir, que provocase que yo dejara de amarle.

Mi consuelo esos años de lucha fue saber que Dios está al mando. Que alguien poderoso y más grande que yo lo tenía todo bajo control. Saber que Él se iba a ocupar de que todo se arreglase. En el fondo siempre tuve el sentimiento de que mi hijo sería para Dios.

Hubo más de una respuesta a las oraciones. La más importante fue ver cómo retomó los estudios y acabó la universidad. Y así fueron pasando los años hasta que llegó esa “bendita” noche.

¡Qué puedo decir! ¡Dios es grande! poderoso… ¡Todopoderoso! Dios oye las oraciones. Doy fe de ello. No sólo eso, sino que te sorprende. Él responde cuando quiere y como quiere.

Para ser sincera debo decir que la petición primera por la que clamaba al Señor no era la salvación de mis hijos. Cuando pedía por ello, era con la esperanza de que le conociesen a Él, no una religión. No quería eso. Oraba por sus estudios, más tarde por sus trabajos; por su lugar en la vida, y sobre todo, por sus futuras mujeres. (A estas alturas entiendo la vital importancia que tiene con quién te casas). En fin, pedía por cosas terrenales, cosa de la que ahora me avergüenzo. Pero sí había un asunto personal por el que clamaba con mucha más fuerza.

Es entonces cuando de pronto, sin esperarlo, interviene Dios y en su infinita misericordia toca la vida de mi hijo de esta forma tan increíble y milagrosa. Es ahí cuando se produce la revolución en mi casa. Todo cambia, ya nada es igual. Dios ha entrado con fuerza en mi hogar.

Esa fue la respuesta a mi oración. No como yo pensaba, ni en el orden que yo esperaba con mi lógica humana. Pero Dios es PERFECTO y las cosas que Él hace simplemente son ¡perfectas! Mucho mejor de lo que nosotros siquiera podemos imaginar. Después fui consciente de la realidad oculta en la vida de mi hijo. Pero eso ya no me importaba, todo había cambiado. Ya no importaba lo que yo había hecho mal, tampoco lo que él había hecho mal. Llegó Dios y enderezó lo torcido. Obró un milagro.Impactado por el testimonio de su hermano, ahora mi segundo hijo también camina con el Señor.

Los problemas de mi hijo me acercaron a Dios y la respuesta vino con él. Curioso ¿no? Alabado sea Dios!! Yo no puedo más que alabarle y darle gracias. Infinitas gracias.

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La historia de ambos hijos pródigos ha sido muy diferente pero veo dos cosas muy claras en común.

La primera es el amor. Un hijo pródigo no tendrá deseos de volver a un hogar del que guarda un mal recuerdo. Ésto es válido tanto en el ámbito espiritual como el familiar. Si en la familia o en la Iglesia es despreciado o rechazado, va a ser más difícil que vuelva. Por supuesto debemos predicar la verdad y señalar el pecado. Sin embargo, ¿cúal es el objetivo? ¿Eliminar el pecado o restaurar a la persona? A veces en nuestro afán de eliminar el pecado eliminamos a la persona. Si tu único deseo es eliminar el pecado, dañar a la persona seconvierte en algo legítimo. Habrás sacado el pecado de la Iglesia o la familia pero habrás sacado también al pecador de forma que probablemente no quiera volver. Ahora bien, si tu objetivo es restaurar a la persona, siempre tienes que dejar una puerta abierta para que pueda volver. Señalar el problema pero también la solución. «Estás en pecado pero en Cristo hay restauración, vamos a orar juntos» en vez de «¡¡¡estás en pecado, fuera de la casa/Iglesia!!!» Conozco varios pastores con don de discernimiento. Cuando ellos ministran a personas de la Iglesia lo hacen con amor y paciencia, ahora bien, cuando disciernen algo acerca de sus hijos lo usan como un arma contra ellos, machacándoles. Que triste. Están usando su don sin sabiduría. Uno de los hijos de éstos pastores está incluso con pensamientos de suicidio porque no sabe ya cómo salir de esa lucha entre el pecado y la exigencia de su padre.

Sé que no es agradable ver a tu hijo desperdiciar su vida en el pecado. Sé que no es posible sonreír siempre cuando su alma eterna está en juego. Sin embargo el amor cubre multitud de faltas. Éste pasaje lo entiendo de varias maneras. Entiendo que el amor de Dios es suficientemente grande para perdonar cualquier pecado. Que si su amor está en nosotros podremos perdonar de la misma forma. Pero también entiendo que se puede amar a pesar de las muchas faltas. Que se puede seguir teniendo esperanza, exhortando con amor, y permaneciendo al lado de nuestros hijos (y de las personas) a pesar de lo que hagan, si es que el amor de Dios está en nosotros. Amar es como ponerse unas gafas de color, ves la realidad, pero está teñida del color de las gafas. Así el amor cambia nuestra actitud hacia las personas.

La segunda cosa que aprendo de éstos testimonios es que Dios tiene su tiempo para encontrarse con cada persona. Mi primo me dijo tras su conversión, que durante esos años de vida loca intentó acercarse a Dios en un par de ocasiones pero «no era el momento» y dijo: «ha sido ahora porque Dios lo ha querido así». Al principio rechacé ésta idea de pleno. ¿Cómo que ha tenido que ser ahora? ¡¡Dios hubiera querido que te convirtieses mucho antes!! Cuando yo leía en la palabra «escogeos hoy a quien sirvais» y «éste es el día de salvación» y «hoy ha llegado la salvación a ésta casa», interpretaba eso, que Dios te dice «¡¡¡conviertete ya!!!». Sin embargo recordé la historia de la mujer que lavaba los pies de Jesús con gran quebranto, con sus lágrimas, sus cabellos y su perfume: todo lo que ella era y tenía entregado a los pies de Jesús. Y Jesús diciéndole a los fariseos «al que mucho se le perdona, mucho ama». Y entendí. Incluso el momento de nuestra conversión entra dentro de las cosas que suceden en el tiempo kairos, el tiempo de Dios. Él orquesta las circunstancias a nuestro alrededor de forma que nos llevan al momento de decisión.  Dios sabe en qué momento se producirá en nosotros ese momento en el que veamos nuestra situación espiritual y estamos realmente dispuestos a entregarle a Él todo lo que somos, lo que sentimos y lo que tenemos. Si hubiera sido en otro momento hubiera sido una «conversión parcial», que quizá no hubiera durado en el tiempo.

Creo que ésta es la lección más importante para padres de hijos pródigos: Ama, ora y espera.

Recientemente escuché una predicación que hablaba de éste tema. Hablaba de hijos que viven en tu casa pero están lejos de Dios. Precisamente aconsejaba que el amor debe ser lo primero, pero mencionaba un tema que me pareció muy interesante y os lo quiero compartir. Hablaba de que si tus hijos viven bajo tu techo, no debes permitirles practicar el pecado bajo tu techo. No me refiero a echarlos de casa, hablo de no permitir que fumen, duerman con su novio/a, se droguen, etc. en tu casa. Si lo hacen, que sea fuera de tu casa. Es importante por dos factores. El primero que tus hijos vean la gravedad de lo que están haciendo, que no tengan esa facilidad por nuestra parte para pecar. El segundo es espiritual. Los tripulantes del barco donde Jonás viajaba a Tarsis no habían hecho nada malo. Pero la desobediencia de Jonás afectó a los del barco de forma que perdieron su carga y casi pierden la vida. Ésto no significa apartarlos de ti, todo lo contrario, significa tenerlos cerca pero marcarles un límite. Dios nos ama pero aborrece nuestro pecado, aunque pecamos, Él nos muestra su amor y misericordia. Pues nosotros debemos hacer lo mismo.