MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 2

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 2

«YO YA DEBERÍA SABER ÉSTO»

Cuando la profesora de escuela dominical pregunta el versículo de memorizar al hijo de pastor porque «él ya debería saberlo ya que es el hijo de pastor». Cuando los niños pelean en el templo mientras juegan y un adulto regaña al hijo de pastor porque «ya debería saber que no está bien pelear». Cuando la gente se sorprende de que el hijo de pastor no haya leído aún la Biblia entera aunque sea un adolescente aún. Cuando la gente te mira raro si no sabes orar en público, los libros de la Biblia, manejar el sonido o vete a saber qué más cosas que ellos piensan que un hijo de pastor debería controlar aunque nunca la haya hecho. Cuando tus padres te regañan por no saber algo en vez de enseñarte a a hacerlo…

Cuando se espera mucho de alguien, la persona intenta estar a la altura. Intenta mejorar, intenta responder a las expectativas y no defraudar. Cuando ésta clase de expectativas se repiten con frecuencia, ésto puede arraigar en tu mente la mentira de que tu ya deberías saber hacerlo todo. Cuando ésta mentira se instaura en el corazón puede crear desembocar en cuatro diferentes tipos de problemáticas, de las que hablaremos ahora. Antes de decir «ésto no va conmigo», examínate sinceramente con ésta lista.

1. Fingir. Ya que esperan que seas perfecto, pues lo finges. Ocultas a todo el mundo tus problemas, tus tristezas, tu dolor y te escondes tras la máscara de hijo de pastor. Ésta mentira se mezcla muy fácilmente con la primera mentira «TENGO QUE SER PERFECTO» lee más aquí: MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1. Ésta falta de autenticidad lastima tu crecimiento emocional y espiritual. Puedes volverte tan bueno fingiendo que comienzas a creértelo.

2. No pides ayuda. No recibes el apoyo espiritual que necesitas, porque para los demás aparentas estar bien, saber todo y no necesitar nada. No recibes contestación a las grandes preguntas en tu interior porque si preguntas cae tu máscara de autosuficiencia y perfección. Dentro lloras, gritas desesperado por contestación, por aliento, por respuestas, pero fuera, eres un hijo de pastor sonriente que siempre va a la Iglesia.

3. Te cuesta muchísimo abrirte y hablar de tus problemas. No hablas con nadie de tus cosas y tampoco otros te la ofrecen normalmente. ¿Alguna vez alguien se ofreció a enseñarte o animarte? Si alguno hubo fue enviado por el Espíritu Santo seguramente, pero quizá no te atreviste a hablar. Te sientes aislado, solo y diferente (más de esto en otro capítulo).

4. Te cuesta reconocer que en realidad, no lo sabes todo. Nos aferramos a ésta mentira porque nos gusta que nos respeten y al ver nuestra apariencia estén satisfechos con nosotros. Decir «no lo sé» es bajarse de ese pedestal y no nos gusta. El pensamiento «debería saber.. pero no sé» te paraliza y te hace sentir fracasado.

Te das una «paliza mental» para hacerte actuar como deberías, insultándote y recordándote que eres un fracaso, aunque no sirve para nada porque no tienes ni idea de cómo hacer «lo que se supone que deberías ya saber hacer». Hay hijos de pastor que han llegado a golpearse a si mismos físicamente porque se sienten incompetentes y estúpidos. Obviamente no de forma que otros lo vean porque hay que mantener las apariencias, eso sería un escándalo. Algunos se hacen cortes en lugares tapados por la ropa, hacen ejercicio físico extremo, comen demasiado o no comen nada.

Esta herejía, como otras, tiene un poco de verdad. Tenemos que ser sabios y competentes. Tenemos que esforzarnos por no repetir nuestros errores. Pero eso es diferente de la herejía que dice que ya tendrías que saberlo todo. Eso es rotundamente falso. Tú sabes lo que sabes hoy, y eso es aceptable para hoy. Aprenderás más, estarás más adelantado mañana, pero por hoy está bien. Es suficiente. Basta para cada día su propio afán.

Mantenernos tras una máscara hace que nos encerremos en nosotros mismos, nuestros pensamientos vuelan y nos atormentan, se convierten en la verdad. En esa prisión de la mente pueden aparecer muchas formas de encerrarte en ti mismo.

Si te encierras en ti mismo en el área emocional aparecen la autocompasión, el rencor, la amargura, depresión, etc.

Si te encierras en ti mismo en el área social aparecen los sentimientos de soledad, el aislamiento, la desesperanza, los pensamientos de suicidio.

Si te encierras en ti mismo en el área del pensamiento aparecen las «santas herejías», una larga lista de mentiras como las que estamos tratando.

Si te encierras en ti mismo en el área sexual aparece la masturbación y la pornografía.

Es cierto que como hijos de pastor somos fácilmente juzgados, por tanto ten sabiduría a quien abres lo más profundo de tu ser. Pero si dejas que alguien sabio «entre» y te muestre la verdad de la palabra podrás ser libre. Si te atreves a reconocer las cosas que no sabes, si te atreves a preguntar tus dudas, si te atreves a quitarte poco a poco la máscara descubrirás que puedes llegar a ser lo que aparentabas ser. Quizá alguien se ofrezca a ayudarte. Pruébalo, cuéntale una cosita de tu corazón, examina si es digno de confianza. Y poco a poco sal de tras la máscara.

Si tiendes a pensar «ya debería yo saber» comienza a cambiar tu forma de hablar. Quita esas expectativas ajenas y reconoce con valor quien eres y que sabes. Cuando alguien se presente ante ti pidiendo o exigiendo que les soluciones algo prueba a reencaminar su forma de pensar con frases como éstas:

«No, la verdad que no tengo ni idea de la respuesta, ¿tu cual crees que es?»
«No sé cómo hacerlo ¿podrías enseñarme?»
«Creo que Fulano sabe cómo hacer esto»
«Nunca he enfrentado una situación como ésta ¿y tu?»

Dios no te pide más de lo que su Espíritu Santo te va enseñando a cada paso del camino, date tu tiempo, si Él es paciente contigo y con tus faltas, sélo tu también.

Basado y modificado del libro «Tengo que ser perfecto» por Timothy L. Sanford. Disponible en Amazon (busca en el amazon de tu país, el precio varía según la moneda del país).

Si no eres hijo de pastor y estás leyendo esto, te ruego que examines la forma en la que nos tratas. Necesitamos amor, amistad, consejo, ánimo, igual que tu. Ayúdanos a aprender antes de exigirnos saber enseñar.

 

 

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1

MENTIRAS QUE A VECES CREEN LOS HIJOS DE PASTOR 1

TENGO QUE SER PERFECTO

Algunos hijos de pastor no son conscientes de que esta mentira está instaurada en su corazón, pero muy probablemente lo esté. ¿Alguna vez pensaste cosas como?:

«tengo que ser el ejemplo de lo que mi papá predica»
«no quiero defraudar a mis padres»
«si no soy perfecto estaré defraudando a Dios»
«no quiero ser tropiezo para que se comparta a alguien el mensaje de salvación»
«conozco la verdad, se me exigirá mucho, tengo que ponerlo TODO en práctica»
«tenemos que dar un buen testimonio, una buena imagen como familia pastoral»
«la congregación amará más a mi papá si soy perfecto»
«si no sonrío y digo que va todo bien, todos pensarán que mi papá es un mal pastor»

Lo curioso del perfeccionismo de los hijos de pastor es que no le exigimos a los demás lo que nos exigimos a nosotros mismos. Ellos no tienen porqué ser perfectos, pero nosotros sí. Los demás pueden ser humanos y cometer errores pero nosotros no. Los demás merecen gracia pero nosotros…

Las personas en la Iglesia toman el derecho de «opinar casualmente» sobre lo que decimos y hacemos. Ellos no se atreven a acercarse a nuestros padres para comentarles nuestros fallos como harían en el caso de otros niños. «Eres hijo de pastor, no puedes hacer eso» (aunque todos los demás niños lo están haciendo), «¡pastorcito silencio!» (mientras que todos los niños gritan). Personas bienintencionadas con pequeñas frases que sumadas ejercen una influencia grande, instaurando la mentira de que TÚ tienes que ser perfecto, TÚ no puedes fallar.

La perfección humana es inalcanzable, sólo Cristo fue perfecto. Nosotros lo expresamos en agradables términos cristianos como si eso lo hiciera posible. «Con Dios se puede», «es que no tengo suficiente fe», «si tan solo me esforzase más», «si tan solo no hubiera dicho eso», «si yo fuera más paciente o más amoroso!».

Obviamente la vida Cristiana es una santificación progresiva que debemos trabajar y desear. Obviamente tenemos que examinarnos delante de Dios y tratar de ser mejores cada día. Nuestro corazón tiene que estar como el de David, perfectamente entregado a Dios (aunque pecó en algunos momentos). Tenemos que tratar de alcanzar la rectitud de Job (aunque él tampoco estuvo exento de pecado). La meta de perfección en nosotros debe ser «fallar lo menos posible». Pero la mentira que llega a los hijos de pastor es «tu no puedes fallar». Y ésto es imposible porque «todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios».

Entonces nos volvemos perfeccionistas. El perfeccionismo crea una meta inalcanzable, de la cual deriva una laaaaaaarga lista de puntos que debes cumplir. Nunca serás suficientemente espiritual, nunca orarás lo suficiente, nunca tendrás suficiente discernimiento o experiencia o amor o quien sabe que más.

Cuando eres perfeccionista piensas «o lo hice perfecto, o lo hice mal». Haberlo intentado no sirve. Trabajaste todo el año con los jóvenes con amor y dedicación, pero una vez gritaste a un joven, así que eres un mal líder. Predicaste con unción y autoridad pero citaste mal un versículo, así que no vales para predicar. Esto te susurra la mentira que se ha colado en tu interior. Comienzas a tener miedo al rechazo, miedo a fracasar, miedo a lo que otros pensarán, miedo a no saber algo, miedo a defraudar a Dios, miedo, miedo, miedo…

La necesidad de ser perfecto no solo genera un torbellino de ansiedad y frustración, también destruye tu confianza en ti mismo.
Cuando todo lo que haces no es perfecto, es un fracaso, tú te conviertes en un fracasado (o eso es lo que piensas), lo que te convierte en un estúpido sin remedio, lo que te quita todo el valor y la confianza en ti mismo.

Llegados a éste punto, tienes cuatro opciones.
Opción 1. Morir intentando,,,, intentando,,,, intentando ser perfecto.
Opción 2. Distorsionar la realidad para poder al menos sentirte exitoso. Mentirte a ti mismo. Auto engañarte diciendo, de vez en cuando consigo esa perfección, por tanto solo tengo que seguir intentándolo con más fuerzas.
Opción 3. Muchos hijos de pastor optan por renunciar e irse. Renuncian a la Iglesia y a Dios y al ministerio porque nunca podrán alcanzar el nivel que se auto exigen y sienten que los demás les exigen.
Opción 4: conocer la verdad que te hace libre. «tengo que ser perfecto» es una «santa» herejía que te destruye.

Aplicas estos versículos a los demás, pero, ¿los aplicas a ti mismo?
Romanos 3:23 «todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios»
A DIOS NO LE PILLA POR SORPRESA QUE SEAS PECADOR E IMPERFECTO. CREEME, LO SABE
Juan 3:16 «De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda»
DIOS TE AMA!! TE AMA Y TE AMA Y TE VUELVE A AMAR!! MURIÓ POR TI.
Romanos 8:38-39 «ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.»
TU IMPERFECCION NO HACE QUE DIOS DEJE DE AMARTE. NI TU MISMO PUEDES SEPARARTE DEL AMOR DE DIOS.
Juan 6:37 «al que a mi viene, no le echo fuera»
AUNQUE HAYAS FALLADO MIL VECES LOS BRAZOS DEL PADRE SIEMPRE ESTÁN ABIERTOS PARA TI.

Dios no nos obliga a seguirle, ni a servirle, ni espera nuestra perfección. Él podía habernos obligado a servirle, habernos doblegado como títeres sin voluntad, pero Él nos creó por amor, porque deseaba una relación íntima y de amor con nosotros. Todo lo que Él desea de nosotros es amor, y frutos de ese amor. Si estás haciendo cosas porque se supone que es lo de deberías hacer como hijo de pastor o como cristiano, no está bien.

Ese diálogo interno que mantienes diciendo «tengo que ser mejor, tengo que hacer esto, no puedo hacer aquello» tiene que cambiar. Dios no te impone nada. Él te da a elegir. Por supuesto que desea nuestra santidad y entrega total, pero desea que ese sea el fruto de una relación de amor entre los dos y no de una imposición religiosa.

Prueba a cambiar el «tengo que» por «quiero» «deseo» «elijo».
«deseo amar más a Dios»
«elijo orar más»
«amo tanto a Dios que quiero servir a mis hermanos»

Resumiendo: Debemos tratar de mejorar y conservarnos íntegros ante Dios. Debemos tratar de aprender más y aplicar más la palabra de Dios. PERO, si fallamos, eso no echa por tierra toda nuestra vida espiritual anterior. Es una debilidad en la que Dios puede hacerse fuerte en nosotros y mostrar su gloria. Hijo de pastor, Dios te ama como eres.

Basado y modificado del libro «Tengo que ser perfecto» por Timothy L. Sanford. Disponible en Amazon (busca en el amazon de tu país, el precio varía según la moneda del país.

Si no eres hijo de pastor y estás leyendo esto, te ruego que examines la forma en la que nos tratas. No nos exijas una perfección que no existe, que tu mismo no puedes lograr y que nos pone un peso que nos mata.
Hijos de pastor, espero que os sea de bendición.

 

Pecadores Anónimos

Pecadores Anónimos

¿Alguna vez habéis visto una reunión de Alcohólicos Anónimos (A.A.)? ¿Aunque sea en una película o una serie?. Existen otras clases de éstos grupos de apoyo, narcóticos anónimos, ludópatas anónimos, etc. En éstas reuniones hay una parte en la que cada uno habla de su situación, y es obligatorio comenzar de la siguiente manera:  «Hola, me llamo _____ y soy alcohólico.» A continuación cuentan cuánto tiempo llevan sin beber, si han recaído, y su situación desde la última reunión. En éstas reuniones todas las personas asistentes tienen el mismo problema, el alcohol, y aunque lleven mucho tiempo sin beber siguen asistiendo y confesando «soy alcohólico». Esa su forma de confesar que aunque en éste momento se encuentren fuertes, no están exentos de caer. Es un grupo de iguales en el que se animan, apoyan y aconsejan unos a otros con sus experiencias. Es un grupo en el que está prohibido juzgar, porque nadie está libre de pecado, nadie puede tirar la primera piedra (1). Cuando llegas al grupo se te asigna una persona de contacto a la que llamar cuando estás a punto de caer en la bebida de nuevo y que va a hacer todo lo posible por verte, distraerte, animarte, y que pase ese momento de bajón, de tentación.

Durante mucho tiempo he pensado que la Iglesia debería parecerse a Alcohólicos Anónimos en algunas cosas. Debería ser «Pecadores Anónimos».

1- Creo que deberíamos aprender a ser más abiertos acerca de nuestras debilidades y pecados, sin necesidad de entrar en detalles. Pablo habló muy abiertamente acerca de su vida pasada (2) y de su aguijón en la carne(3).  Aún sin especificar cuál era, habló muy claramente de que él no estaba exento de tentación y debilidad (4). Conozco personas cristianas que hablan de su pasado pecaminoso y se ríen, les causa gracia recordar ese pasado que debería avergonzarles. No debemos llegar a éste extremo tampoco, ni  hablar de ello de forma liviana, pero creo que es necesario mostrar nuestra humanidad a los demás, mostrar que no somos perfectos. Parece que cuando llevas unos cuantos años en el evangelio ya no puedes hablar mucho de tus luchas porque te sientes juzgado. En demasiadas iglesias se crea un aparente halo de perfección  alrededor de los miembros, los líderes o el pastor. Hay Iglesias que exigen perfección a sus líderes, lo cual los somete a un peso muy pesado que sólo Cristo pudo llevar. Hay líderes que aman tener una apariencia de santidad y perfección:  jamás piden oración por sus problemas, jamás hablan de los errores que cometieron y lo que aprendieron de ellos, etc. En algunos casos ésto provoca que las personas a su alrededor se avergüencen de hablar de sus debilidades y no reciban restauración.

Jesús declaró la guerra a la religiosidad y la hipocresía. Abiertamente criticó y condenó a los religiosos de aquella época.

En Mateo 23 tenemos algunas de las cosas que les echó en cara:

– Que mantenían una apariencia de perfección pero por dentro estaban llenos de corrupción.

– Que inventaban normas y leyes que cargaban a los demás.

– Que eran hipócritas, predicaban cosas que no cumplían.

– Que buscaban la aprobación y el aplauso de los hombres pero no el de Dios.

– Que impedían a muchos entrar al reino de los cielos.

– Que justificaban sus malas obras «teológicamente» con engaños sin entender la ley de Dios.

– Que daban más valor a los símbolos religiosos y las tradiciones que a la presencia de Dios.

Lamentablemente  muchos cristianos, predicadores  e incluso corrientes teológicas de hoy en día hacen éstas mismas cosas. Piensan cosas como:

«Si muestro tristeza por mi circunstancia es que no tengo suficiente fe»

«Si hablo de mi debilidad voy a ser juzgado, porque nadie más habla de sus debilidades»

«Para que la gente me respete tengo que mostrar una apariencia de perfección»

Si los líderes no somos humanos, seremos difícilmente accesibles para que los creyentes puedan acercarse, confesar sus pecados como dice la palabra(5), y ¡ser libres!. Creo que ésta es la razón de que haya tantas personas atadas por el pecado aún dentro de las Iglesias.

Según una estadística alrededor del 68% de los hombres que asisten a las iglesias accede a algún tipo de pornografía con regularidad. El 76% de éstos tiene entre 18 a 24 años de edad, y además, el 49% afirma conocer en totalidad o a la mayor parte de sus amigos que hacen lo mismo (6).

2- La Iglesia debería ser un lugar donde hay personas que cuando escuchan tu pecado no se escandalizan ni te acusan, sino que te llevan a la restauración. Escribí un poco acerca de ésto en el post de la semana pasada, leelo aquí: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/03/20/13-el-hijo-prodigo-se-queda-en-casa-parte-2/

Cuando la Biblia habla de nosotros como jueces, por un lado habla de que debemos juzgar, y por otro lado de que no.

Por un lado dice que juzgaremos al mundo, que debemos juzgar el pecado y expulsarlo de la Iglesia. (7)

Por otro lado nos dice que no debemos juzgar para no ser juzgados y que no tenemos excusa para juzgar. (8)

Si lees en detalle éstos pasajes, (por favor, hazlo), verás que cuando habla de no juzgar, pone un gran énfasis en la hipocresía, «no quites la paja del ojo de tu hermano si tienes una viga en el tuyo». Pero cuando habla de juzgar el pecado es tajante, no debemos permitir que se practique el pecado en la Iglesia, pero nuestra intención siempre debe ser la restauración de la persona. Debemos confrontar el pecado, con amor, pero confrontarlo. Sobre éste tema te recomiendo el estudio de Josué Barrios. (9) También debemos tomar medidas cuando una persona es confrontada de su pecado y no quiere arrepentirse.

Ahora bien, creo que hay personas que emplean una forma incorrecta de juzgar. Juzgar es señalar algo y decir «eso es bueno» o «eso es malo». Algunos piensan que juzgar significa hacer lo que hizo Jesús en el templo con las mesas de los cambistas. Jesús juzgó el pecado y a los hipócritas en muchas ocasiones usando muchos tipos de discurso oral: parábolas, sermones, preguntas, desafíos prácticos,  mandamientos y más formas. Jesús juzgó con sus palabras llamando a los fariseos «generación de víboras»,  y más. Pero solamente una vez se expresó en una forma.. digamos violenta. Por tanto debemos exhortar y enseñar a las personas de muchas formas, con paciencia, con sabiduría, y con discernimiento del Espíritu Santo.

Lo que podemos aplicar de A.A. es la humildad con la que corrigen y enseñan. ¿Has escuchado ésta frase? «predicar el evangelio es como cuando un ciego le dice a otro ciego dónde encontró pan». Hemos encontrado pan, hemos encontrado vida, hemos sido rescatados del lodo cenagoso y hecho nueva criatura y real sacerdocio en Cristo. Sin embargo no dejamos de ser ciegos= humanos, imperfectos.

Cuando un cristiano confiesa «hace 10 años que no consumo pornografía», «hace tres años que no bebo alcohol», «hoy he tomado la decisión de dejar la fornicación», está dando gloria a Cristo y se está convirtiendo en un testimonio vivo del poder de Dios para otros. El error que comenten muchos cristianos es negar que esa parte existió.

Un matiz, que creo que es obvio pero prefiero que quede reflejado, es que la ministración al pecador y  la confesión de los pecados es mejor que sean en un círculo cerrado y reducido de personas, que propicie la confianza y la restauración. Sin embargo el testimonio de nuestra lucha con el pecado y la victoria en Cristo, es sano que se haga de una forma pública cuando la persona está preparada= se siente libre, perdonada, y tiene la madurez suficiente para afrontar preguntas y ayudar a otros.

3- Cuando entras en A.A. te asignan una sombra, un apoyo, una persona a la que acudir. Sé que ese asistente es el Espíritu Santo para los creyentes. Sin embargo creo que, en especial durante esos primeros pasos en la fe,  se hace necesario tener una persona que te dirija. No se puede dar a luz un bebé y dejarlo a su suerte. Igualmente no se puede dejar un nuevo convertido sin el apoyo de decirle: «mira, aquí tienes ésta persona a quien llamar para lo que necesites».

Creo que se pueden extraer más enseñanzas pero lo dejaré aquí para que reflexiones por ti mismo. Dios te bendiga.

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1- Juan 8:1-11

2- Gálatas 1:13, 1ª Timoteo 1:13, Filipenses 3:6, 1ª Corintios 15:9

3-2ª Corintios 12:7-11, Romanos 7-8

4- Filipenses 3:12-14

5- Santiago 5:16

6- http://www.noticiacristiana.com/ciencia_tecnologia/estudios/2016/04/68-hombres-iglesias-pornografia.html

7- 1ª Corintios 6:2, Mateo 18:15-17, 1ª Timoteo 1:20

8- Mateo 7:1-5, Romanos 2:1

9- http://josuebarrios.com/biblia-sobre-juzgar/

13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

13- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 2)

En el primer artículo sobre hijos pródigos os conté el testimonio de mi padre: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/01/30/7-el-hijo-prodigo-se-va-de-casa/

Mi padre vivió unos cuantos años de hijo pródigo lejos de sus padres, pero el amor de su familia y el llamado de Dios lo trajeron de vuelta a los pies de Cristo.

La semana pasada os compartí el testimonio de mi primo Samuel, que durante muchos años vivió cerca de sus padres pero alejado de Dios y metido en grandes problemas. yoymicasablog.wordpress.com/…/12-el-hijo-prodigo-se-queda-en-casa-parte-1

Hoy os quiero compartir la perspectiva de mi tía, madre de Samuel. Os dejo con su testimonio primeramente.

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La historia comenzó hace 17 años aproximadamente. Mi hijo se juntó con malas compañías, cambió de imagen, llegaron los excesos y la vida desordenada. Lo peor de todo para mí fue ver cómo dejó los estudios en dos ocasiones. Yo le imaginaba debajo de un puente haciendo nada.

Dios utilizó los problemas con mi hijo para empezar a obrar en mi vida. Como hija de creyentes sabía las cosas, tenía la teoría, pero no la vivía. Hasta ese momento había sido una religiosa. Iba a la iglesia, poco más. 

Pero el Señor sabe perfectamente cómo tratar con nosotros, y le utilizó a él con una sencilla fórmula: ¿qué no haría una madre por su hijo? Me sentía impotente. Es por ello que me agarré a Dios y empecé a clamar, a orar. No había otra. Oraba y lloraba, lloraba y oraba.

En la Iglesia encontré una amiga sabia y madura. Ella me apoyaba y me aconsejaba. Dios la puso en mi camino. Qué importante es tener una amiga de verdad, con esa sabiduría especial que dan los años  caminando con Dios. Y me sigue ayudando a día de hoy.

No empleé ninguna estrategia concreta, simplemente me dediqué a amar a mi hijo. No había nada que él pudiera hacer o decir, que provocase que yo dejara de amarle.

Mi consuelo esos años de lucha fue saber que Dios está al mando. Que alguien poderoso y más grande que yo lo tenía todo bajo control. Saber que Él se iba a ocupar de que todo se arreglase. En el fondo siempre tuve el sentimiento de que mi hijo sería para Dios.

Hubo más de una respuesta a las oraciones. La más importante fue ver cómo retomó los estudios y acabó la universidad. Y así fueron pasando los años hasta que llegó esa “bendita” noche.

¡Qué puedo decir! ¡Dios es grande! poderoso… ¡Todopoderoso! Dios oye las oraciones. Doy fe de ello. No sólo eso, sino que te sorprende. Él responde cuando quiere y como quiere.

Para ser sincera debo decir que la petición primera por la que clamaba al Señor no era la salvación de mis hijos. Cuando pedía por ello, era con la esperanza de que le conociesen a Él, no una religión. No quería eso. Oraba por sus estudios, más tarde por sus trabajos; por su lugar en la vida, y sobre todo, por sus futuras mujeres. (A estas alturas entiendo la vital importancia que tiene con quién te casas). En fin, pedía por cosas terrenales, cosa de la que ahora me avergüenzo. Pero sí había un asunto personal por el que clamaba con mucha más fuerza.

Es entonces cuando de pronto, sin esperarlo, interviene Dios y en su infinita misericordia toca la vida de mi hijo de esta forma tan increíble y milagrosa. Es ahí cuando se produce la revolución en mi casa. Todo cambia, ya nada es igual. Dios ha entrado con fuerza en mi hogar.

Esa fue la respuesta a mi oración. No como yo pensaba, ni en el orden que yo esperaba con mi lógica humana. Pero Dios es PERFECTO y las cosas que Él hace simplemente son ¡perfectas! Mucho mejor de lo que nosotros siquiera podemos imaginar. Después fui consciente de la realidad oculta en la vida de mi hijo. Pero eso ya no me importaba, todo había cambiado. Ya no importaba lo que yo había hecho mal, tampoco lo que él había hecho mal. Llegó Dios y enderezó lo torcido. Obró un milagro.Impactado por el testimonio de su hermano, ahora mi segundo hijo también camina con el Señor.

Los problemas de mi hijo me acercaron a Dios y la respuesta vino con él. Curioso ¿no? Alabado sea Dios!! Yo no puedo más que alabarle y darle gracias. Infinitas gracias.

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La historia de ambos hijos pródigos ha sido muy diferente pero veo dos cosas muy claras en común.

La primera es el amor. Un hijo pródigo no tendrá deseos de volver a un hogar del que guarda un mal recuerdo. Ésto es válido tanto en el ámbito espiritual como el familiar. Si en la familia o en la Iglesia es despreciado o rechazado, va a ser más difícil que vuelva. Por supuesto debemos predicar la verdad y señalar el pecado. Sin embargo, ¿cúal es el objetivo? ¿Eliminar el pecado o restaurar a la persona? A veces en nuestro afán de eliminar el pecado eliminamos a la persona. Si tu único deseo es eliminar el pecado, dañar a la persona seconvierte en algo legítimo. Habrás sacado el pecado de la Iglesia o la familia pero habrás sacado también al pecador de forma que probablemente no quiera volver. Ahora bien, si tu objetivo es restaurar a la persona, siempre tienes que dejar una puerta abierta para que pueda volver. Señalar el problema pero también la solución. «Estás en pecado pero en Cristo hay restauración, vamos a orar juntos» en vez de «¡¡¡estás en pecado, fuera de la casa/Iglesia!!!» Conozco varios pastores con don de discernimiento. Cuando ellos ministran a personas de la Iglesia lo hacen con amor y paciencia, ahora bien, cuando disciernen algo acerca de sus hijos lo usan como un arma contra ellos, machacándoles. Que triste. Están usando su don sin sabiduría. Uno de los hijos de éstos pastores está incluso con pensamientos de suicidio porque no sabe ya cómo salir de esa lucha entre el pecado y la exigencia de su padre.

Sé que no es agradable ver a tu hijo desperdiciar su vida en el pecado. Sé que no es posible sonreír siempre cuando su alma eterna está en juego. Sin embargo el amor cubre multitud de faltas. Éste pasaje lo entiendo de varias maneras. Entiendo que el amor de Dios es suficientemente grande para perdonar cualquier pecado. Que si su amor está en nosotros podremos perdonar de la misma forma. Pero también entiendo que se puede amar a pesar de las muchas faltas. Que se puede seguir teniendo esperanza, exhortando con amor, y permaneciendo al lado de nuestros hijos (y de las personas) a pesar de lo que hagan, si es que el amor de Dios está en nosotros. Amar es como ponerse unas gafas de color, ves la realidad, pero está teñida del color de las gafas. Así el amor cambia nuestra actitud hacia las personas.

La segunda cosa que aprendo de éstos testimonios es que Dios tiene su tiempo para encontrarse con cada persona. Mi primo me dijo tras su conversión, que durante esos años de vida loca intentó acercarse a Dios en un par de ocasiones pero «no era el momento» y dijo: «ha sido ahora porque Dios lo ha querido así». Al principio rechacé ésta idea de pleno. ¿Cómo que ha tenido que ser ahora? ¡¡Dios hubiera querido que te convirtieses mucho antes!! Cuando yo leía en la palabra «escogeos hoy a quien sirvais» y «éste es el día de salvación» y «hoy ha llegado la salvación a ésta casa», interpretaba eso, que Dios te dice «¡¡¡conviertete ya!!!». Sin embargo recordé la historia de la mujer que lavaba los pies de Jesús con gran quebranto, con sus lágrimas, sus cabellos y su perfume: todo lo que ella era y tenía entregado a los pies de Jesús. Y Jesús diciéndole a los fariseos «al que mucho se le perdona, mucho ama». Y entendí. Incluso el momento de nuestra conversión entra dentro de las cosas que suceden en el tiempo kairos, el tiempo de Dios. Él orquesta las circunstancias a nuestro alrededor de forma que nos llevan al momento de decisión.  Dios sabe en qué momento se producirá en nosotros ese momento en el que veamos nuestra situación espiritual y estamos realmente dispuestos a entregarle a Él todo lo que somos, lo que sentimos y lo que tenemos. Si hubiera sido en otro momento hubiera sido una «conversión parcial», que quizá no hubiera durado en el tiempo.

Creo que ésta es la lección más importante para padres de hijos pródigos: Ama, ora y espera.

Recientemente escuché una predicación que hablaba de éste tema. Hablaba de hijos que viven en tu casa pero están lejos de Dios. Precisamente aconsejaba que el amor debe ser lo primero, pero mencionaba un tema que me pareció muy interesante y os lo quiero compartir. Hablaba de que si tus hijos viven bajo tu techo, no debes permitirles practicar el pecado bajo tu techo. No me refiero a echarlos de casa, hablo de no permitir que fumen, duerman con su novio/a, se droguen, etc. en tu casa. Si lo hacen, que sea fuera de tu casa. Es importante por dos factores. El primero que tus hijos vean la gravedad de lo que están haciendo, que no tengan esa facilidad por nuestra parte para pecar. El segundo es espiritual. Los tripulantes del barco donde Jonás viajaba a Tarsis no habían hecho nada malo. Pero la desobediencia de Jonás afectó a los del barco de forma que perdieron su carga y casi pierden la vida. Ésto no significa apartarlos de ti, todo lo contrario, significa tenerlos cerca pero marcarles un límite. Dios nos ama pero aborrece nuestro pecado, aunque pecamos, Él nos muestra su amor y misericordia. Pues nosotros debemos hacer lo mismo.

12- EL HIJO PRÓDIGO SE QUEDA EN CASA (parte 1)

Hoy os quiero compartir algo muy especial que Dios ha hecho en mi familia. Es el testimonio de conversión de mi primo. Nadie mejor que él para relatarlo asi que aquí os dejo su historia. Os advierto que es impactante.

31 de Octubre de 2016, noche de Halloween.

Salgo con un amigo a pasarlo bien como tantas otras veces. El plan: simple, beber una aquí, otra allí…el de la mayoría de la gente. Así está montado. Vuelve a suceder algo que me venía molestando desde hace tiempo, y es que, siempre que salía lo primero que oía por un lado u otro era algo sobre mi exnovia, una chica maravillosa a la que me estaba costando olvidar más de lo que imaginé. Y ese algo siempre era dañino. Para mí esto dejó de ser más tarde una mera casualidad. Sobre todo porque yo nunca preguntaba por ella. Solo quería olvidarla.

El caso es que empiezo la noche contento, pero este asunto me la agría al poco de empezar. Acaba siendo una noche de excesos en la que bebo mucho y consumo cocaína, ketamina y speed. Nada de lo que me sintiese orgulloso luego. Los acontecimientos que se suceden esa noche-mañana no son todos positivos, no entraré en detalles.

El caso es que acabo sobre las doce del mediodía en casa de otro amigo consumiendo speed, aunque lo aborrezco, no queda cocaína. Esta última era la droga a la que siempre volvía y que no era capaz de apartar de mi vida, incluso sabiendo que me estaba destrozando física y mentalmente. (Quiero aclarar que yo no era consumidor diario. La droga si había formado parte de mi vida desde los 17 años. Con etapas de grandes consumos y otras muy tranquilas. Tengo 34 en el momento en que escribo esto).

Sobre las cuatro de la tarde vuelvo a mi casa en “buenas condiciones”, un poco tocado obviamente después de los excesos, pero bien. A esas alturas, en mi cuerpo ya no queda ninguna sustancia salvo anfetamina. Suficiente como para no dormir en un par de días.
Los colegas me han llamado loco muchas veces. Y yo siempre reía para mis adentros y contestaba: que tenía una cabeza dura como el acero, que para verme perder el juicio a mí hacían falta un par de kilos y estupideces así. La verdad es que tenía un cerebro duro, los hechos hasta ese día así lo habían demostrado. A lo largo de los años vi a mucha gente perder el juicio durante juergas interminables. Si, tenía un cerebro duro. Hasta ese día.

Mientras espero a mi madre para cenar, en algún momento de la tarde le doy unas caladas a un porro de marihuana porque se me ha acabado el tabaco y no tengo ninguna moneda para comprar. (Me había regalado el colega unos canutos porque sabía que no me iba a poder dormir). Mantengo contacto por teléfono con algún amigo porque me aburro tremendamente y no puedo dormir. Una de las personas con las que hablo es con mi ex. Es ahí cuando empiezo a notar la marihuana haciendo daño en mi cabeza. No puedo hablar ni expresarme correctamente, no me salen las palabras, me pongo extremadamente nervioso, y me doy cuenta que esa basura está haciendo su trabajo. Aquel por el que la dejé años atrás. (Yo fui consumidor habitual de esa planta hasta que sentí claramente que o la dejaba, o me iba a quedar loco. Tal cual. Los efectos y pensamientos en mi cabeza después de consumirla empezaban a ser enfermizos, siniestros, algunos realmente turbios. También quiero apuntar con esto que conozco de sobra los malos viajes que puede provocar. Solo para matizar antes de lo que voy a contar).

Al fin mi madre llega, hablamos un poco y ceno con ella, se da cuenta que la noche ha sido larga pero como tantas otras veces. No nota nada especial. Después de ver un rato la tele se va a la cama. Me quedo solo y viendo que no me voy a dormir me termino el porro, al menos para relajarme, dormir va a ser complicado. Ese porro no tarda en hacer efecto y me acaba mandando al baño a vomitar. Creo que entre otras cosas me provocó un bajón de tensión como nunca antes había sufrido. Voy en busca de azúcar, me meto una cucharada entera en la boca y la trago como puedo (me doy cuenta de la tontería que acabo de hacer) pero nada. No va a haber mejora.

Empiezo vomitando en el lavabo, continúo en la taza y cuando ya la he dejado suficientemente fea paso a vomitar en la ducha. Ya no queda nada en el estómago y aun así sigo vomitando. Pasa el rato, y no dejo de vomitar. Me voy quedando sin fuerzas poco a poco, por minutos, hasta que acabo completamente incapacitado para moverme. Es ahí cuando pienso: “como aparezca tu madre y te vea así….vaya cuadro, pobrecita”. El hijo tirado en el suelo medio desnudo, sudado, todo el baño potado…debía ser una bella estampa. Un Van Gogh.

Pero la cosa se va torciendo, pasa el rato y sigue sin haber ningún indicio de mejora, eso me preocupa, empiezo a encontrarme realmente mal. Deja de hacerme gracia la situación. Empiezo a pensar que necesito una ambulancia, o que ojalá mi madre me haya oído tirar de la cadena, encender la ducha o algo y aparezca. Sigo empeorando, llega el momento en que pienso que si viene la diría que le pida a Dios por mí. Pero hay un problema y es que no tengo fuerzas para moverme, y ya tampoco para hablar, ni pedir ayuda claro. Ahí me doy cuenta realmente de mi situación. De que esa vez es distinta a otras.

Entonces en mi interior siento y pienso: “así es como me querías ver ¡eh! Teníamos que llegar a esto ¿no? Hacía falta llegar a esto” – Le estoy hablando a Dios.
(Aproximadamente dos años atrás había empezado a pedirle ayuda a Dios cuando volvía a casa después de fines de semana de gran consumo de alcohol y cocaína. Me sentía tan tremendamente mal que me ponía de rodillas delante de mi cama y le pedía ayuda, le decía que quería cambiar. Pero solo una vez noté respuesta. Fue tan inmediata, empezó como un torbellino, tan dentro, que me asusté y paré la oración. Ya no volvió a suceder. Le seguí buscando un tiempo hasta que me cansé. Sentía que si estaba, ya no estaba para mí. Me había dado una oportunidad y la rechacé).

Mi situación continúa empeorando. Noto que en mi cerebro algo malo está sucediendo, ya no solo es físico el tema. Hay algo más peligroso y está sucediendo dentro de mi cabeza. Entonces empiezo a pedir ayuda a Dios. Como no puedo hablar solo soy capaz de decir: “ A, Ú, A, E ”. Una y otra vez, una y otra vez. De pronto cuando parece que me vuelve un rayito de energía entonces soy capaz de encadenar: “AYUDA E”.

No sé si llegué a pronunciar AYÚDAME por completo y bien ni una sola vez. La otra cosa que recuerdo suplicarle es: “Sácame de aquí, sácame de aquí” Eso fue todo. Después de estar pidiéndole auxilio unos minutos, no sé cuántos exactamente, tuve la certeza que algo
cambiaba. No se cómo explicarlo muy bien. De toda la experiencia es en este tramo en el que me encontraba más confuso y débil. Pero sentí de pronto que algo o alguien estaba conmigo ahí, había entrado en escena.

Fue un breve momento de calma antes de lo que iba a venir.

No pude ver ninguna imagen clara. Mi cabeza solo era un desagüe de caos. Sentía que se estaba destrozando poco a poco mi cerebro. Veo figuras transformándose, colores: negro, marrones, oscuridad. Formas moviéndose rápidamente. Todo muy abstracto. Locura podría ser el resumen.Entonces todo eso se va transformando en un mar de sensaciones: mucho sufrimiento, dolor, angustia, desesperación y desamparo absolutos. Era tan brutal que no tardé en comprender que estaba en el infierno.

No recuerdo cuanto tiempo estuve ahí, pero sí que fue horrible. Entonces empieza a cambiar elescenario, la agonía absoluta, los colores oscuros y el torbellino esquizofrénico de movimientos y formas se va transformando en luz, en claridad, veo blanco, siento paz, gozo, cosas que no me es posible explicar con palabras de éste mundo. No existen adjetivos para describir como me sentía allí.

Es breve pero increíblemente intenso.

Me di cuenta que Dios me estaba mostrando dónde me dirigía irremediablemente y qué es lo que había esperándome al otro lado. La otra cara de la moneda. La salida. Empiezo a ver su Poder. Cómo de algo feo, sucio, corrompido como es la droga en mi cerebro, Él puede, manejándolo a su antojo, convertirlo en algo precioso.

No sé cuánto tiempo transcurrió. Había perdido la noción total del paso del tiempo. Digamos que vuelvo a la realidad después de este “viaje” y me doy cuenta que sigo tirado en el suelo. Siento que ahora es momento de levantarse. Intento incorporarme pero no me quedan fuerzas. Entonces siento como Dios me pone, literal, como unos bastones o barras de energía en los gemelos. Así que consigo apoyar por fin los pies en el suelo. Sigo agarrado a la bañera. Pero ahora al menos con mis pies apoyados y firmes. Intento incorporarme y lo consigo un poco. Pero me siguen faltando fuerzas. Entonces siento que me vuelve a poner esos “bastones”. Yo lo siento como barras de energía. Tal cual. Esta vez en el los muslos. Consigo incorporarme un poco más. Mientras lo estoy haciendo Dios me permite ver algo como desde el exterior, como en tercera persona: Veo como fuerzas ocultas me agarran desde abajo arrastrándome, tirando de mí hacia al suelo. Para que no me levante. Para que me mantenga ahí postrado, miserable. Entiendo que Dios aquí me está revelando la lucha que existe, real en este mundo y en cada uno de nosotros. Va a ser una noche de  revelaciones.

Estas fuerzas pesan, creo que llegan incluso a bajarme. Pero entonces Él entra en acción. No lo veo en ningún momento. Pero sé perfectamente que es Él. Tengo una certeza inexplicable que es Él el que tira de mí. Desde abajo tiran con fuerza pero dos o tres intervenciones suyas vencen esta resistencia y me ponen totalmente de pie. Debo decir que de pie sí, pero no erguido. Estoy un poco encorvado y tengo un poco de frío. Empiezo a
sentirme bien. Hacía no mucho rato no podía ni soñar con encontrarme en esa situación.
Este gesto que tan sencillo parece, el de incorporarse, no sé cuánto tiempo me llevó. Pero fue una ardua tarea. Solo puedo describirlo así. Una absoluta pelea.

El caso es que ya estoy ahí. De pie, encorvado, débil, pero feliz. Empiezo a sentir felicidad. Siento claramente que hay algo sobrenatural, una fuerza que me está soportando. No es mi energía, esa estaba absolutamente agotada. Me quedo ahí de pie un breve tiempo intentando asimilar eso que acaba de ocurrir. Entonces una voz me habla y me dice vete a ver a tu madre. Y de pronto quería ir corriendo ¡donde ella! Había pasado por tres fases ya. ¡Que no venga por favor!, ¡que venga a socorrerme! y ahora era yo el que iba a ir ¡a buscarla. Intento moverme pero no puedo. Como ya he visto perfectamente lo que ha hecho conmigo le digo: “Señor, no puedo moverme”. Entonces Él me da un poquito de energía.

Me muevo; justo consigo salir del baño y entrar en la cocina. Entonces me vuelven a fallar las fuerzas, me quedo seco, quieto. Vuelvo a hablarle: “Señor, no me quedan fuerzas, un poco más” le pido. El deseo es concedido. Con otro poquito de energía consigo llegar a mitad del pasillo. Se repite la historia. Me vuelvo a quedar sin fuerza. Le pido: “otro poquito más por favor Señor”. Y así 4 o 5 veces en total hasta que consigo entrar en la habitación de mi madre. Luego entendería que aquí Dios me estaba mostrando claramente, como a un niño, que pida y se me dará. Así lo promete Él en la Biblia. Tan sencillo como eso. Me podría haber dado energía de una vez para tal “gran” travesía. Del baño al dormitorio. Pero no. Él quería que fuera así.

Entro en la habitación de mi madre y cierro la puerta tras de mí. (Esto me lo recuerda ella). Dice que ve una forma tambaleante entrar y se asusta. (Son alrededor de las cuatro de la madrugada). Me tiro de rodillas al pie de su cama y entonces digo: “mama. He visto el infierno. Y el cielo. Pero tranquila, Él está haciendo algo muy bonito ahora en mí”. “Lo que he vivido ha sido muy duro, muy horrible, muy angustioso. Pero eso ya pasó. A ti te ha tocado ver lo bueno, lo malo lo he pasado solo”.

Aquí empieza una serie de acontecimientos que soy completamente incapaz de ordenar
cronológicamente. Solo sé que estoy en sus manos y que Él está empezando a hacer su obra, a transformarme, a cambiarme, a limpiarme. Siento que toda la sustancia que queda en mí sale de mi sangre. Lo siento tal cual. Sale. Es entonces cuando le digo a mi madre: “ya estoy limpio, ya no queda nada en mí”.

Siento cómo cosas que tenía agarradas en mi interior salen. Tengo un sentimiento físico de ello. Noto el arrastre al salir. Este proceso lo recuerdo bastante largo, cosa que sólo probaría algo que yo ya sabía, que estaba enterrado hasta el cuello de basura. Mientras van saliendo todas las cosas malas, sucias. Me muestra en una secuencia de imágenes toda
mi vida con todos esos momentos cruciales en los que ocurrían cosas que aparentemente no tenían sentido y que yo no entendía. Entonces Él va atando todos los cabos, mostrándome cómo nada había sido fruto del azar. Las piezas encajaban como un puzle perfecto. Una demostración absoluta de su Poder y Control. Yo solo podía alucinar. ¡Todo cobraba sentido! ¡Mi vida cobraba sentido! Comprendí que Él es Arquitecto Perfecto. Vi como hace y deshace. Cómo mueve los hilos. Vi su Poder de una manera increíble. No sólo en esto. En absolutamente todo lo que ya me había ocurrido, me estaba ocurriendo y en lo que quedaba por suceder.

En algún momento Él me dice que tiene un mensaje para mi madre. La digo: “mama. Dios me dice que tiene aquí preparado, esperándote, un sitio especial para ti”. Ella rompe a llorar. La abrazo y es entonces que siento que ahora conozco realmente a mi madre. Es una sensación preciosa de vínculo.
Difícil de explicar.
Y así se lo digo: ahora te conozco mamá. (Aquí quiero apuntar que más de una vez ella me había dicho llorando que pensaba que la odiaba).

En algún momento sentado en la cama empiezo a sentir oleadas de algo que no tengo palabras para describir. Algo como eléctrico, algo que vibra y se transmite por todo mi ser. La sensación más indescriptible e impresionante que he sentido en mi vida. Es tan fuerte que en estos momentos no puedo hablar. Me limito a resistir las sacudidas. Creo que intento gritar de agradecimiento pero solo soy capaz de abrir la boca sin pronunciar sonido alguno, y cuando parece que se está apagando la sensación viene más y más fuerte. Con tal intensidad que me siento insignificante, me siento totalmente inmerecedor de eso que me está regalando. Algo tan bueno y tan bonito.

Así estoy un tiempo. No sé cuánto. Pero es sin duda lo más espectacular que me ha pasado en la vida.Sin ningún tipo de duda. Ahí es cuando comprendo perfectamente de quien se trata. Del Dios Todopoderoso. De un Dios infinitamente increíble. Para el que no existen palabras que lo puedan describir. Un Dios que no hace oídos sordos. Un Dios de amor. Incluso en tu momento más vergonzoso Él te ama.

En estos momentos recuerdo perfectamente que ya nada me importa. Que todo aquello que hasta esemomento me preocupaba o inquietaba, ya no significaba nada para mí. Había comprendido quien era el Jefe y que Él, mi Señor, era absolutamente maravilloso. Que si estaba con Él ya nada me debía preocupar.

Esa sensación es tan fuerte que creo que si me acerco a mi madre ella va a notar ese torbellino que me está estremeciendo por dentro. Me acerco a ella y le pongo la mano en la espalda y le pido a Dios que la deje sentir a ella un poco de eso. Pero me temo que no estaba en sus planes. La pregunto: “mama ¿sientes algo?” Y me dice: no hijo. Luego entiendo que esa era una obra que estaba haciendo en mi vida. No eran 10.000 voltios de electricidad que fueran a dar calambre a mi madre por mucho que a mí me hubiera gustado.

Cuando creo que voy a morir de gozo, alegría, no sé qué palabra utilizar, descubro que tiene más sorpresas para mí. Yo padecía desde hace 10 años un problema poco conocido para la gente y que había ido degenerando con el tiempo. Sé que el causante en gran parte era la droga. Es uno de sus factores desencadenantes demostrados. Se llama síndrome de ojo seco. No tiene cura a día de hoy. Como el propio nombre indica afecta a los ojos dejándolos sin la lágrima natural que los lubrica, cuida y protege. Los efectos son varios y enormemente desagradables. Yo no tenía lágrima ninguna ya. Estaba en la fase que se denomina severa. Todo el día con molestias, ojos hinchados, muy a menudo rojos. Había afectado completamente a mi calidad de vida. Dejaba de hacer muchos planes por este tema. Me había creado una inseguridad que yo nunca había tenido. Había llegado la fecha en que simplemente hablar con una chica que me atrajese, mirándola a los ojos, me costaba enormemente por el hecho de que no sabía cómo los tendría. Porque eran como un semáforo.

Bueno, pues Dios me dice: Ya no tienes ojo seco. E inmediatamente noto un torrente de lágrimas que recorren mis párpados humedeciéndolos y dándome una sensación olvidada ya. Tan básica y tan olvidada. Poder abrir y cerrar los ojos sin trabajo ni molestia, notarlos ¡sanos! No puedo creerlo. Le digo: ¡mamá! ¡¡Tengo lágrima!! La miro y digo: ¡¡A que tengo los ojos blancos!! (Recordar que venía de fumarme un buen canuto y llevaba más de 40 horas despierto, lo normal a esas alturas es que los tuviese ya bastante rojos). Me dice: si, los tienes blancos hijo. Yo no tenía ninguna duda.

Pero todavía tenía más sorpresas. Yo padecía de insomnio, hecho que también achaco mucho a la droga, y que me torturaba. Había provocado que fuese sin dormir a multitud de citas, entrevistas importantes. Empezar cientos de días de mal humor que luego transmitía a mis parejas, familia, amigos, a cualquiera que se cruzase. Ese tema quedó solucionado como he podido comprobar hasta el día de hoy. Me dijo: “Ya no tienes
insomnio”.

No sé si realmente oía una voz, o simplemente Él mandaba un mensaje a mi cerebro. Pero yo tenía la certeza absoluta de que eso ocurría. Recibía claro el mensaje. Y según ocurría, en voz alta se lo relataba a mi madre.

Aquí no hace falta que explique cómo me podía sentir ya. Sentía que Dios era maravilloso. Que grande era Él, que inmenso era Él.Había un último regalo preparado. Con los temas que a mí más me amargaban, Él hacía preciosos regalos.

Yo tenía indicios ya de que los excesos de mi vida empezaban a manifestarse y pasar factura a mi cerebro. Como ejemplo un ligero tartamudeo que nunca había padecido y apareció como a los 32 años. Hay más. El caso es que llevaba 2 años trabajando hasta 14 horas diarias en un proyecto. Creando lo que iba a ser mi empresa, mi sueño, con suerte mi ocupación profesional para el resto de mi vida. El hecho de ver cómo siempre acababa tropezando en lo mismo y destrozando mi cabeza con droga; siendo consciente que la tarea que me ocupaba exigía el máximo rendimiento mental por mi parte; eso, eso me machacaba. Me hacía sentir impotente, un absoluto desecho, un desperdicio de hombre.
Débil.

Entonces viene el regalo. Siento cómo me escanea el cerebro por capas. Lo siento físicamente. Siento cómo repara aquellas zonas dañadas. Capa a capa. Lo puedo sentir tan claro que no voy a intentar ni describirlo. Simplemente lo vi.

Cuando yo ya creo que soy el tipo más feliz del mundo con mis regalos. Empieza la parte en la que Él me enseña qué es lo que tiene pensado para mí. Me muestra trayendo muchas almas a su presencia, apartando demonios con autoridad. Esto me lo muestra gráficamente. Miro a la gente a los ojos y se convierten. Hago un gesto con las manos y los
demonios se apartan. Son como gusanos rojos. Extiendo los brazos y simplemente se apartan.

También me muestra la chica que será mi mujer. Se lo digo a mi madre.
Por último me dice que el fin está cerca.
Recuerdo que sus revelaciones vienen a mi mente con una claridad pasmosa. Aparecen en mi cabeza como polaroids, como una imagen o una sucesión de ellas. Hablo un rato con ella. La digo que esto lo tengo que contar. ¡A todos! La digo que voy a traer a mis
hermanos a Dios, me acuerdo de mis tíos María y Samu, pienso en mis amigos también.
Y así estoy un buen rato, una hora quizá, dos. Disfrutando, saboreando el poso de esa experiencia tan maravillosa que me acaba de ocurrir.

En todo este tiempo siento una sensación increíble de hormigueo que me rodea por completo. Es como un aura. Me siento nuevo, absolutamente nuevo. No tengo ni rastro de hambre ni cansancio. Ese aura hace que me sienta como flotando. La paz y felicidad en mí es absoluta. Es algo sobrenatural. Otro regalo suyo.

Escribo a dos personas un whatsapp diciéndoles que tengo algo que contarles. Algo muy fuerte. Pasa un rato y siento que toca descansar. Pienso entonces en mi madre y me da penita. Hora de dormir. Entonces la digo: ¿sabes? tengo la sensación que aún me va a conceder un último regalo. Creo que voy a poder dormir. Cosa que a pesar de la falta de sueño se antojaba complicada. No me pasaban cosas así todos los días. Estaba bastante eufórico, me salía de mi cuerpo como se dice.

Pero como estoy convencido de ello, me tumbo, la doy las buenas noches y me caen los párpados como plomos. Empiezo a respirar fuerte. Paso las fases del sueño, la REM incluída, noto perfectamente la regeneración que produce el sueño. Sobre todo lo noto en los ojos y me despierto. Ya había dormido suficiente y tenía que contárselo a mis
amigos. ¡Me había olvidado de ellos!

Son las 7 de la mañana y empiezo a disparar whatsapps. Mi madre duda que llegase a dormir 5 minutos. Pero yo había descansado. Perfectamente. Era el primer día de mi nueva vida. Gracias mi Dios.

Hablando al día siguiente con mi madre llegamos a la conclusión por las referencias de tiempo que teníamos que toda la experiencia habría durado entre dos y tres horas.

También quiero matizar que han pasado 24 días desde aquello hasta el momento en que escribo esta línea y se ha ido todo tipo de ansiedad, ¡no necesito ninguna clase de sustancia! Me siento limpio, sano, duermo bien, ¡soy feliz! Tremendamente feliz. Y lo más importante. Él sigue conmigo.

Yo le amo con todo mi alma.

En unos días publicaré la otra cara de esta moneda, el testimonio de su madre, que vivió de cerca todo lo relatado en éste testimonio, lo bueno y lo malo. Sólo quiero añadir una cosa. Dios tiene nuestras vidasen sus manos, y Dios sabe CUÁNDO, DÓNDE y CÓMO revelarse a nosotros. Sigue orando. El día llegará.

 

11- SOBREPROTECCIÓN

11- SOBREPROTECCIÓN

TENDENCIAS INCORRECTAS DE LA EDUCACIÓN DE HOY EN DÍA 2ª PARTE

Es evidente que la educación ha cambiado. La forma en la que vemos a nuestros hijos y la forma en que les tratamos ha cambiado. Hace siglos los hijos eran poco más que una fuerza barata de trabajo. La alta mortalidad infantil y las duras condiciones de vida provocaban que tener muchos hijos fuera casi imprescindible. Hoy en día, a medida que las condiciones socioeconómicas han ido cambiando, el tener hijos se ha convertido en algo opcional. Si tenemos hijos, queremos tenerlos con unas ciertas condiciones: poder darles una economía y una atención adecuada, factores que antes no se tenían tanto en cuenta.

(Lee más sobre éste tema en éste capítulo anteriormente publicado: https://yoymicasablog.wordpress.com/2017/01/16/5-prioridades-ii/?iframe=true&theme_preview=true ).

Sin embargo la sociedad se ha ido completamente al otro extremo que antes.  Ahora, los hijos se consideran lo más valioso y se protegen como tal. Han tomado el primer lugar en muchas vidas y familias, incluso en ocasiones han tomado el lugar de  mando, lugar que sólo corresponde a los padres. Cuando es así las cosas no funcionan, el orden que Dios estableció se alerta y hay consecuencias en la familia. Mucha gente no es consciente de que cede su lugar a sus hijos. Bueno, excepto mi vecino, que tiene una pegatina en el coche que dice «Rafa es el jefe» (Rafa es su hijo de 7 años). Cada vez son más comunes los hijos que maltratan a sus padres. Ésto no es casualidad, ni surge de repente. No es que los niños se hayan vuelto más agresivos de repente. Hay muchos factores que han influido en esto, sobre todo la sobreprotección. En palabras del coach Pedro García Aguado: «De un padre sobreprotector sale un hijo tirano, no falla.»

Entiendo que los hijos son valiosos y deben ser amados y protegidos, sin embargo, en algunos casos ya no es una protección sana y normal, sino que han llegado al extremo insano de la sobreprotección. Constantemente veo madres y padres detrás de sus hijos preguntándoles si quieren algo, arreglándoles la ropa, limpiándoles los mocos y ayudándoles en cada paso que dan, bajo una constante supervisión. No dan lugar a que los niños se ensucien, ni se caigan, ni «sufran» en alguna manera ni por un instante. Les dan de comer con constantes distracciones y ante el mínimo síntoma de malestar corren a aliviar el “sufrimiento” de sus hijos. Parece que su mayor temor es que sus hijos lloren o no sean felices un solo segundo. Estoy segura de que estos padres lo hacen con la mejor de las intenciones, pero en realidad no se dan cuenta de que están perjudicando seriamente a sus hijos.

Proteger a tus hijos no es evitarles toda incomodidad, molestia o sufrimiento. Déjame ponerte un ejemplo. Una mariposa puede tardar largas horas en salir de su capullo ¿Pero sabes qué sucede si la ayudas a salir del capullo? Sus alas se atrofian y nunca podrá volar. El dolor y la presión de apretujarse para salir del pequeño agujero son absolutamente imprescindibles para que las alas se estiren y la mariposa adquiera la capacidad de volar. A pesar de toda la buena intención de la persona que la quiere ayudar, causa un daño irreparable.  Puedes verlo más detalladamente aquí:

Igualmente hay cosas que no puedes evitarle a tus hijos, llorarán cuando estén cansados, se quejarán cuando tengan que hacer tareas, montarán rabietas cuando no entendamos lo que quieren, pero si no les dejamos experimentar la frustración, la incomodidad y las dificultades estaremos causándoles un daño irreparable, igual que a la mariposa. Si intentas evitarles todo sufrimiento, ¿qué pasará cuando tú seas la fuente de ese «sufrimiento»? ¿Qué pasará cuando tú le prohíbas hacer algo que quiere hacer causándole frustración? Pues que no tendrá las herramientas internas, mentales y emocionales, para enfrentar y saber lidiar con la frustración, y te culpará como fuente de sus problemas. Nunca ha tenido problemas con otros niños porque tu le defiendes. Nunca ha tenido problemas con los estudios porque tu le defiendes ante el profesor. Nunca ha tenido problemas con las circunstancias porque tu solucionas todas sus necesidades. Entonces llega el día en el que tú le dices «NO». No puedes volver a casa a la hora que quieras. No voy a darte tanto dinero para salir. En su mente, el problema eres tú y la solución es que tú cambies. A gritos, a golpes, con amenazas, ignorándote, rebelándose..

Aún en el improbable caso de que puedas protegerlo de todo hasta que deje el hogar, tarde o temprano tendrá que enfrentarse a un mundo que va a presentarle todo tipo de “incomodidades” y la preparación que hayan recibido en su casa para enfrentarse a ello va a determinar qué clase de ciudadanos son.

Es fácilmente observable cómo la obediencia y el respeto casi absolutos a los padres se ha perdido en cuestión de dos generaciones. Muchos lo atribuyen a que se ha levantado una generación de padres que no entendieron la disciplina de sus propios padres como algo positivo, sino que quisieron proteger a sus hijos de ello, proveyéndoles de todo lo que ellos “no tuvieron” económica y emocionalmente.

Un niño acostumbrado a tener todas las comodidades regaladas, se convierte en un adulto que espera ese trato prioritario y preferente por parte de todas las personas a su alrededor, y se convierte: o bien en alguien narcisista y agresivo, o en alguien negativo y retraído que no entiende por qué el mundo es así. El sufrimiento existe porque las personas son imperfectas. Es imposible vivir sin experimentar dolor, temor, enfermedad, incomodidad, etc., así que tus hijos tienen que aprender a enfrentar todas esas cosas.

viñeta

Además, los niños aprenden por las consecuencias de sus actos. Si yo le digo a mi hijo que no meta un dedo en el enchufe y lo castigo si desobedece, el niño va a aprender, bien sea por el castigo que yo le ponga, o bien porque se lleve un calambrazo. En ambos casos va a ser un «sufrimiento» que va a hacer que el niño aprenda que ese es un límite (escarmiente o no).

Debemos enseñar desde la infancia a nuestros hijos las capacidades que les permitan lidiar personalmente, por si mismos, con esa frustración que inevitablemente va a haber en sus vidas. Aquí tienes algunas pistas sobre cómo hacerlo.

  • No les des a tus hijos todo lo que deseen de forma inmediata y sin que les cueste ningún tipo de esfuerzo. Es mejor reforzarles con premios después de buenas conductas (p.ej.: después de hacer los deberes bajamos a jugar al parque) y hacerles ser conscientes de ello.
  • Es importante que tengan horarios y normas; (por ejemplo: si ahora es la hora de comer, no es momento de ver dibujos.
  • Enseñarles a ser pacientes y saber esperar.
  • Potencia el cariño, la confianza y el respeto.

Cuando haces por tus hijos todo lo que podrían y deberían hacer por sí mismos, les estás robando la oportunidad de aprender y crecer. Protégelos, también de ti mismo, enseñándoles a enfrentar la vida, no puedes vivir por ellos.

Muy relacionado con éste tema tenemos el tema de la disciplina, que comenzaremos más adelante, tratándolo según las diferentes edades.

Sin título

Fantasía o realidad

Para empezar te quiero proponer un ejercicio: coge papel y boli y haz una lista. Escribe las cosas que piensas que no andan del todo bien en tu vida/familia/ministerio. Cuando acabes revisa la lista y anota al lado de cada problema cual crees que sería la solución al mismo. Sé sincero contigo mismo, quizá en alguno quieras escribir «ésto es imposible», escríbelo con tranquilidad.

Guarda ésta lista y sigue leyendo, volveremos a ella más tarde.

Conozco un pastor, llamémosle Fede, que me hizo darme cuenta de cómo hay veces que fantaseamos para no afrontar la realidad. Cada vez que hablábamos y salía un tema relativo a la Iglesia el decía cosas como:

– «Hay muchas Iglesias sanas en nuestra ciudad, no sé si la nuestra es necesaria».

– «Si los miembros de nuestra Iglesia se uniesen con esa Iglesia grande no habría ninguna diferencia»

– «El Señor quiere que su Iglesia sea unida, debería haber una sola Iglesia en nuestra ciudad».

Siempre así. Yo le escuchaba y le escuchaba hasta que un día de pronto me cansé de la misma cantinela. «Fede», le dije «por supuesto que sería maravilloso que no hubiera denominaciones ni divisiones en la Iglesia del Señor. Pero es una utopía, es inalcanzable mientras seamos imperfectos. Es un ideal bonito pero tienes que desecharlo de tu mente porque lo que estás haciendo es fantasear, y la fantasía te impide afrontar la realidad».  Los humanos no somos capaces de no discutir y estar en desacuerdo en algunas cosas. De todas formas es algo que Dios utiliza para el avance de su reino, hay diferentes tipos de Iglesias para diferentes tipos de personas. Existen Iglesias centradas en el evangelismo, Iglesias centradas en la obra social, Iglesias centradas en el trabajo juvenil, y todas tienen su razón de ser, todas alcanzan diferentes personas en la sociedad.

Me di cuenta que cada vez que Fede notaba algo que no iba bien en la Iglesia, su pensamiento se iba a ese escondite en su mente «esta Iglesia debería unirse con otras, así desaparecería el problema, así se arreglaría, así no tendría que enfrentarme a ello». Y si algo salía mal eso justificaba su fantasía «ésto no pasaría si sólo hubiera una Iglesia unida en mi ciudad». Además,  no tomaba realmente cartas en el asunto para arreglar la situación, su tiempo se iba en lamentarse de la situación y fantasear con una salida utópica e imposible.

Os pongo otro ejemplo. Conozco una mujer, llamémosla Fany, ella fantasea con morir. Su madre murió joven y ella tiene problemas de salud que se arreglarían con un cambio de hábitos de vida. Sin embargo, en vez de afrontarlo y hacer cambios en su vida, cada vez que se encuentra mal o le duele algo dice cosas como:

– «Bueno, si me muero ya sabéis donde están los papeles del seguro de vida».

– «Por si me muero esta noche, que sepáis que os quiero, yo me voy con el Señor».

– «Carlos, si me muero, tienes mi permiso para volver a casarte».

Tanto habla del tema que su esposo me ha confesado que a veces imagina cómo sería todo si ella muriese. Para ella, cambiar sus hábitos es un imposible tan grande que ha asumido su muerte como una salida, como un hecho. Piensa que es la solución. Obviamente la muerte es posible, pero no es la respuesta adecuada para resolver un problema.

Somos cristianos, hijos de Dios. Tenemos problemas y desafíos por delante, pero tenemos un Dios todopoderoso que abre caminos en medio del mar y que es fuerte en nuestras debilidades. A veces justificamos una falta de confianza en Dios con fantasías, ilusiones e imaginaciones. Éstas falsas creencias pueden hacerse tan grandes a nuestros ojos que llegamos a verlos como parte de la realidad. Pero son mentiras. En Dios siempre hay solución, Él siempre tiene fuerzas que darnos para seguir avanzando.

En los planes de Dios no está que la Iglesia de Fede desaparezca.

En los planes de Dios no está que Fany muera.

En los planes de Dios no está que tú seas engañado por fantasías, sino que con su poder y de su mano seas más que vencedor en todo aquello que vives día a día.

Lee otra vez la lista que has escrito al principio. ¿Hay alguna fantasía en ella? Quizá te engañas a ti mismo en esa área de tu vida y necesitas afrontarla desde un punto de vista más real y de fe.

Vamos a ver algunos tipos de problemas y su solución.

– INTERPERSONALES: Hay problemas que tenemos con otras personas, y por mucho que pongamos de nuestra parte, siempre queda la otra mitad del problema que depende de la otra persona. Debemos examinarnos ante Dios y poner todo de nuestra parte. yo suelo orar diciendo «Dios, si esto es culpa mía házmelo ver y cámbiame a mí, pero si es culpa suya haz lo mismo con él/ella». Si la culpa es tuya lee sobre ello en el siguiente punto, pero hay veces que no depende de nosotros, sino del otro, y en eso no podemos influir, de hecho puede que cuanto más lo intentemos peor vaya todo. Es un problema en el que la otra persona debe cambiar. La solución no es machacarlo psicológicamente con sermones constantes,  ni fantasear con que se muera, por fuerte que suene. El único que puede cambiar a otras personas es Dios. Si es inconverso, el enemigo puede estar obrando a través de él/ella para molestarte y Dios tomará control de esa situación a través de la oración. Si es creyente, el Espíritu Santo que está en él/ella puede corregirle y traerle al arrepentimiento y al cambio.

Tus armas: Oración y ayuno.

-INTERNOS: Lucha con el pecado, lucha con el carácter, temores, inseguridades, depresión y un largo etcétera se presentan como grandes gigantes en nuestras vidas. Podría citarte muchísimos versículos para ésto pero reduzcámoslo a dos.

Juan 8:32 RV1960″ y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

La mentira te ata, y la fantasía no es una excepción. La mentira te impide avanzar y tomar las soluciones que están delante de ti. La mentira puede llegar a tener raíces tan profundas en tu vida que te impida completamente ver la verdad, pero eso no cambia que es una mentira. La lectura de la palabra de Dios no es un mero rito, la palabra de Dios tiene poder transformador. Cuando el Señor nos dice «pensad en todo lo bueno, lo justo y lo puro» y » pon éstas palabras en tu mente y tu corazón», está diciendo que su palabra, su verdad, tiene que estar en nuestra vida presente en todo momento de tal forma que llegue hasta nuestras emociones, hasta nuestro corazón.  Si la verdad está escrita en nuestro corazón las mentiras pierden su poder sobre nosotros.

Romanos 12:2 NTV No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.

El antídoto para cualquier clase de problema interno está en la palabra de Dios. Si nuestra manera de pensar cambia por medio de la palabra y del poder del Espíritu Santo, toda nuestra vida cambiará. Si no sabes cómo enfrentar una problemática concreta puedes mandarme un mensaje si quieres  y te contestaré con los versículos apropiados.

Tus armas: Lectura de la palabra, y oración.

-EXTERNOS: Problemas laborales, de salud, económicos, legales, administrativos, y otro tipo de circunstancias que escapan a nuestro control son los que se incluyen en ésta categoría.  En ésta clase de problemas es fácil sentirse tentado a recurrir a ilegalidades o atajos que nos llevan a una situación aún peor. No te dejes llevar por esa trampa, Dios es Dios de toda la tierra. Él pone y quita reyes. Él es dueño del oro y la plata. Él tiene contados hasta el último de tus cabellos, ¿cómo no va a saber de qué cosas tienes necesidad?. Para nosotros ésta clase de problemas son terribles, pero Dios no los ve desde la misma perspectiva. Para Él son simplemente herramientas, sirvientes,  que Él usa para moldear tu vida conforme a su imagen. Él los pone y los quita a su voluntad y aunque te duela, algunos no los quitará de tu vida hasta que hayan cumplido la misión que Él quiere que cumplan en tu vida. Otros no los quitará hasta que aprendas a pelear contra ellos, o hasta que aprendas a entregarle esa área de tu vida por completo. Tu versículo clave para batallar en ésta área es Salmos 37:5 «Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.» Tu parte en éstos problemas es orar, confiar, y llamar a las puertas hasta que tú cambies o las circunstancias cambien.

Tus armas: Alabanza y ayuno.

Creo que éstas categorías abarcan todos los problemas que podemos afrontar en nuestra vida, y en Cristo siempre, siempre, siempre, siempre, siempre hay solución. Deja las fantasías y contempla la realidad: El Dios todopoderoso va contigo.

Reescribe en tu lista las soluciones adaptándolos a la verdad que encuentras en la palabra de Dios. Ponla en oración y en práctica con la ayuda de Papá.

 

 

 

 

10- DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN

Mis bisabuelos fueron cristianos, mis abuelos son cristianos, mis padres son cristianos, y yo soy la cuarta generación de creyentes por parte de mi padre. Reconozco la bendición de Dios en mi familia, y doy gracias a Dios por este privilegio de tener esta gran herencia espiritual que sin duda ha marcado mi vida. Es el mayor regalo que se puede tener, porque experimento que es realidad la palabra que dice: “su misericordia es de generación en generación” (1). Tener ésta herencia espiritual es un gran privilegio, y yo como madre tengo que transmitirla a mis hijos con mi ejemplo y mis oraciones.

Quizá tú no tuviste la suerte de nacer en una familia cristiana, y te preguntes cuál es la herencia espiritual que tienes o que vas a dejar a tus hijos. La palabra de Dios nos dice: Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación. Pero derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos.” Éxodo 20:5-6 NTV.

La palabra nos explica que los pecados de los padres influyen sobre los hijos, y aún sobre los nietos y bisnietos. En España hay una expresión que dice “de tal palo tal astilla” refiriéndose a que los hijos siempre se parecen a sus padres, igual que una astilla se parece al palo de donde se sacó. En Finlandia dicen algo parecido, dicen “la manzana no cae lejos del árbol”. Sólo piensa en cuántos hijos conoces que dicen “jamás seré como mi padre/madre” pero al final repiten todo aquello que quisieron evitar. Y es así, los rasgos físicos, de personalidad y de carácter se heredan. Igualmente, pueden heredarse temores, debilidades, e incluso pecados A esto se refiere la palabra cuando dice: “la familia queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación”.

Vamos a separar este tema en dos partes. La  parte espiritual y la parte psicológica.

La parte espiritual es acerca de la maldición del pecado y la bendición de Dios. Si estás en Cristo, hay buenas noticias. Lee el pasaje de Éxodo hasta el final y fíjate en el precioso contraste y énfasis que hace Dios: “PERO derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los que me aman”. Es una diferencia considerable entre maldición y bendición, porque lo que enfatiza la escritura es que si bien el pecado y estar alejado de Dios tienen consecuencias, acercarse a Dios sobrepasa todo eso en una proporción 4 a 1000. Si estás en Cristo no tienes que temer “maldiciones generacionales”, porque la bendición de Dios sobrepasa toda maldición. Dios no va a castigarnos por los pecados de nuestros antepasados (2). Tus generaciones serán benditas y de bendición a otros mientras permanezcan en Cristo (3). Además por medio de tu entrega a Dios entró la bendición en tus generaciones.

Tener la bendición de ser hijo de Dios anula toda maldición, sin embargo no nos exime de tener que luchar con nuestro carácter y debilidades, sean heredados o no. Ésta es la parte  psicológica. Lamentablemente acabamos haciendo muchas de esas cosas que dijimos que nunca haríamos y otras cosas que no son correctas. En la lucha contra lo incorrecto en nuestras vidas podemos pasar mucho tiempo levantándonos y cayendo, lo cual puede traer mucha frustración y desesperanza. ¿Es posible vencer al pecado? ¿Es posible vencer nuestro carácter? ¿Es posible cambiar?.  A veces nos puede parecer imposible. Pensamientos como: “toda tu familia es así, no hay posibilidad de que tú seas diferente”, “es demasiado tarde, ya no puedes cambiar”,  “siempre vas a luchar con esto” etc., nos atan.

Pero la palabra de Dios dice si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (4). Entonces ¿porqué seguimos esclavos en algunas áreas?. Cristo mediante su sacrificio nos ha hecho libres del pecado y de todo, pero tenemos que recibir/creer que es así. Cuando llegamos a Cristo estamos presos del pecado, y cuando aceptamos a Cristo la cerradura se rompe y el carcelero no puede retenernos, sólo tenemos que salir de la prisión. Sin embargo, en ocasiones escogemos quedarnos dentro de esa prisión por:

  1. Incredulidad: “si pruebo a abrir esa puerta seguro que no se abre, traté mucho tiempo de abrirla con todas mis fuerzas y nunca pude”. A esto se le llama indefensión aprendida. Te lo voy a explicar con la ilustración del elefante. Cuando es pequeño le atan la pata con una cadena a una estaca de madera clavada en tierra. Como es pequeño no puede soltarse, pero aún cuando crece muchísimo y la estaca sigue siendo pequeña ni siquiera intenta liberarse. Su cadena mental es más fuerte que la cadena de hierro que lo ata. Todo lo puedes en Cristo que te fortalece, Él te ayuda a sacudirte de toda cadena con la facilidad que ese elefante podría arrancar la estaca si se diera cuenta de su fuerza actual.
  2. Costumbre y auto justificación: “estoy cómodo aquí”, “tampoco es tan malo vivir encerrado en este pecado, hay pecados peores”, “no veo tanta necesidad de salir de este lugar”, “soy libre de elegir vivir así”, “hay gente que va a la Iglesia que está igual que yo o peor”. La palabra nos dice que un esclavo del pecado no es hijo de Dios(5), por tanto no debes tomarte a la ligera esta situación.
  3. Temor: “Si no vivo en esta prisión, ¿dónde viviré? ¿Qué hay fuera?”. ”Ay no se, mejor me quedo aquí”. Si temes lo que Dios te puede dar, aún no has conocido realmente su amor (6). Conocí a una chica creyente que tenía un novio incrédulo. Recibió enseñanza e incluso palabra profética desaconsejándole esa relación, sin embargo no daba el paso de dejarlo. Un día hablando con ella me confesó que no podía dejar a ese chico porque no confiaba en que Dios tuviera alguien mejor para ella. No creía que Dios supiera escogerle alguien a su gusto. Con el tiempo se casaron y tuvieron hijos, hoy en día ella es una mujer muy infeliz.

Cristo ha vencido al pecado. En Él tenemos victoria sobre toda esa batalla. No nos toca pelear ésta batalla, nos toca rendirnos a Cristo, creer y avanzar en el nombre de Jesús. Te lo dice alguien que ha estado ahí: la prisión está abierta, cree solamente y ¡SAL FUERA!.

Afortunadamente, tenemos de nuestro lado al Espíritu Santo que está con nosotros para ayudarnos a cambiar, para llevarnos a toda verdad, descubriendo toda mentira que nos ata, y para hacernos libres. Él es el mejor consejero y guía para ti. Si luchas con algún área particular, puedes hacer una oración renunciando a esas debilidades, pecados, o incluso mentalidades incorrectas, y pedir perseverantemente al Espíritu Santo que complete la obra en tu vida. Y Él lo hará (7).

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  1. Lucas 1:50
  2. Deuteronomio 24:16
  3. Génesis 12:3
  4. Juan 8:36
  5. Un esclavo no es un miembro permanente de la familia, pero un hijo sí forma parte de la familia para siempre. Juan 8:35 NTV
  6. 1ª Juan 4:18
  7. Filipenses 1:6

 

9- NO DELEGUES TU RESPONSABILIDAD

9- NO DELEGUES TU RESPONSABILIDAD

TENDENCIAS INCORRECTAS DE LA EDUCACIÓN DE HOY EN DÍA 1ª PARTE

Soy profesora de clases extraescolares, y cada día me sorprende más cuánto tiempo y dinero invierten los padres en actividades infantiles. La variedad es infinita y los precios elevados. He calculado que algunas familias que conozco  gastan entre 60-200 euros por niño al mes, además de los materiales necesarios y el tiempo que supone llevarlos de una clase a otra. En algunos casos se percibe hasta una cierta competitividad, como si pensasen: “si mis hijos no van a todas las clases posibles, va a haber alguien  mejor que ellos en el cole”. Conozco un caso de una pareja de profesores cuyos hijos van a: ajedrez, inglés, teatro, pintura, gimnasia rítmica, natación sincronizada, música, fútbol y tenis! Nueve extraescolares para un niño de segundo de primaria y su hermana de primero. En muchas familias, aunque estén juntos en casa, simplemente la tecnología reina. No hay comunicación ni tiempo de calidad juntos. Otros casos que conozco simplemente contratan cuidadoras para los niños aunque podrían ocuparse ellos mismos, y los fines de semana los mandan a casa de los abuelos. También están los que directamente dejan los hijos viviendo con la abuela o la tía, o aunque estén presentes dejan que sus padres (los abuelos) se hagan cargo de la educación, porque ellos están demasiado ocupados con sus vidas.

Lo que me hace preguntarme esto es ¿Quién está realmente educando a esos hijos? Porque los padres no son, desde luego. ¿Cuándo ven a sus hijos? ¿Cuándo pasan tiempo con ellos disfrutando de estar juntos? ¿Cuándo tienen tiempo de enseñarles valores y principios, y de darles ejemplo con sus vidas? Educar a tus hijos no es contratar el mejor personal posible para que lo haga, ni apuntarlos a las mejores clases, ni asegurarte de que alguien los cuide. Educar a tus hijos es enseñarles a vivir, a comportarse, y enseñarles acerca de Dios. Son cosas que tienen que ser enseñadas  por ti. Esto es ejercer de padre/madre. Ser un mentor para la vida, ser un ejemplo, llevarlo de la mano al descubrimiento del mundo.No está mal que tengan aficiones y hagan deporte, es sano y natural. Ahora bien, si tienen tantas actividades que no hacemos nada con ellos, no hay un equilibrio sano.

¿Porqué hay padres/madres que prefieren pagar todo el dinero del mundo antes que pasar tiempo con sus hijos?. Creo que hay varios factores que llevan a esto.

1- MIEDO A NO HACERLO BIEN. Una persona con miedo al fracaso como progenitor enseguida está dispuesta a delegar las decisiones y el tiempo con sus hijos. Piensa: mejor que lo hagan otros, contrato profesionales porque yo no me siento capaz de ello.

El miedo no es de Dios. Si Dios te ha dado un hijo, conjuntamente te capacitará para educarlo. Si tienes temor, ya sea porque te hirieron y temes herirlos o porque estás inseguro de ti mismo, debes presentarle batalla al temor en el nombre de Jesús. El verdadero amor echa fuera el temor. (1)Todo lo puedes en Cristo que te fortalece (2). Dios no te ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio(3).

Haces bien si temes equivocarte y por tanto piensas bien tus decisiones y  tratas de hacer lo mejor para tus hijos, pero cuando el miedo te paraliza no llegas a ninguna parte. Busca tu fuerza en la presencia de Dios y levántate contra el temor. No lo harás perfecto, pero si dejas que el temor te paralice no harás nada, lo cual es mucho peor. Nada hay imposible para Dios (4).

2- EGOÍSMO. Este es un gran mal en la era moderna. Las parejas tienen hijos pero quieren seguir manteniendo sus mismas aficiones, horarios, hábitos, salidas nocturnas, amistades, etc. que cuando no tenían hijos. Y los hijos no encajan en ese plan. Los hijos estorban así que contratamos a alguien que los cuide o van con alguien de la familia. En familias así los hijos parecen una “patata caliente” que nadie quiere y la pasa a otro.

Esto tampoco es bueno. Por supuesto que tienes derecho a tener tiempo libre y hacer cosas sólo o con tu pareja. No estoy diciendo que no puedas despegarte de tus hijos. Eso tampoco es sano, necesitas tener tiempo para otras cosas también, pero va a haber cosas que antes podías hacer y que ahora vas a tener que dejar atrás. Si tienes hijos has de hacerte responsable de ellos. Son personas, ven que no estás con ellos, sienten, y a la larga te echarán en cara tu ausencia.  Ahora que eres padre/madre eres una persona irreemplazable para tus hijos.

Es difícil renunciar a lo que te gusta por otra persona, pero eso se llama amor. Si sientes que pasar tiempo con tus hijos te cuesta demasiado, pidele a Dios amor por ellos. Dios puede cambiar tu corazón.  Puede que a ti no te apetezca ir al parque pero ellos necesitan salir a jugar. Puede que prefieras ir con tus amigos pero ellos necesitan que estés en casa cuando se van a la cama. Eclesiastés dice que hay un tiempo para cada cosa, así que si te organizas y mantienes el equilibrio, tendrás  tiempo de ocio independiente, y tiempo para ocuparte de tus hijos (5).

3- ESTRÉS Y ANSIEDAD. Otro mal moderno que nos persigue en esta era son las ocupaciones de la vida. Tenemos tal preocupación por el trabajo y los quehaceres que los niños estorban siempre. “¡Sal de aquí!” “ahora no” “papi está ocupado” “¡fuera!” “¡dejadme tranquila!” “¡acaba ya eso!” son frases comunes de  progenitores estresados.

Es normal que si los niños pelean mucho o están nerviosos digamos alguna de estas cosas de vez en cuando, pero si lo decimos constantemente es hora de evaluarnos. Quizá estamos viviendo en estrés y ansiedad. Si constantemente los estamos apurando para que hagan cosas o para ir a sitios y no les prestamos atención, porque siempre hay algo más importante que ellos, esto va a pasar factura a ellos y a nosotros.  Si el estrés en tu vida se vuelve crónico  puede generar muchas enfermedades físicas y psicológicas: como depresión y urticarias. También empeora el estado general de la persona, por ejemplo en estudios de laboratorio se ha comprobado que el estrés favorece el crecimiento de tumores.

Evalúa tu vida. ¿Vives estresado? Quizá sea hora de establecer prioridades y dejar de lado algunas cosas que te llevan al límite. Pide la dirección de Dios: el cambio de trabajo que necesitas para no estar tan estresado, dejar alguna actividad de la que puedes prescindir, no hacer horas extras, etc. son cosas que pueden cambiar tu vida en gran manera. El camino de Dios es camino de Paz.  Él te aconseja, “busca la paz, y síguela”(6). Es posible encontrar paz aún en medio de esta vida moderna, pero dejar todas nuestras cargas y preocupaciones ante Él requiere un esfuerzo deliberado.

Algunos síntomas del estrés crónico son:

– Estas ansioso sin haber ningún peligro o motivo de estrés inminente.

– Tienes un momento en el que podrías relajarte y descansar pero estás ansioso por lo que te tocará hacer después.

– Te preocupan cosas que aún están lejos en el futuro.

– Te angustian cosas que no dependen de ti y que no puedes cambiar.

En un punto de mi vida viví éste estrés crónico. Las situaciones nuevas que tenía que afrontar en mi trabajo y en el ámbito personal me estresaban hasta el punto de la angustia. Tenía que aprender a hacer «malabares con muchas pelotas» manejar muchas cosas simultáneamente y el estrés paso a ser parte de mi día a día. Aún cuando llegó el verano y las vacaciones no era capaz de relajarme. Sólo pensaba en preparar todo tipo de materiales y ayudas para el curso siguiente. Mi familia disfrutaba en la piscina y aunque fuese con ellos la angustia me perseguía. Entonces exploté. Acudí a una persona de confianza en la Iglesia y hablando con ella pude aliviar esa presión y ser libre. Dios me mostró que su gracia es nueva cada mañana (7) y el estrés fue sometido a la verdad de Dios.

Si estás en una situación así quizá necesites ayuda de alguien con quien hablar o que te ayude, alguien que te de un punto de vista externo y puedas aliviar esa presión acumulada. Los niños no tienen culpa de tu estrés y preocupación, pero si tu respuesta al estrés es hablarles mal siempre, ellos pueden pensar que son los culpables de la situación, lo cual les puede llevar a depresión y toda clase de problemáticas. Recuerda también que “basta para cada día su propio afán”(8). Preocuparte por el porvenir te impide hacer lo que sí podrías hacer hoy.

4- COMPETITIVIDAD.

Como describía al principio, creo que hay padres que simplemente quieren que sus hijos sean los mejores en todo, así que les presionan a pasar por todo tipo de clases para conseguir que sean los mejores y alcancen «grandes cosas». Otros pretenden que sus hijos alcancen las vocaciones de futbolista, cantante, etc. que ellos desearon pero no lograron.

No es malo querer que tus hijos aprendan y se desarrollen, pero si los estás presionando demasiado, quizás estás intentando meterlos en un molde en el que no encajan, como intentando meter una soga por el ojo de una aguja, o un bloque cuadrado por una abertura redonda. Ésta presión puede dañarlos.

Como padres, tenemos que tener sabiduría y darnos cuenta de que ellos tienen que descubrir quien son, que saben hacer y que quieren hacer. En ocasiones nos tocará presionarlos para que aprendan constancia y perseveren, porque vemos en ellos la capacidad de alcanzar una meta. En otras ocasiones, tendremos que dar un paso atrás y dejarles escoger sus puntos de interés y su camino. Más de éste tema otro día.

En conclusión, no deleguemos el tesoro más valioso que Dios nos ha dado. No enterremos la mina que se nos entregó. Dios nos capacita si dependemos de él.

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  1. 1 Juan 4:18
  2. Filipenses 4:13
  3. 2ª Timoteo 1:7
  4. Lucas 1:37
  5. Eclesiastés 3:1
  6. Salmos 34:14
  7. Lamentaciones 3:22-23
  8. Mateo 6:34

8- NO SE APRENDE CON CABEZA AJENA

La segunda consecuencia de “comenzar la casa por el tejado” como hablaba en el capítulo 6 es que los hijos de creyentes caen muy fácilmente en el legalismo.

Haré una breve introducción al legalismo para que me entiendas. Un día vino una señora por primera vez a nuestra iglesia y nos comentó que acababa llegar de un país latinoamericano y que estaba buscando Iglesia. La señora venía espantada porque había visitado otra Iglesia en Orense y habían hecho una merienda y comido algo dentro del local de la Iglesia. Por supuesto le preguntamos por qué aquello le pareció tan horrible, y nos dijo que en su Iglesia de origen le habían enseñado que aquello no estaba bien, y que era pecado. Indagando en el asunto nos contó que en su Iglesia de origen había un comedor, y que allí sí se podía comer. Mi pastora muy aguda le preguntó “¿acaso el comedor no es parte de la Iglesia?”. Para mí, éste es un ejemplo muy claro de cómo funciona el legalismo. Un día, en aquella Iglesia alguien dijo: “ya que tenemos comedor, es allí donde se va a comer. No coman en el salón de culto porque se ensucia”. Bien. Es una simple norma de orden. Pero en algún momento alguien lo espiritualizó. Hizo una ley espiritual de una norma de orden. Quizá dijo desde el púlpito algo como “la casa de Dios es santa. No la contaminen con comida” o quizá lo llamó directamente pecado. Una cuestión de orden pasó a ser una ley espiritual en aquel lugar.

A esto llamamos legalismo. Al hecho de añadir leyes que no están en la palabra de Dios. Esto es lo que hacían los fariseos: se ocupaban de que su apariencia fuese de santidad impoluta sin preocuparse por lo verdaderamente importante, lo que hay en el corazón. (1) El legalismo surge cuando alguien, en vez de entender el porqué, el corazón de una recomendación o norma, la establece como ley, como en el ejemplo que he puesto antes. El legalismo es convertir en ley espiritual aquello que bíblicamente no lo es.

  • Tener un devocional diario es necesario, imprescindible, vital para nuestra vida, pero no hacerlo no es pecado.
  • Bendecir los alimentos es una buena costumbre, pero no hacerlo no es pecado.
  • En internet hay mucho contenido pecaminoso, pero usar internet como herramienta no es pecado.
  • En el cine hay películas que un cristiano no debería ver, pero ir al cine no es pecado.
  • Emborracharse sí está mal, pero tomar bebidas con alcohol con moderación no es pecado.
  • Travestirse sí es pecado, pero que una mujer lleve pantalones de mujer no es pecado. Dios vistió al hombre y a la mujer con sendas túnicas. (2) ¿Por qué no pueden el hombre y la mujer llevar sendos pantalones?

¿Sigo?

Una pausa para especificar algo relacionado. Hay cosas que se convierten en pecado según nuestras debilidades. Ejemplo: Juan tiene debilidad en el área de la pornografía. Suele verla en internet cuando todos se han ido a dormir. Juan está luchando contra ese pecado y quiere evitarlo. Para otra persona, navegar en internet por la noche no es pecado (aunque no es muy recomendable). Pero para Juan sí es pecado, porque está caminando por el camino que le lleva a pecar, SABIENDO lo que hay al final de ese camino.

Volviendo a los hijos de cristianos, somos propensos al legalismo. Desde pequeños hemos escuchado recomendaciones, normas, reglas y leyes; y cuando aún no conocemos a Cristo eso es todo lo que tenemos, normas, así que nos aferramos a ello como forma de acercarnos a Dios y hacer lo correcto. Aún después de conocer a Cristo todas esas normas siguen teniendo un gran peso en la mente. Además, a veces cristianos legalistas discipulan a su vez nuevos creyentes legalistas.

Los legalistas pueden caer en dos extremos.

El primer extremo es en el que comienzan a exigir (a ellos mismos y a los demás) el cumplimiento de todas las normas y leyes, como hacían los fariseos. Las personas que caen en este extremo se sienten fácilmente condenados, y tienen una conciencia muy sensible. Les cuesta sentirse perdonados y aceptados. Saben que Dios perdona, pero no ha llegado a hacerse carne en su corazón. No se sienten perdonados mas que a ratos. Han escuchado normas y consejos, y creen que para agradar a Dios deben cumplir todo eso. Por ejemplo, escuchan que en la Iglesia se dice “es recomendable tener un devocional diario”, e intentan cumplirlo con todas sus fuerzas, y cuando no pueden sienten que han fallado, que son los mayores pecadores y están alejados de Dios. Cuantas más normas, ¡¡más fallamos!! (3)

Somos seres humanos y es inevitable fallar, pero a los legalistas les cuesta aceptar eso. Quieren agradar a Dios sinceramente, y no admiten el fracaso ni en si mismos ni en otros, así que constantemente se sienten culpables, enojados, fracasados, desechados por Dios e incapaces de vencer a su debilidad. Esto crea un círculo vicioso del que es difícil salir: “Me siento mal porque no cumplo “las normas” y no las cumplo porque me siento mal (porque creo que he fallado ante Dios y no me atrevo a acercarme a Él)”. Pueden estar en ese círculo por años si no descubren la gracia, la verdad de que Dios les ama aunque no sean perfectos. La ley condena a muerte, pero el Espíritu de Dios da vida (4). La ley es ciertamente el ayo (maestro-yugo-guia) que  lleva a Cristo, pero el sacrificio de Cristo trae libertad del pecado y ¡del ayo también! (5). Ya no estamos bajo el peso de la ley. Cristo nos ha hecho libres.

En el segundo extremo, las normas llevan a algunos a la rebeldía y a apartarse de la fuente de esas normas. Como hay tantas normas que no comprenden, ni aceptan, ni son capaces de cumplir, se rebelan  y pasan de todo. Ésta es la razón de que muchos hijos de cristianos no quieran saber nada de Dios ni de la Iglesia. Del primer extremo pueden pasar al segundo cuando llegan a la conclusión de que no pueden cumplir la ley y deciden no seguir intentándolo.

Cuando los apóstoles tuvieron que decidir qué normas pondrían a los gentiles que se convertían, las redujeron únicamente a cuatro (6), y Jesús puso como más importantes únicamente a dos (7). Igual que los mandamientos para el pueblo de Dios eran 10, y los fariseos añadieron sobre ellos cientos de “leyes”, en la actualidad más y más normas “evangélicas” se acumulan sobre nosotros aplastándonos bajo el peso de la nueva ley. Si nos pusiéramos a analizarlas de una en una tardaríamos una eternidad, pero el punto que quiero recalcar es, ¿Cuántas de esas normas realmente son bíblicas?. La verdad nos hace libres (8), Cristo nos llamó a libertad, desea que caminemos en libertad. No debemos hacernos otra vez esclavos de la ley (9), no es voluntad de Dios.

Como padre/madre, debes ser sabio al poner normas y enseñar qué es pecado y qué no. Demasiadas normas pueden crear rebeldía, y demasiado pocas pueden llevar a que tus hijos se descarríen. Creo que debes orar mucho, muchísimo, y pedir a Dios que te enseñe dónde trazar la línea. Cómo enseñar correctamente aquello de “todo me es lícito, pero no todo conviene” (10). No basta solo con enseñar la norma. Ellos deben entender la razón por la que la pones (sobretodo niños mayores de 8 años, cuando son mas pequeños no necesitan tanta explicación). Deben conocer que hay consecuencias por pasar los límites y entender que no se debe jugar con fuego. Poner normas no es un tema que se deba tomar a la ligera. No solo debes ponerlas, sino mantenerlas en el tiempo también. Por eso más vale que tengas bien claras que normas vas a implantar.

Mi pastora (que es mi suegra también) siempre dice “no se aprende con cabeza ajena”. Y es totalmente cierto. Por mucho que uno recomiende y aconseje o incluso imponga, algunos hijos son tan cabezotas, que hasta que no experimenten en su propia carne que “si metes el dedo en el enchufe, te electrocutarás” o cosas así, no lo creerán. Afortunadamente otros toman el consejo y aprenden de la reprensión. Sin embargo, siempre habrá aquellos que necesiten comprobarlo por sí mismos. Con algunos hijos vale aquello de “un bofetón a tiempo”, pero con otros no. Ellos necesitan “un tropezón a tiempo”. Hacer su propia voluntad, tropezar, y darse cuenta de que sus padres tenían razón. Debes conocer a tus hijos y poner normas según lo que ellos necesitan, y para ello no hay fórmulas mágicas ni atajos, necesitas muchísima sabiduría de parte de Dios.

Sólo te pido una cosa, examina las enseñanzas que has recibido a la luz de la palabra de Dios, y pídele a su Espíritu Santo que te ilumine, te lleve a toda verdad y te haga libre.

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  1. Mateo 23:27
  2. Deuteronomio 22:5 Génesis 3:21
  3. Romanos 5:20
  4. 2ª Corintios 3:6 DHH
  5. Gálatas 3:24-25
  6. Hechos 15:28-29
  7. Mateo 22:37-40
  8. Juan 8:32
  9. Gálatas 5:1
  10. 1 Corintios 10:23.

Creo que todos los cristianos que llevamos mucho años en el evangelio vivimos a veces o nos vemos tentados a vivir de formas legalistas. Si te has sentido identificado con el legalismo de alguna forma o quieres asegurarte de no serlo te recomiendo encarecidamente el libro de Scott Smith “Vivimos por fe”. Todas las formas de conseguirlo aquí:  http://scottmarisa.com/vivimos-por-fe/